La muerte
resuelve todos los problemas: acabado el hombre, acabado el problema.(1)
Definitivamente
pareciera que la historia nos está castigando con los actuales líderes que
manejan este mundo.
Ver a Putin
disfrazado de demócrata pero con el alma stalinista que no cabe dentro de él,
lo vengo pensando y sigo opinando que es el heredero de Stalin disfrazado de
democracia. El payaso gobernando a los gringos y con eso se dice todo (y le doy
pie a la CIA si me está leyendo). Ver la risita del Presidente de Panamá cuando
en una entrevista en DW directamente y sin eufemismo le pregunta la reportera
sobre su opinión de que ese país sea considerado el más corrupto del mundo,
sonrisa en falsete que mantiene a pesar de la pregunta y que de entrada uno ve
que por dentro está rechinando de la piedra por ese indiscreto requerimiento,
conociendo la respuesta que debe ser disfrazada para acompañarla de dicha
sonrisita igualmente traidora y falsa.
En nuestra
provincia no nos quedamos atrás; ver actuar al Presidente reflejando temor a
pesar de que la mayoría quiere la paz, pero es el reflejo del miedo a Uribe y
demás progenie, evidente y siempre con medias tintas, todos ellos y el primero por
la falta de berraquera en la toma de decisiones, tratando de amortiguarlas con
comités y componendas, para poder echarle la culpa a otro, si algo sale mal.
Tal vez no se dio cuenta que era el Presidente y que tenía el premio Nobel, lo
cual le daría autoridad para cualquier barbaridad, pero con berraquera. Desde
cuando era ministro tuve la impresión de que era un oportunista y con su cara
de yonofui denotaba la falta de calzones para la toma de decisiones. Eso lo he
pensado. Recordar cuando los del no ganaron y se asustaron con la piel del
tigre y no supieron qué hacer.
Y ahora, el
colmo de la desdicha. Pobres españoles. Rajoy, el Presidente, todo un valentón
que a la hora de tomar decisiones se escuda en el Rey que, por principiante y por
falta de poderes, le falta poder, según aprecio. Y el catalán, Puigdemont, el
gamincito de la cuadra que siempre amenaza pero no cumple. Me hizo recordar ese
tire y afloje la época de colegial, cuando se citaba a pelea, a las cinco a la
salida del colegio naturalmente, y los contendientes mirándose a ver quién daba
el primer paso y el tiempo pasaba, el público en gritería y el uno diciéndole
al otro: Dele usté primero. Y el otro
al uno: Usté primero. Y así dándose
vueltas sin decidirse ninguno a dar el primero golpe, tal vez por el miedo a
ser el primero y que digan que fue el que inicio, o simplemente por miedo a que
le respondan con demasiados puños y patadas. Así están en España,
desafortunadamente. Me voy a independizar,
dice el uno. Pero diga cuándo, dice
el otro. El uno responde, ya verá que me
voy a independizar. Y el otro, pero
diga cuándo, incapaz de dar un paso, incapaz de aplicar la ley por temor a…
quién sabe por temor a qué. Es cuestión de pulso, de dos miedosos haciendo un
pulso, no de berraquera.
Y
por no hablar de otros ni alargar el cuento, este mundo se quedó sin estadistas(2),
sólo políticos tras sus propios intereses o de los que le pagan –que no son los
contribuyentes-, personajes que inspiraban respeto a lo Churchill, Echandía y
aún López Michelsen o Gómez Hurtado, si se quiere.
Y ante este
abanico, prefiero al Putin, al menos sabe lo que quiere y lo impone sin rodeos,
sin maricadas, aunque con fanfarronadas.
En este mundo,
que entre el diablo y escoja… no hay de otra.
… y no se ponga sentimental; todos los
días muere gente, sólo que en la guerra mueren masivamente, eso es todo.(3)
(1) Robert Harris. El hijo de Stalin.
(2) (…) (Ortega y Gasset) clasifica a los gobernantes en estadistas, escrupulosos
y pusilánimes; el "hombre de Estado" debe tener lo que Ortega llama
"virtudes magnánimas" y carecer de las "pusilánimes". (…)
Según Ortega, normalmente ocurre al estadista ser incomprendido, porque se
ocupa con las cuestiones de largo plazo y toma decisiones impopulares a corto
plazo, en tanto que la mayoría de los políticos se preocupan de los resultados
inmediatos de sus acciones. El individuo con una misión creadora, el magnánimo,
es radicalmente distinto del individuo sin misión creadora, el pusilánime.
Virtudes convencionales como la honradez, la veracidad, los escrúpulos, no son
típicas del político, que suele ser propenso a ciertos vicios como la
desfachatez, la hipocresía o la venalidad. Por lo tanto, no se debe medir al gran
hombre político por la escala de las virtudes usuales, porque la grandeza
viene, inevitablemente, acompañada de sus propias miserias. https://es.wikipedia.org/wiki/Estadista.
(3) Julia Navarro. La biblia de barro
(4) http://sevilla.abc.es/sevilla/sevi-puigdemont-tiene-whatsapp-memes-mas-populares-presidente-catalan-201710120824_noticia.html
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