lunes, 12 de agosto de 2024

CUÁNDO…?

                 Cuándo dejé de pensar en lo que quería, en lo que deseaba, en lo que anhelaba mi vida, en mis deseos, en mis sueños.

                 Porque esos eran momentos que se tuvieron de joven, dicen. Soñar con ser alguien (aunque no sé qué significado tiene hoy, hoy es tan vacío… tal vez como lo fue ayer); soñar con tener cierta preeminencia, algo de trascendencia, ascender, prosperar, elegir, pensando en los años que se tenían por delante, por lo que podían alcanzarse en medio de la espera.

                 Cuándo dejé de pensar en lo que quería, me pregunto ahora que ya no se tienen esos sueños, esos anhelos, esos deseos, porque ya quedaron atrás, evaporados en el tiempo, porque ya no son posibles, al menos con la fuerza que se tuvo en la misma juventud de lejana soledad.

                 Cuándo dejé de pensarlo, me pregunto ahora, cuando ya es inútil pensarlo, porque esos años pasaron sin darme cuenta, como todo en la vida, fue sin darme cuenta, inexorable paso del tiempo.

                 Aunque también me pregunto si alguna vez realmente tuve esos deseos o al menos esos pensamientos, o es una mera imagen de algo que me hubiera gustado pensar en su momento y solo es pensamiento “consumido en la fiebre de la nostalgia”.

 

—¿Y luego?

—No lo sé. Llevo toda la vida pensando en el antes. No estoy acostumbrada a pensar en el después.

             —Ya, pero para nosotros los viejos, la edad se detiene en ciertos momentos.[1]

 

Alguien dijo que no son los sueños que no se cumplen los que vuelven la existencia inútil y estúpida, sino los que no se tienen. Siempre me ha gustado esta frase.

—Preciosa. Me recuerda otra que dijo Clint Eastwood en Los puentes de Madison.
—¿Cuál?
—«Los viejos sueños eran buenos sueños. No se cumplieron, pero me alegro de haberlos tenido».[2]

Tomado de Facebook
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[1] El peso de los muertos. Víctor del Árbol Romero.

[2] Rencor. Gianrico Carofiglio.


1 comentario:

  1. Carobloguero: algunas vicisitudes propias de la incertidumbre de futuro, mejoran con “comillas/comidillas”; aquellas propias de lo que llamas la “fiebre de la nostalgia” son propias de una “indigestión metabólica” con el pasado, para lo cual algunos sabedores han prescrito (y aconsejado a Mafalda), hacer más turismo por fuera de la aldea. Y eso debe hacerse antes de que la joroba del signo interrogativo, sea irreversible.

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