viernes, 4 de noviembre de 2022

CLARCKSON’S FARM

            Una serie de televisión de un periodista automovilístico que hizo buena plata, inglés para más señas.

             Tenía su hacienda desde hace años pero el manejo estaba en manos de expertos y él solo veía los rendimientos. La hacienda tiene 1000 hectáreas, no sé cuánto es eso pues no distingo entre un acre, una fanegada o una finca y mi imaginación no da para tanto, solo sé que era bien grande. Un citadino como yo no conoce de agrimensuras rurales, ni se las puede imaginar, pues para nosotros 100 hectáreas puede ser igual a cien mil metros cuadrados, qué se yo; igual me pasa cuando dicen que tiene un número determinado de campos de fútbol. Nada más pensar que Colombia, según me enseñaron en el siglo pasado tiene un millón y pico de kilómetros cuadrados y en el mapa lo veo chiquitico.

             Cualquier día se pensionó quien manejaba la hacienda de Clarckson y a él le dio por ser hacendado, sin tener ni la más remota noción en lo que se metía. Se volvió hacendado de la noche a la mañana y naturalmente ya se pueden prever los resultados.

             Le dio por ser ganadero y a criar ovejas; le dio por ser piscicultor y a hacer la piscina correspondiente; le dio por los cultivos y hágale pues; le dio por poner una tienda de productos de la tierra y la hizo; y así ocho capítulos de la primera temporada en que uno termina riéndose de las barbaridades que hace, de las cagadas que comete, pero el hombre tiene plata y se puede dar los lujos.

             Lo que no sabía era que todo tiene su comba, que no es tan fácil ser campesino y llevar una vida que así lo exige, que hay que levantarse muy temprano y no saber a qué hora se acuesta. Que cada día le trae una sorpresa, agradable o no y que hay que joderse en la vida. Estando en Inglaterra, el clima no era el más favorable, por exceso de agua o por falta de ella.

             Pero enseña, uno no debe meterse en lo que no sabe y de otra parte, aún aprendido, la vida campesina es muy dura y ahí fue cuando comencé a considerar realmente lo que se jode un campesino por sobrevivir, me quito el sombrero ante ellos y todas sus vicisitudes, la vida no es nada fácil para ellos, pero afortunadamente la disfrutan.

             Ser campesino es cosa bien jodida y uno, citadino, ni siquiera se la imagina. Pero eso sí, me he reído mucho viendo la serie, que igualmente me llevó a recapacitar. 

Me resulta impresionante entender cuánto puede cambiarnos la vida en tan poco tiempo por una decisión. No importa quienes seamos, lo que tengamos o lo que hayamos logrado. No podemos escapar a nuestro destino. [1]

Tomada de Google


[1] Juro vengarte. Raúl Garbantes.


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