Somos un mundo de imágenes, somos sólo
imágenes. Las imágenes gobiernan nuestras pasiones, nos llevan de la ternura al
odio, de la indiferencia a la intolerancia, al amor, a la sapiencia.
Nos acompañan en todo nuestro recorrido, aún en
los sueños y las pesadillas, por allí también gobiernan las imágenes.
Imágenes del prójimo, del ayer y aún del mañana,
de lo conocido, de lo desconocido y de lo conocido pero remotamente, y son
imágenes que perduran o se evaporan como los pensamientos.
Ver al Papa abrazando un niño conmueve. Ver a Alejandro
VI –el Borgia- tal vez no. Ver corriendo a la niña que huye de Vietnam desuela
pero también genera el odio que los gringos quisieron implantar en nuestras
almas, cuando se le ve desde otra óptica.
Y así con todo en esta vida. Imágenes del
vecino refunfuñón, del amable, del envidioso, del tramposo, del cordial, todas
esas imágenes hacen emergen sensaciones y las imágenes son las que terminan
gobernando nuestro primer impacto de rechazo, de desconfianza, de bienvenida.
Imágenes que generaban miedo desde la niñez.
Fidel Castro, el comunista ese barbudo, recuerdo cuando nuestros padres se
referían a él de esa manera. De la distancia que debíamos guardar de los
gitanos, porque ellos robaban niños y hacían morcillas, nos embaucaban y dentro
de mi recuerdo, de los pocos gitanos que logré ver en aquellas épocas, eran
hermosos ojos, atrayentes, aventureros en la mirada de bellas jóvenes gitanas.
Pero eran imágenes inevitables que debían ser evitadas, para no ser
contagiados, para no ser raptados en el pensamiento.
Las imágenes nos formaron y esas mismas
imágenes nos distorsionaron muchas veces el pensamiento, por estar llevadas por
la percepción ajena y nada qué decir si la imagen iba acompañada de una frase
hiriente, discriminatoria, por ser godo o liberal, de mejor o peor cuna que
uno.
Imágenes que realmente eran solo eso, pero que
dominaron nuestro andar, por el hecho de estar distorsionadas al ser vistas
desde la óptica ajena, que impedían hacer nuestra propia apreciación.
Hoy, la mayoría de imágenes están relegadas al
álbum familiar que solo es visto de vez en cuando, pero el prejuicio o la
aceptación quedaron grabadas por la eternidad. Y nada qué decir de las imágenes
de las redes sociales, envenenan sin sentido o atraen como contrasentido.
Y pensar que sólo eran imágenes de las que no
podemos deshacernos. Y eso que no mencioné las otras, las nacidas de las
ilusiones, de los deseos, de la ansiedad y de aquellas que miramos sin ver pero
que el subconsciente se encarga de guardar, para cuando quiere ilusionarnos o
angustiarnos.
El que busca la verdad corre el riesgo de
encontrarla.(1)
Óleo sobre papel. Espátula. JHB (D.R.A.)
(1) Isabel Allende.
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