lunes, 5 de marzo de 2018

VACUIDAD



Cada paso que damos en la vida constituye una ganancia (o una pérdida, según desde donde se mire); es un paso dado, necesario, obligatorio, porque no pudimos dar el otro hacia el otro lado, para ver cuál era el resultado.

Y a cada paso el tiempo pasando, igualmente inexorable, necesario y obligatorio, con igual imposibilidad de poder saber el resultado si se hubiera esperado un segundo o adelantado el otro. Ni modo.

Entonces me pregunto sobre la vacuidad de la experiencia, cuando ya se han recorrido la mayoría de los pasos dados por este mundo, cuando ya se avizora la meta final. Y al tratar de generalizar veo que entro en el mundo de los aprietos, por tratar de generalizar, me repito. Entonces me centro.

Somos los títulos que antaño tuvimos, pero ya no lo somos. Somos meros mortales en disfrute de la última etapa, pero aun así nos vanagloriamos de los títulos que tuvimos, pero que ya no tenemos o los tenemos pero ya no sirven para nada y nada qué decir de los títulos y cargos que nuestros padres pudieron tener y que sacando pecho, los hacíamos nuestros, sin derecho alguno, en ese antaño en que era tan importante ser hijo de alguien, importante naturalmente.

Lo que fuimos ya no lo somos, ya no debería importarnos no serlo, no tenerlos, pero sin vacuidad, es decir sin vacío de pertenencia, pero con vacío de pertenencia que ya no es nuestro.

Hoy me preguntan: Su profesión. Yo les contesto: Vago. Lo que fui ya no lo soy, ni me interesa serlo, porque ya quedé liberado de corbata y camisa blanca, vestido de paño y calentamiento de silla, ahora los primeros quedan para ser usados en sepelios, para no ir tan desarreglado. Ya no debo aparentar demasiado, como para qué?

Entonces siento la vacuidad de mi vida laboral y profesional y me felicito por ello, ya no tengo que arrastrar petigrís ni títulos, ni acreditar infinidad de saberes que pudieron servir pero que hoy sólo me estorbarían. Ya no le tengo que demostrar nada a nadie, afortunadamente ya puedo pensar que además de vago, he de ser pensionado.

el maldito aburrimiento de la vida académica… hablar cada vez más de cada vez menos.(1)

Óleo sobre papel. Con espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Robert Harris. El hijo de Stalin.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario