Es un click, aunque para mayor precisión es solo pulsar el obturador, pues las cámaras de hoy ya ni hacen click. Son muy sofisticadas.
Ese click, llamémoslo así, es la
captura de un instante, de un todo captado en una milésima de segundo, pero que
recoge la esencia del instante, que le hace perdurar por toda una eternidad,
que le hace eterno, como el capturar una flor, viva en ese instante, perdurable
mientras exista la foto; o el pájaro enfocado, cuya vida intrascendente queda
reflejada por los años en que esa foto perdure, más allá de su propia vida.
Son objetos inocuos, testigos mudos
de un instante, según leí en alguna parte. (Me hubiera gustado que esa frase
fuera mía, pero en un instante, la plasmó Donato Calleri, aunque con otras
palabras, creo recordar).
Pero si la foto es un reflejo de lo
que fuimos? De nuestra niñez, juventud o adultez? O la de un ser querido que
aún perdura o de quien ya se fue? Y bastó un instante para que perdurara en el
tiempo y con ella lograra que se aglomeraran los recuerdos a través de ella y
de ella misma.
Pero, además, la foto no es solo la
imagen que refleja. También tiene su trasfondo que no percibimos, por estar centrados
en la imagen principal. Es un rostro que visto en detalle trae consigo una
serie de invisibles recuerdos, de una mueca simulando una sonrisa, o de una
boca reflejando la alegría de ser fotografiada, o la insinuación de una arruga
no vista en su momento, que conllevaba el paso del tiempo que se venía con ella
o de unos ojos relucientes llenos de vida. Son detalles que pasan
desapercibidos.
Y qué decir de la ambientación que viene con ella. Una biblioteca
al fondo, dejando percibir los gustos literarios o el recuerdo de cómo se
adquirió una colección. O un florero con flores perennes o el estilo de vida
que en su época se estilaba. Todos ellos también contienen recuerdos, muchas
veces olvidados.
Una fotografía contiene mucho, contiene demasiado, pero siempre
rodeada de recuerdos, inolvidables, eso es cierto.
Llegaba (…) con sus cámaras y el único
objetivo de detener el tiempo. Todo quedaba congelado bajo el resplandor del
flash. Nada cambiaba desde el instante en que el objetivo lo establecía así.[1]
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