Ya son muchos los momentos que la vida me permite echar globos en el pensamiento, es parte de la vida de los pensionados, libres de muchas cargas, aparentemente sin mayores preocupaciones y si no se tienen, uno se las inventa, o al menos eso hace el cerebro por su lado.
Pensaba
en la democracia, en aquello que dijo Lincoln en su oportunidad de que su
definición era por, para y con el pueblo. Bonitas palabras claro está, como
para un apuntamiento en cualquier libro de autoayuda, pues, en la realidad, de
aquello no hay nada, así haya ilusos que piensen lo contrario. Basta con
preguntarles (a los ilusos, claro está) cómo han cambiado el mundo con la
cacareada democracia.
Y
me llamó la atención algún caso patente. El mío, en particular. En las últimas
elecciones, nadie ganó en primera vuelta. En segunda debía uno elegir entre dos
demagogos picarones, la opción era elegir el menos pícaro, lo que resulta
irónico, elegir entre dos ladrones, (y me hace acordar que a Cristo lo
crucificaron en medio de dos ladrones, aunque uno, según la Biblia, era el buen
ladrón; nunca he sabido a qué se refería, pues se es o no se es, me digo). Y
eso es democracia. Pero es muy triste.
Otro
ejemplo, el español, en que el que gana pierde, porque no tiene mayoría
decisoria en el congreso y el que pierde gana, aliándose con gente poco proba,
aunque el que pierde tampoco lo es, según dicen las malas lenguas. Y eso
también es democracia. Pero es muy triste.
Seguramente
si me tomara el tiempo para hacer un seguimiento a las actuales democracias y
al sistema en sí mismo considerado, tendría más casos para respaldarme, pero me
decía: para qué deprimirse, si no soy nadie para opinar ni para solucionar el
problema, aunque haya ilusos que creen que sí.
Entonces ¿quién soy yo para opinar al respecto?
Y
para que vean que me dedico en mis largos ratos de ocio a echar globos, sobre
esto no era de lo que quería hablar, pero estando en mi imaginaria Capadocia,
paso de globo en globo, sin pena ni rubor.
… era un hombre que nunca había tenido la sensación
de no tener un control absoluto sobre su existencia, y comprendía por primera
vez en su vida que se encontraba en una situación que no dominaba.[1]
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