Por redes sociales
me llegó un nuevo mensaje que me identifica mucho y el mismo título lo hace: *MI MALA REPUTACIÓN*, al parecer anónimo, y creo que
así lo es, aunque mi reputación ya me tiene sin cuidado, con la edad, son cosas
que pierden importancia y ya ni afecta el reconocerlas, será porque ya uno no
tiene mayor cosa que perder.
El mensaje dice textualmente y dentro de él no habría mayor cosa qué corregir:
Mis deficiencias son muy graves:
Yo nací blanco, quien nace blanco ya es considerado
racista, aunque no sea así.
Nací en una familia trabajadora, entonces soy
burgués.
No voto por esta "izquierda" , lo que me
hace fascista.
Soy heterosexual, lo que me convierte en
homofóbico.
Valoro mi identidad y mi cultura, lo que me
convierte en xenófobo.
Creo que el macho y la hembra de la especie Homo
Sapiens fueron, en la mayoría de los casos, grandes socios y mutuamente
responsables del éxito de la especie, lo que me hace misógino.
Me gustaría vivir con seguridad y ver criminales en
prisión, lo que me convierte en un torturador.
Quiero que respeten mi forma de pensar y mis
creencias y no me hagan pensar que lo anormal suele ser relativo, lo que me
convierte en un represor.
Creo que los subsidios eliminan el esfuerzo por
trabajar y socavan la dignidad de las personas, por eso soy insensible.
Creo que cada uno debe ser recompensado según su
productividad, mérito y capacidad, lo que me convierte en un egoísta
antisocial.
Fui educado en valores y principios, lo que me
convierte en un oponente del bienestar social.
Creo en Dios, por eso soy un fundamentalista
religioso.
Creo que los culpables de violación, ladrones,
traficantes, estafadores, deben ser encarcelados, pagar la deuda, no tener
ayuda, perdón para volver a casa, habeas corpus, ni tobilleras, pero, trabajar
para pagar su custodia, su ropa, agua, luz y comida. Entonces,
se me considera prejuicioso y contrario a los derechos humanos.
Esta es una pequeña y breve reseña de mi mala
reputación.
Esa
es una breve descripción de lo que me hace mala persona, para la mayoría de
gente, porque si se me permitiera el listado aumentaría exponencialmente, pues
tengo una buena parte de espíritu dictatorial, exigente, hasta prepotente dirá
alguno y unos cuantos defecticos por ahí escondidos, pero por hoy es mejor
dejar así el discurso.
A pesar de todo encaja con el resto de su
vida. No llama la atención. Nadie sabe de él. Ningún tipo de altercados a su
alrededor. Simplemente, vivía. Y, simplemente, murió.[1]
[1] Pasaje de las sombras. Arnaldur Indriðason.
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