lunes, 10 de enero de 2022

CARTA A UNA DESCONOCIDA

             En efecto, cara mia. Sé que es una frase italiana que lleva a conmover, como me conmovió al recibir, luego de tantos años, esas tus palabras, lacónicas pero muy dicientes, reflejo del sentimiento imperecedero y eterno que nos acompaña, a pesar de los años transcurridos, de tantos años que parecieran describirse en términos de siglos.

 

            En la misma distancia que parecía esfumada en el pensamiento, como un sueño que nunca se hubiera hecho realidad, como efectivamente lo fue, a pesar del corto tiempo que nos duró.

 

            De una parte fue el estupor mi primera reacción, un no me lo puedo creer, un milagro que adquirió vida y que tomó su propia esencia, la más pura que se puede sentir. De otra, el solo leer el remitente, hizo renacer las pulsaciones incontroladas de aquellos viejos tiempos, en que la juventud me permitía sentir que el mundo solo giraba a tu alrededor. Y de otra más, si se me permite, la extraña sensación en la mirada de un viejo, pues eso ya está más que claro, que sabe que lo mejor es guardar para sí los mejores recuerdos que se tienen en la vida, pues es bien sabido que los viejos solo viven del recuerdo, que al ser expresados, los demás no podrán distinguir en la verdad que puede haber entre las palabras del recuerdo y la senilidad que los años hacen que el recuerdo se difumine entre el sueño, el deseo frustrado y lo que acaeció.

 

            Todo esto demuestra la confusión en que caí al sentir tus palabras, llegadas a mí como un eco del recuerdo lejano, de una voz inconfundible que permanentemente me ha acompañado en susurros por tantos años, mantenida en la esperanza de que resucitaran como fresca voz que nunca se hubiera marchado.

 

            Leer y releer tu carta me reconforta y me emociona, tanto que nubla la vista y el recuerdo, haciendo aflorar todo ese sentimiento retenido por el paso de los años ya pasados que incómodos se mantuvieron en lo más recóndito del corazón.

 

            Palabras que, en una palabra, borraron tantos años de ausencia, reconfortados sí, pero dolorosos igualmente, por esos años de abandono. Porque aún en la desesperanza, o si lo prefieres, en la esperanza otrora perdida, en lo más profundo del corazón sabía que compartíamos el sentimiento eterno que nos unió y que con todo, vicisitudes y temporales olvidos, debía permanecer, como efectivamente han permanecido y permanecen, a pesar del tiempo y la distancia.

 

            Curiosos aspectos de la vida, pienso ahora, cuando los años han pasado, mil veces imaginando lo que habría sido de la vida sin la separación, sin ruptura, no se hubiera sucedido. Alternativas varias que pudieron haber sucedido y que en mi cabeza sucedieron al verlas evaluadas en el deseo de su reflejo en el tablero de la vida. Pero todas ellas simples conjeturas que no se dieron, por motivos del azar de la vida, mientras la vida seguía su curso, el uno sin el otro, siendo el uno para el otro.

 

            Visto en la distancia, la intensidad fue más que suficiente y con ella, la vida grabó en el corazón todo aquello de que era merecedor.

 

            Ya hoy no debe haber arrepentimientos, el tiempo simplemente transcurrió como debía hacerlo, en ese decurso que se llama destino, aventura a la que es imposible desligar, pues somos convidados como espectadores obligados a participar de acuerdo al libreto preestablecido, en el que no vale la improvisación.

 

            Extenderme quisiera, explayarme en las quejas contra ese destino, pero te aburriría con discursos bien de reclamo, bien de comprensión, bien también de añoranza infructuosa.

 

            No sé si como llegó tu carta llegue mi respuesta, la que ha de ser leída también en entrelíneas, cuya profundidad es mayor que las palabras escritas, para no dejar en evidencia ni prueba alguna de un sentimiento que no ha de traslucir, a pesar de la permanencia del tiempo que ha pasado.

 

            No sé tampoco si esta respuesta te asustará y hará que nuevamente te evapores en el tiempo, pero es riesgo que he de asumir, pues son palabras que resurgen con el recuerdo de otros tiempos.

 

Seguimi, cara mia, salta quel muro con allegria[1].


Tomada de Facebook



[1] Ahora, mírame querida mía, ¡Y salta esta valla con alegría! https://context.reverso.net/traduccion/italiano-espanol/cara+mia

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