Muchas veces durante el día se siente una carga sobre los hombros que no se sabe de dónde proviene ese nerviosismo generador de cierto miedo, de cierta culpa que a ratos se siente como ajena.
Y uno se pregunta de dónde proviene
esa carga; luego, claro está, de verificar que no hay problemas económicos, de
pareja, familiares, pero que en la práctica y en cualquier caso se siente como
carga con sentimiento de culpa, que de tanto rondar termina uno creyéndose que
la carga es cosa de uno, es culpa de uno y de la culpa al estrés solo hay un
paso.
Repasadas las causas en las que uno
sea o se sienta el responsable, al no tener los problemas mencionados, solo
queda una conclusión: todo es imaginación, todo es imaginario, pero aún así se
siente ese noséqué cargado.
Y haciendo la evaluación
correspondiente solo queda pensar en qué momento empecé a sentir esa sensación
incómoda. Bien mirado la sensación nació con el levantarse, al momento de
despertar, lo que me llevó a pensar que el culpable de esa carga indeseable fue
un sueño, el que antecedió al despertar, ese sueño tenido que es envidioso, que
no puede ver a un pobre acomodado, pues los sueños, como dije, son envidiosos
al ver a alguien en su mediana tranquilidad, además de ser anárquicos y de
hacer de las suyas en medio de la noche e imponerse haciéndose sentir, en la
oscuridad de la inconciencia y abusando de su posición subconsciente para
convertirse en un vengador, en un vengador de alguien que no debe nada.
El gusano de la duda se escondía bajo el suelo
de su pensamiento.[1]
[1] Fama y muerte. Raúl
Garbantes.
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