viernes, 31 de mayo de 2024

ANTAÑO

             Antaño, es decir hace demasiados años, podía recitar la historia de este país, lugares, fechas, personajes. Hoy todo eso o casi todo eso lo he olvidado, sin darme cuenta, y solo lo refresco cuando de tiempo en tiempo me da por dar un repaso a esa historia tan nuestra.

             Ya no puedo dar fechas ni personajes con seguridad, ni aún en la historia que medio siglo del pasado viví, agregándole un tercio más del presente. Ya no recuerdo en qué año gobernó Turbay, Uribe o López Michelsen, a pesar de haber vivido en sus épocas, pero no importa, tampoco me importa, como poco me importa lo que actualmente pasa, a pesar de vislumbrar un futuro cercano poco halagüeño, todo por la demagogia y la testarudez de un seudo izquierdoso al que le encanta la vida burguesa y yendo más lejos, a lo mismo a lo que se acostumbraron las lumbreras rusas a costa de… mejor dejemos así, que no se trata de otro discurso contra la actualidad, de la que abomino, de la que me da vergüenza.

             El cuento venía gracias a una lectura que estaba teniendo[1], interesante libro de una historia generacional, tal vez inocua en otro contexto, pero tan bien contada que da gana su lectura. Y lo interesante es que a lo largo de la historia familiar, se ven narrados los aconteceres mundiales de cada época, en cada uno de los momentos de la narrativa familiar.

             Y es por ello que me preguntaba cómo durante lo corrido del fin y del nuevo siglo, han pasado cosas que han venido haciendo historia -naturalmente por los que la escriben- y veo cómo se repite y se repite, no en lo bueno claro está, porque a pesar de los cambios tan rotundos que han sucedido en menos de cien años, tampoco ha cambiado mayor cosa la humanidad, la misma politiquería, la misma corrupción, la misma inseguridad, aunque al parecer más galopante y tan notoria como en la edad media y el renacimiento y prefiero no seguir esta línea, para no seguir desviándome.

             La conclusión es que la historia ha pasado frente a mi puerta, pero como la puerta ha estado cerrada no la he sabido ver, y me digo si eso ha sido afortunado o no, al menos para mí, haberla visto pasar desde la ventana como quien ve una procesión a la que no ha sido invitado y en la que no es necesario persignarse, porque no requiere de ese voto, exprofeso, por demás. 

Ya. Pero a veces lo que dejamos no nos abandona.
El tiempo perdía espesor.[2]

Tomado de Facebook
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[1] La octava vida (para Brilka) - Nino Haratischwili

[2] Moscardón azul. James Sallis.

miércoles, 29 de mayo de 2024

MODAS

             No sé si en algún momento me referí a los desfiles de modas y sus maniquís, pero quisiera hablar de las pasarelas. Desfiles de modas que parecen… no sé qué parecen, sinceramente.

 

            Nada más ver las posturas de los modelos (entiéndase la palabra como el genérico), generalmente anoréxicas y mal alimentadas, sin sabor alguno, con mirada de bacterióloga[1], sin expresión, sin emotividad ni sentimiento y con esos solos ingredientes bastan para despreciar esos desfiles.

 

            Y las modas, los trajes (si así se pueden llamar) que rayan en lo ridículo, Dios nos libre, nadie en su sano juicio sería capaz de ponerse un esperpento así, extravagantes, estrafalarias, imposibles de lucir y de poner.

 

            Nada más ver a actores y actrices en la gala de entrega de algún premio con vestimentas que solo se ponen para llamar la atención, sin necesidad, de las que solo se recomendarían a un enemigo. A mí, además de vergüenza ajena, me da risa, por la ridiculez de ponerse algo que ni va con ellos ni les luce y que al parecer son una tortura para ponerse y para sobrellevar.

 

            Pero eso es la moda, el hazmerreír que la hipocresía no deja traslucir, porque es precisamente la moda, modelos y prendas estrambóticas y hasta ese punto ha llegado la humanidad, pero esa es nuestra humanidad, un chiste completo.

 

            Y eso que estamos supuestamente en un mundo claro y estructurado, frase que oí por ahí, la cual también me hizo reír y sonrojar, por la estupidez de una realidad inexistente.

 

Ni siquiera recordaba haberla puesto en marcha, en un canal en que emitían uno de aquellos programas de juicios que estaban de moda, el Juez nosequé o nosequemás, los jueces reducidos a caricaturas (un neoyorquino brusco y sarcástico, un tejano con mucho acento), los participantes tan imbéciles que aprovechaban la más mínima ocasión para que su imbecilidad se emitiera por todo el país, o tan despreocupados que no tenían ni idea de lo que hacían.[2]

Tomada de Facebook
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[1] Aquella que mira al resto de mortales como si fueran una mierda.

[2] Driver. James Sallis.

lunes, 27 de mayo de 2024

ARACATACA ESPERA

                 Una canción que armó el tierrero. No le había parado bolas a la noticia, me parecía intrascendente, hasta que empezaron a salir memes defendiendo o criticando a los personajes del cuento. Encontré el resumen de todo en lo siguiente: La canción titulada “Aracataca Espera”, le hace ciertas críticas al fallecido escritor, “Al escritor García Márquez hay que hacerle saber bien que uno la tierra donde nace es que debe querer y no hacer como hizo él que su pueblo abandonó y está dejando caer la casa donde nació”, dice su letra[1].

                 Un tema sensible y como leí por ahí en alguna respuesta:

 

 Me dio por terciar en el tema.

                 Toda verdad tiene dos caras y hasta tres (la mía, la suya y la verdad verdadera, leí en alguna oportunidad). Y eso de la nacionalidad las tiene igualmente, el que se fue, se fue y debe estar agradecido del lugar que le acogió y que le está manteniendo y más cuando ha obtenido la ciudadanía correspondiente, si lo logró y si así lo quiso no pretenda orinar en tricolor con lágrimas cada vez que oye de su país de origen, pues de ser así debería estar en él y no añorándolo, pero como somos así, al menos los colombianos que si no estamos criticamos y si estamos, también, no hay de otra.

                 El sabor que siempre me quedó de García Marquez era que su mentada Aracataca, pueblo ínfimo y olvidado de la costa, como tantos otros de este país, subió a la mente por el solo hecho de que el escritor hubiera nacido allá, pero nada más, no da para otra cosa para pasar a la historia, si he de ser sincero. Un incidente histórico nada más, histórico porque allá nació un Nobel, pero de resto no pasa de ser, como dije, un pueblo mísero propio de la costa. (Ya sé que más de uno se va a ofender, dirá que soy un blasfemo, pero las cosas como son).

                 Armar todo un problema por una canción, dos cantantes y un escritor, cuyo tema resulta a la larga intrascendente, armar toda una polémica que no lleva a ningún lado, seguidores y fanáticos los habrá en ambos lados y ambos pueden tener razón, puede que no la tengan, pero a la larga, a quién le importa si eso ni quita ni pone a la vida de cada cual, aunque lo importante es armar un mierdero para ver qué pasa y de paso distraer a la gente de asuntos que resultan más importantes.

                 En conclusión, así somos los colombianos, pendejos a más no dar. 

Viéndolo chapotear en el agua, nadie diría que era toda una celebridad; que todo el planeta estaba pendiente de cada uno de sus movimientos; que las potencias mundiales temblaban ante él. Y pensar que era uno más, como cualquier otro.[2]


miércoles, 22 de mayo de 2024

PISADAS

             Solo deja tus pisadas y llévate tus recuerdos[1].

             Eso me llevó a pensar en el negocio del ecoturismo, palabreja que se impuso por estar de moda, nada más, más que por su propia significancia pero negocio es negocio, no importa los efectos colaterales.

             Eso también me llevó a pensar a la moda del narcoturismo que se impuso en ciertas ciudades, de dar un tour por los sitios en que habitó la plaga del narco, como si hubieran hecho algo bueno por la humanidad, pero así somos.

             También me recordó la placa que había puesto en la casa de Valle Inclán que anunciaba el lugar de su nacimiento. Pero más ilustrativa la placa que puso el vecino: Aquí vivió el vecino de Valle Inclán.

             Y volviendo al ecoturismo, por ejemplo Cañocristales, con el blablablá del guía, recomendando que pueden meter los pies en el río aún a sabiendas que van con los pies sudados y la pecueca andante, lo que de alguna manera termina contaminando lo que debía protegerse. Cuestión de modas y de estúpidas modas. Hasta dónde llega la estupidez de las modas y del ser humano.

             Por eso viajero, déjate las pisadas y llévate contigo tus recuerdos. 

Sí, es cierto, somos un pueblo que se mira a sí mismo con ojos ajenos. Por desgracia, ya no sé de quién proviene esa frase.[2]




Tomado de Facebook
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[1] Un dicho de una tribu australiana, según oí en un programa de la DW.

[2] La octava vida (para Brilka) - Nino Haratischwili.

lunes, 20 de mayo de 2024

EL VOTO MORTAL

             Una serie coreana de Netflix, como la del Juego del calamar que alguna vez cité como demostración de la miseria humana. Esta, de otro contenido, pero que también muestra otra faceta de nuestra propia hipocresía. La justicia. Siempre que oigo la palabra viene a mí la definición de Ulpiano: Dar a cada cual lo que es suyo. Simple y profunda definición que no requiere del saber de un abogado para interpretarla, porque ni siquiera requiere de interpretación alguna (cuando la ley es clara se atenderá su tenor literal, enseña algún código o con mayor precisión: Cuando el sentido de la ley sea claro, no se desatenderá su tenor literal a pretexto de consultar su espíritu). Del saber popular: ni se compra ni se vende, pero al pueblo no hay que hacerle caso, piensan abogados y corruptos, pues la ley es solo para los de ruana.

             Pues bien, el voto mortal trata de que presentando evidentes pruebas, en materia penal, se pone al público en red para que vote si es inocente o culpable, aunque se sabe de antemano que es culpable (a pesar de la presunción de inocencia que siempre se ha volteado a mejor postor) y culpable a pesar de que la justicia lo haya exonerado. Precisamente, por la inoperancia de la justicia, de su corrupción y de su manipulación se expone al culpable para que sea el que esté en red el que vote, democratización de la justicia, se podría decir. Si supera el cincuenta por ciento es hombre muerto e incluye a todo tipo de criminal -violadores, pedófilos, asesinos, corruptos y demás parte despreciable de la sociedad-.

             Viendo el programa y las pruebas presentadas creo que yo sería el primero en votar para la eliminación del elemento, porque no hay derecho a que tales seres sigan libres, vivitos y coleando y haciendo de las suyas. Sé de antemano que en las redes se manipula la verdad y pueden presentarse falsedades, comúnmente, ese es el peligro de que la inocencia caiga en sus redes y cualquiera diría dura lex sed lex (dura es la ley, pero es la ley, aunque no sea del todo cierto).

             Entonces vienen los problemas éticos y de moral, el de justicia por propia mano y todas las galimatías que pueden generar los filósofos y naturalmente abogados; hay cuerda para ambos lados y se puede tensar tanto como se quiera o tanto como se pueda comprar.

             Es por eso que no creo en la justicia ni en los jueces ni en los abogados ni en ninguna de esa ralea porque está demostrado que la justicia se compra y se vende, a mejor postor, a mejor amenaza, porque usted no sabe quién soy yo! Confieso que perdí la fe en la justicia.

             Y con todo sigo pensando que se debería someter a veredicto ajeno a esa actual justicia, en donde con seguridad y seguro de las pruebas presentadas, mi veredicto sería de condena, sin agüero, a lo romano, puñito hacia abajo y listo, solucionado el problema, para qué mantener esa ralea humana en prisión si, de una parte no es regenerativa ni correctiva y de otra, los estamos manteniendo sin contraprestación alguna, al menos se podría aprender de la historia, cogerlos a todos y usarlos gratuitamente la mano de obra en carreteras y látigo para el que no quiera.

             A lo largo de la serie me he visto apretando el botón de culpable y me he sentido bien, a pesar de lo que digan ética y moral, porque no es justo, dentro de mi pobre concepción.

 

            He dicho.

 

—Una parte de mí desea sobre todo que vuelva el civismo, Lew. Que las personas digan por favor y gracias, y se abran la puerta unos a otros, que cedan el paso al conducir, que se traten con serenidad y cortesía. A lo mejor es algo así como un sueño republicano, recordar algo que nunca existió y tratar de recrearlo.(…)

—Otra parte solo quiere que todo se detenga de una puta vez, la delincuencia, los asesinatos, y a esta parte le trae sin cuidado cómo. Esa parte me asusta. Al cuerno el civismo, dice. Al cuerno los derechos individuales, el procedimiento legal, la igualdad de protección ante la ley. ¿Constitución? ¿Democracia? ¿Derechos Civiles? Bonitas ideas, tíos, realmente bonitas. Aferraos a ellas, ¿vale? Pero por ahora guardémoslas en sus estanterías respectivas y sigamos con la vida real, hagamos nuestro puto trabajo.

Volví a pensar en cómo, a causa de la pobreza, la polarización y la delincuencia, nos hemos convertido en una nación sin ciudades auténticas —solo aldeas valladas que se empujan unas a otras— y puesto que no tenemos ciudades, puesto que nos asusta cada vez más aventurarnos y comprometernos con el mundo, y porque en nuestros recreos tenemos juguetes como la televisión y los ordenadores en línea, los cuales suponemos que nos conectan, cuando en realidad nos aíslan, nos alienan y nos reducen cada vez más, nos hemos convertido en una nación sin cultura. Sospecho, claro está, en lo más hondo de mi corazón liberal, que todo está íntimamente relacionado. Que la pérdida de las nociones de comunidad y cultura erosiona el alma.[1]

Tomado de Facebook
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[1] El ojo del grillo. James Sallis.erosiona el alma.


viernes, 17 de mayo de 2024

INSOMNIO

 

Nunca más solo que a las tres de la mañana. Despierto sin motivo, el rostro de la noche te mira fijo.

—Las tres y dieciocho.

Vale. O sea que aquella luz matinal en la ventana solo es la imaginación. Demasiada noche queda.[1]

             Al haber adelantado la hora de sueño, saliéndome de la costumbre habitual y después de haber dormido, profundamente creo, durante unas dos horas, algo me despertó y me dejó en vela sin posibilidad de volver a conciliar el sueño y con plena conciencia la imaginación se hizo cargo del cerebro. Nada de racionalidad, nada de realidad. Silencio, oscuridad, penumbras, los ingredientes necesarios para el inicio de una noche de insomnio.

             Un primer esfuerzo fue el de mantener los ojos cerrados, aunque la oscuridad externa era patente, pero de esa manera pensaba, como en otras oportunidades, obligar al sueño a retornar por su cauce natural. De nada valió. Media hora dando vueltas, ojos cerrados, intento de adormilamiento, pero al parecer estaba escrito que nada de lo que hiciera haría volver al sueño, porque ya se había despedido, ya había recargado lo suficiente y no deseaba retornar, pareciera decir.

             Nefasto momento de indecisión que puede llevar una media hora adicional para definir cómo asumir la situación.

 

            Primero el silencio, aunque si se es preciso, se trata del silencio propio de la noche, del propio de la madrugada. Porque a lo largo de la noche se presentan varios silencios, si es que se puede hablar del silencio en estricto sentido, pues siendo minucioso, no existe el silencio, salvo en las celdas de los servicios secretos que lo usan como una tortura y, pensándolo bien, el silencio absoluto dicen que es verdaderamente torturante.

             Pero sin desviarme, solo puedo hablar del silencio nocturno ese que se genera luego de acostarnos, pues antes pasa totalmente desapercibido, como el silencio de un parque al que no estamos acostumbrados a oír con su arrullo de canto de pájaros, del roce de las hojas de los árboles. En fin, es el silencio en que se hace audible el paso medianamente constante de vehículos; el del avión que en la distancia se despide de la ciudad, cuya presencia permanece hasta la media noche; el sube y baja del ascensor; los vecinos en sus actividades que se alistan al reposo.

             Luego viene el silencio de la medianoche, ya silenciado el paso de los aviones, esporádicamente el ascensor suena y el paso de vehículos se reduce igualmente, dando paso al silencio de la madrugada, ya más apacible, más tranquilo, más sosegado, el que se deja sentir en su inmensidad, porque ya ha desaparecido la intensidad de la actividad diaria. Eventualmente se oye el motor de algún vehículo trasnochado, al igual que se oye el anuncio de las puertas de acceso de algún durmiente extraviado, porque cosa curiosa, siempre hay alguien que regresa tarde, tal vez demasiado tarde. Esos sonidos se vuelven más intensos a pesar de no serlo, tanto que si es vehículo permite reconocer si se trata de un bus, un camión o simplemente de un sedán retrasado por algún fugaz amor. Se puede oír el tictac del reloj de pilas o la recarga automática de la nevera que en otros momentos pasan totalmente desapercibidos.

             Solo hay que saber escuchar y el silencio hablará de hábitos, de actividades, de costumbres y de rutinas, así como de una que otra vez de silencio total o de pasiones terrenales.

             Hasta aquí puede no haber problema, éste inicia con la oscuridad y sus sombras, cuando los ojos no pueden estar cerrados en medio de la noche, al no ser posible distinguir esas sombras o, al menos, posibles de controlar.

             Dije que en estos casos era la imaginación la que se hacía cargo del movimiento cerebral, las sombras en el silencio de la madrugada pues antes era intrascendente su presencia. Y es así porque las sombras con sus imprevistos movimientos, sus constantes cambios, invitan a los fantasmas, haciendo visible formas en donde no las hay, sensaciones que invitan más al miedo que a la reflexión. Una luz extraviada se enciende y deja ver algún tímido fulgor, un viento que choca contra la ventana produciendo movimiento, un aullido en la distancia, una queja lastimera dejándose sentir fácilmente, permiten que la imaginación se haga cargo y ya sabemos lo que pasa cuando dejamos que ella se acomode en nuestra cabeza, hacen surgir fantasmas, gnomos, demonios y de ahí hay un paso a que el miedo se imponga.

             Esto de la imaginación no es un cuento ni imaginación mía, es tan real como lo plasma una película de terror.

             Para los efectos de mi insomnio desdichado, bastó con pensar o decirme en silencio: déjese de maricadas que sombras son sombras, sonidos son sonidos y los fantasmas no existen, como las brujas, pero que las hay, las hay.

             Tal vez después de un buen rato, largo por decir lo menos, y ante tanta inercia mía notaba que el aburrimiento estaba calando y el sueño se veía cada vez más lejano. No se asomaba por ningún lado, ni siquiera entre las siniestras sombras, era invisible o se hacía el pendejo, además del cansancio propio del estar cambiando constantemente de posición y ello me llevó a la disyuntiva: coje la Tablet y se pone a jugar o se pone a leer. Opté por la segunda, a sabiendas de que siendo una buena lectura la que tenía, la ambientación podría hacer llegar al sueño. A pesar del intento tampoco funcionó, el sueño era reacio y no sabía por qué. No había causa, no había razón y me reprochaba que un pensionado no se merecía eso al no haber una razón de preocupación que alterara una rutina tan permanente. La última hora la pasé jugando y ya, tal vez por el cansancio o qué se yo, el peso de los párpados empezó a sentirse, aunque es cierto que sin fuerza ni vigor, pero algo era algo y mirando en la penumbra por última vez al reloj, ya casi cerca de las cuatro de la mañana me obligué a cerrar los ojos y adoptar posición. No sé qué predisposición hay pero entre tres y cuatro de la mañana generalmente se presenta un despertar, furtivo o definitivo, y eso he evidenciado en las diferentes películas cuando acaece. Como sea, al ser conscientes de que quedaban dos o tres horas más de sueño habitual me obligué a dormir y así, sin saber en qué momento, hube de disfrutar las horas de sueño que faltaban para despertar definitivamente.

             Y toda esta reflexión por cuenta de un insomnio que hacía mucho no tenía y me condolí de las personas que lo sufren permanentemente. 

… volvió a abrir los ojos para escapar de sus fantasmas, pero también la realidad parecía llena de ellos.[2]

Tomado de Google



[1] El ojo del grillo. James Sallis.

[2] La octava vida (para Brilka) - Nino Haratischwili.

miércoles, 15 de mayo de 2024

MINORÍAS

             No todo es lo que parece y me parece que ahora soy de la minoría, porque las minorías se hicieron mayorías al callar a las otras a punta de amenazas y de infundir miedo.

 

            Fui mayoría, pero al parecer he sido desplazado a la minoría, a aquella que ya no puede pronunciarse sobre las otroras minorías porque la amenaza es de ser tildado de arcaico, machista, sexista, racista y los demás istas a los que se refería Oriana Fallaci, a todos aquellos istas que fanatizan.

 

            Esas otroras minorías se ofendían con nada (ahora siguen ofendiéndose con nada), porque sí, porque no. Porque se les mira o porque se les hace invisibles, como si a uno no le estuviera permitido mirar o no a esas antiguas minorías, hoy mayorías; al menos hubo una época en que uno podía elegir, pero la sensibilidad social actual opacó a esas mayorías y nos hizo cobardes y de mayoría inexplicablemente pasamos a minorías, cobardes, hay que decirlo, pues cómo se discute con un fanático que obviamente no tiene la razón (ni siquiera mandándolos a la mierda), pero así son las cosas y de mayorías nos dejamos convertir en una minoría y lo bueno es que esas actuales mayorías, que no dejan de ser minorías, al habernos silenciado y convertido en minorías ya no saben con quién pelear. Ironía de ironías mayorías que en un santiamén nos volvieron minorías.

 

            Creo que se tenía que decir, sin ofender, aunque por mí se pueden ir a la mismísima mierda, sin ofender. Y eso me recuerda que esa fue la táctica fue común a comunistas y nazis, si mal no recuerdo.

 

Vive sobre todo para los demás. Porque los demás siempre saben mejor que tú lo que es bueno para ti.[1]

Tomado de Facebook
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[1] La octava vida (para Brilka) - Nino Haratischwili.

lunes, 13 de mayo de 2024

IMAGINA

             Atrévete a imaginar o si solo pudiera imaginar, creo que se llamaba la canción.

             Es muy rico imaginar, resucitando ciertos pasados o tratando de vislumbrar el futuro, elevándose a los cielos, viendo todo color rosa, porque esa es una forma de imaginar con optimismo, deseable, perseguible como el amor que suena a imposible, el que nunca fue, el que nunca será, tal vez, porque la última palabra la tiene el destino; irónicamente uno no tiene voz ni voto ante él, por más esfuerzo que se haga, se aparta de nuestra voluntad, a su voluntad, se aleja de nuestro querer y hace lo que debe hacer, lo que está escrito en ese destino definido de antemano, con una frase tajante: es por su bien.

             Entonces sigamos imaginando, no importa que el destino tenga otra cosa escrita diferente, al menos démosle el gusto de llevarle la contraria, así sea por una sola vez ya que uno nunca sabe, de pronto cuaja. Y naturalmente no quiero sonar como un aguafiestas, por eso imagina, tal vez ya mañana no se pueda.  

—Hasta luego, Lew. Y gracias.

Colgué pensando en que si uno no iba con cuidado, la vida podía convertirse en una larga cadena de hasta luegos, uno tras otro, hasta que un día mirabas alrededor y no quedaba nada, ni rastro de todo lo que habías esperado, postergado u obviado.

Demasiado ocupado con su futuro para traerle presentes, como decía el poema de un amigo.[1]

Tomado de Facebook
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[1] El ojo del grillo. James Sallis.

viernes, 10 de mayo de 2024

MONÓLOGO

             Leyendo algún monólogo de mi lectura diaria, al que realmente no le ponía demasiada atención por su intrascendencia, como aquellos párrafos que se dedican a describir detalladamente el entorno y el estado del tiempo y se gastan líneas en demasía para ir al grano de lo que realmente me interesa, hice una abstracción mental y sinceramente no puedo precisar si el instante en que ocurrió era que yo entraba en el libro y como espectador no invitado veía ese entorno y el estado del tiempo descrito o, por el contrario, era el monologuista el que salía del libro y en vez de palabras reflejaba imágenes.

             Supongo que fue un destello de locura de un instante, instante que superaba al mismo instante haciéndolo patente, mostrándolo evidente no como instante sino como experiencia. Sí, lo sé, la explicación es más rara que la experiencia, pero así salió para tratar de explicarme o al menos tratando de hacerlo.

             Pues bien, eso me llevó a pensar, al menos en la literatura -no me lo imagino en un libro de física cuántica- que un buen libro cobra vida ante nuestros ojos, ante nuestro pensamiento, nos conmueve, nos estresa, hacen nacer amores y odios y hasta vanagloriándonos hacen salir los lados ocultos y negros de nuestro ser, como cuando compartimos con el protagonista el asesinato de alguien que se le merecía, sin fórmula de juicio.

             Y siendo bueno el libro nos involucramos de tal manera que terminamos imbuidos en el libro mismo, sin deseos de dejarlo hasta no concluirlo.

             Y ahora rememorando el instante aquél, me veo leyendo unas palabras sin saber que las leo, simplemente viendo cómo esas palabras se traducen en imágenes que van aflorando de la página, -hacia la locura, dirá alguien- y se convierten en película que va flotando entre renglones a su propio ritmo quedándose en el olvido si se está leyendo o se está viendo una película, cuántica, diría.

             Cosas de esos instantes de iluminación que a veces ocurren, aunque con el tiempo y los avances, los libros terminarán de esa manera, supongo.

 

—Bueno, seguiré mi camino. Gracias por su tiempo.

—Yo no te lo di. Tú lo cogiste.

—Tiene razón. Pero gracias de todos modos.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Mariposas en la noche. James Sallis.

miércoles, 8 de mayo de 2024

SIGNOS

             Así puede iniciar la vida. De un punto y aparte, con o sin coma seguida o comillas disonantes y hasta de un punto y coma.

             También esa vida, está llena de puntos seguidos y de puntos finales, aún sin darnos cuenta, tildando apartes de esa misma vida.

             Es claro que se inicia de una palabra solamente -nacer- o con una frase delimitada, por una coma, por un signo de admiración o de interrogación, a cada cual lo que le corresponda, aunque siempre le seguirá un punto, seguido o aparte.

             Y también es claro que termina con un punto final, el último, el que define la terminación de esa biografía y que indica que no hay nada a continuación, nada más.

             Y pensando en el punto final, a lo largo de la vida hay muchos puntos finales, tal vez demasiados, pero necesarios. Algunos conscientes, otros inconvenientes, como indiferentes pueden ser. Unos los ponemos nosotros, otros nos los imponen y pueden ser puntos finales decorosos y hasta dolorosos, pero generalmente necesarios para poder iniciar otro párrafo u otro capítulo, porque la biografía está llena de capítulos, unos inconclusos, otros cerrados y sellados para siempre; no es uno solo, como la vida lo es, porque no lo puede ser, por aquello de que hay que pasar página, pues de lo contrario sería estancamiento, el libro no terminado, aunque también es cierto que lo dejamos así o pasamos página voluntariamente o nos exponemos a que nos la pasen sin nuestro querer, porque no puede dejar de pasarse página sería inconcebible, pues todo como tiene inicio siempre tiene que tener un final, así sea inconcluso.

             Y pensándolo, esa vida tiene comas, puntos y comas y puntos seguidos. Lo que los distingue es el espacio que se da a la respiración, corto, uno un poco más prolongado y otro que puede entonarse como una pausa con suspiro incorporado. Vaya uno a saber.

             Hasta ahora me doy cuenta de lo importante que son los signos ortográficos, simples grafías que pueden que no digan nada, pero que lo pueden tildar todo. 

Pero ¿cómo le diré? ¿La vida no es más que conjunciones, una detrás de la otra?

—Se parece más a un sistema de puntuación. Dos puntos y exclamaciones para algunos; puntos suspensivos para los demás.[1]

 

Tomado de Facebook
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[1] Mariposas en la noche. James Sallis.

lunes, 6 de mayo de 2024

QUÉ SERÁ?

             Qué me está pasando? Ya me canso mucho. A veces siento el peso de la vida, es el barómetro el que me da consuelo y con esa excusa me siento mejor.

            Olvido cosas y otras más las hago tan automáticamente que creo que las olvido, que las he hecho. Es natural para su edad, me digo para minimizar la situación.

             Ando como lento. Y qué quiere a su edad? Ya no tiene 20, ni siquiera 40, ya pasó de los 50 y hasta de los 60 y ya los está dejando a pasos agigantados, agradezca que camina, que puede hacer las cosas solo, entonces de qué se queja? Pues sí, me consuelo pensando que ya estoy viejo y miro a mis congéneres y los veo reflejados en mí, pues claro ya estoy viejo, qué más podía esperar?

             Y todo fue un sueño o el recuerdo de lo soñado, vaya uno a saber…

             Aunque seamos honestos, no me lo esperaba.

 

            Hace más de veinte años pensaba en que no me gustaría llegar a los 80 (aún hoy lo sigo pensando), pero un día desperté con esa misma sensación de pensamiento y me alertó algún pensamiento senil y en automático se hizo una cuenta matemática desafiante y desorientadora, la de cuánto faltaba para los 80.

             Mierda, me dije, faltan menos de doce años, son los que faltan por disfrutar y supongo que el sueño se cumple, voy contra el tiempo, tal como lo deseé en su momento y hay que disfrutarlos, no hay de otra, antes de que los estragos de la vida me lo impidan[1].

             Parece que esa fue la segunda parte del sueño, que como sueño, sueño es o no?

 

Siempre hacia el pasado. Kierkegaard tenía razón: entendemos nuestras vidas (si es que alguna vez las entendemos) solo al revés.[2]

Tomado de Facebook
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[1] Si dentro de veinte años puedo releer este blog, me tocará reconocer que no soy ni nunca lo fui, dueño de mi destino. Y punto aparte, no es un escrito depresivo ni desalentador, a pesar de que lo piense la siquiatría, las cosas como son. Son simples pensamientos que llegan al vuelo y como pensamientos que son, eso simplemente son.

[2] Mariposas en la noche. James Sallis.

viernes, 3 de mayo de 2024

LA NADA

             De qué se habla cuando no se habla de nada?[1] – De qué se habla? – De nada.

 

            Entonces pensé en el cielo. Vivirán todos juntos? Atosigándose unos a otros? O estarán parcelados? Vivirán en grupos según la época? Serán todos felices?

 

            O no están porque ya no existen?

 

            O todo es un invento del diablo que parece que es más vivo que Dios? Uno nunca sabe, Dios nos libre!

 

            Y si Dios es ateo?

 

            En eso pienso cuando no se habla de nada.

 

            Vaya curiosidades de la senilidad!

 

—Me imagino que debo agregarlo a mi lista, junto a la mecánica cuántica, el déficit del Tesoro y el sentido de la vida, ¿eh?[2]

Tomado de Facebook
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[1] Matar a Dios, oída la frase en esa película de Netflix.

[2] Mariposas en la noche. James Sallis.