Con toda la tecnología a nuestro
alcance y aún a sabiendas de que la ignorancia total sobre su propia estructura
y construcción, que para los efectos de un neófito poco importa dado que al
usuario lo único que le importa es que funcione, sin importar el cómo,
me encuentro con cosas que termino sin entender.
La una, el Facebook. Ahora
resulta que después de más o menos una hora de estar revisando, compartiendo y
perdiendo el tiempo en esa red, se impuso la costumbre de bloquearme por no
cumplir con sus políticas, o al menos eso dice el aviso que aparece y la única
opción que ofrece es la de aceptar, supongo que el pecado -original, para más
señas, es decir, un pecado que uno no sabe cuándo ni dónde cometió, pero que sí
heredó automáticamente- y el hecho de aceptar es decir que acepta que incumplió
esas políticas, por eso nunca acepto, simplemente voy a la x de salida y así me
rebelo -o eso creo o eso me hacen creer, porque a estas alturas ya no estoy
seguro ni de mí mismo-. Y lo peor es que no sé qué política violé porque en
todo ese rato me he limitado a compartir memes que otros han compartido -y
supongo que no han sido vetados por el hecho de que me han llegado-, los cuales
es de aclarar no contienen sexo, vulgaridad, desnudos, bulling, ni nada por el
estilo, pero me bloquean. Ante Facebook no hay cómo quejarse y de haberlo creo
que no hay nadie que pueda explicarlo, es un juez inexorable que hace lo que se
le da realmente la gana, sin fórmula de juicio. Así es.
Sigo sin saber cuál es la violación a las políticas de Facebook que hace que me
bloqueen.
Y la otra, en el celular y el PC
tengo sincronizado el whatsup. Inicialmente vale la pena advertir que ya no se
puede confiar en el celular. Uno al parecer recibe llamadas que alguna persona
dice que hizo pero que efectivamente no aparece registrada. O aparecen
realizadas pero nunca la oímos, lo que resulta que es lo mismo que no haberla
recibido, me digo para mi consuelo. Aunque eso es bueno, porque en caso de
flagrancia se puede uno excusar en esos argumentos, ya creíbles, antes
imposibles de creer – me hizo acordar de esa vieja excusa no es lo que tu
piensas…-.
Como sea, en el PC, mas no en el
celular, empezó a sonar una llamada entrante de Mónica. Cosa curiosa, ella
estaba conmigo y no estaba haciendo ninguna llamada, es más no tenía a mano el
celular, aunque pensé que podía deberse a un error de que hubiera marcado
equivocadamente la llamada y con todo la acepté (la llamada, aclaro) y
automáticamente se colgó. Segundos después volví a recibir la llamada, volví a
preguntarle a Mónica si me estaba llamando, lo cual negó y yo acepté la llamada
pero se colgó de inmediato. Con ella a mi lado, comentándole lo ocurrido,
nuevamente aparece que me estaba llamando por el Whatsup, nos miramos
incrédulos y acepté la llamada, con la consiguiente colgada automática. No
había explicación posible ni plausible ante esta situación, hasta pensé en la
segunda oportunidad de que podía estar brava y no quería hablar conmigo,
afortunadamente no fue así.
Puede pensarse que son
imaginaciones mías o hasta imaginaciones colectivas, pero así fue. Que fue un
virus, un hacker, puede ser, pero confío en el antivirus que tengo, Norton,
debidamente licenciado y lo advierto para que no piensen que todo lo mío es pirateado.
Y otra curiosidad con el
celular, a veces, como dije, no aparecen llamadas que al parecer alguien me ha
hecho y cuando me lo reclaman verifico en el historial y no aparecen o en otros
casos aparece pero parece que no sonó.
Con todo esto pienso si la
tecnología nos quiere volver paranoicos o dejar constancia de que estamos
siendo vigilados permanentemente o que son solo pensamientos de un viejo con
mucho tiempo libre. Vaya uno a saber!
Ahora lo entendía. No había respuesta. Era
como preguntarle a Dios por qué las cosas sucedían como sucedían, qué designios
utilizaba para marcar de manera arbitraria la suerte de las personas.
Tomada de Facebook
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