miércoles, 7 de agosto de 2024

INTERJECCIONES

                 Se me escapó la juventud. Ahora vivo lleno de interjecciones. El hecho de sentarme implica el pufff! ahhhh!, acompañado de un largo suspiro, sintiendo la despedida del cansancio, alejándose luego de alguna actividad que en mi juventud no iba tan acompañada.

 

                Pararse es otra interjección que indica fuerza hacia arriba, fuerza que no se tiene pero que fuerza, por el hecho de hacerse el esfuerzo, algo así como un eh! alargado (ehhhh!).

 

                Y con ellos los mejores suspiros están al acostarse, son múltiples y variopintos, son claras ensoñaciones. Levantarse es otra cosa, con interjección de esfuerzo, algo así como ver de antemano lo que le espera a uno en un nuevo día.

 

                Por todo eso supe que la juventud ya me dejó, se alejó y se cambió por un mundo de interjecciones, de sonidos ininteligibles que ni yo mismo puedo explicar, pero que cada uno tiene su debida significancia.

 

Mi vida se ha reducido a interjecciones, qué vaina!

 

            El nombre me sonaba de algo, pero no conseguía establecer de qué. Me fastidiaba mucho porque, desde hacía algún tiempo, estaba convencido de que ya no conseguía recordar bien los nombres. Me parecía un inquietante presagio del deterioro de mis facultades mentales. Una chorrada, naturalmente, porque yo los nombres jamás los había recordado y tenía el mismo problema a los veinte años. Pero pasados los cuarenta los pensamientos estúpidos se multiplican y los fenómenos insignificantes se convierten en síntomas de la vejez inminente.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Gianrico Carofiglio. Dudas razonables.

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