Queremos ser, pero no podemos.
Quisiéramos
ser, pero no nos dejan.
Queremos hacer
pero o no podemos o no nos dejan.
De
la misma manera, tampoco dejamos ser, de algún modo, de alguna manera.
Es
un eterno retornar, sin retorno; sin saber en últimas si queremos ser o si nos
dejarán serlo o pudiéramos ser, intentándolo, pero el círculo es vicioso y
tampoco dejamos ser; he ahí el detalle.
Así
ha de ser la libertad condicional. Es lo que parece.
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