Inicia el artículo cuyo título me apropio para
este blog, diciendo: Es por eso que en
estas notas responderemos a la pregunta: ¿qué podría dejar de enseñarse en la
escuela sin que los niños y jóvenes tuvieran problema en su vida futura? Antes
de responder, sería importante que usted como lector reflexionara sobre qué de
lo que aprendió en la escuela, nunca volvió a necesitar en su vida. ¿Qué de
ello fue claramente impertinente aprender? Es muy probable que la mayoría de
contenidos que estudió, fueron olvidados con el paso del tiempo.(1)
Una primera
lectura hizo estallido en mi cerebro pensando: Ah! Ahora quieren dejar de enseñar… y entonces, cómo ha de ser el hombre
del futuro? Lo que llamamos cultura a dónde se va? Una persona culta… y
cosas así.
Pero me detuve
al retrotraerme a mi lejano pasado: mi niñez y mediana juventud. Mi proclividad
a las matemáticas no fue muy notoria, pero pasaba raspando; en otras áreas era
más afortunado. Entonces también recordé que en varias oportunidades me
pregunté: en dónde está todo el álgebra,
el cálculo, la trigonometría, aún la física y la química que tantos dolores de
cabeza me dieron en su momento? No soy matemático y sólo me he podido
imaginar a todos esos genios pensando en función del número, pero pare de
contar.
Me gustaba
el tema de las humanidades y recitaba bien acaeceres históricos y geográficos;
la literatura la iba bien conmigo, siempre y cuando fuera yo el que la
eligiera, no la que me impusieran –tal vez por eso fui reacio a leer el boom
latinoamericano y los demasiado clásicos, por eso me excusaré de no haber leído
a Shakespeare ni a los Cien años de
soledad, aunque me empezó a gustar García Márquez luego que escribió el Otoño del patriarca, cuestión de gustos.
Nada de Sábato, ni de Cortazar, Fuentes, aunque un tantico de Vargas Llosa
reconozco-.
A partir de
la lectura conocí un poco más de filosofía, religión –aún era bueno recitando
el listado de santos jesuitas, papado y otros menesteres-. En una palabra todo
lo que no tuviera relación directa con el pensamiento matemático, el que creo
me fue negado o como diría mi papá, al que no le puse atención, a pesar de su
exigencia.
Pero bueno,
según el artículo Las matemáticas que
se requieren a lo largo de la vida se aprenden en la primaria. De resto, es prácticamente
nulo lo que queda y se usa con frecuencia. El extremo de impertinencia llega al
estar calculando derivadas e integrales que más del 99.9% de los mortales nunca
en su vida volvemos a utilizar. (…)En
Lenguaje pasa algo similar. La mayor parte del tiempo escolar se desperdicia
estudiando gramática, ortografía y una literatura descontextualizada. Sin
embargo, pareciera que no nos damos cuenta de que la mitad de los jóvenes no
puede inferir en las ideas que subyacen en una noticia deportiva de tan sólo un
párrafo de extensión. (…) En
Ciencias Naturales perdemos un tiempo muy extenso estudiando la tabla
periódica, los símbolos químicos y los pesos atómicos; algo por completo
impertinente en la era de Google e Internet. Es un tiempo totalmente desaprovechado
en trivialidades, que a lo sumo nos sirve para responder exámenes del profesor
de química y para resolver crucigramas. (…)En
Ciencias Sociales no alcanza el tiempo para conocer la multiplicidad de nombres
de accidentes geográficos de los diversos contextos regionales, nacionales e
internacionales. Tampoco para intentar recordar presidentes, batallas o
periodos históricos. (…) Sin ninguna duda, la educación requiere una revolución
muchísimo más estructural de lo que piensan la mayoría de los ciudadanos.
A pesar de mi
resistencia, tiene razón el articulista. Un ejemplo, en mis tiempos de
incomprensión, es decir en los últimos años de bachillerato que terminé en un
colegio a donde íbamos a dar… esos mismos. Regentado por Tito Tulio Roa
(Gimnasio Boyacá, diferente al otro), de quien luego supe era un reconocido
pedagogo de la época. En alguna oportunidad en una izada de bandera –los que no
sepan que era eso, pueden buscarlo en internet, para ver si lo encuentran y si
no lo encuentran, no existió, reza el dicho-. Allí Don Tito hizo un
reconocimiento a un muchacho -cuyo nombre no recuerdo-, por algún escrito que
había hecho –no sé si cuento, poema o lo que fuera, al parecer perfecto- y señaló
que, si la memoria no me falla, había situaciones en la vida en que una persona
era buena para una determinada materia y para otras –aludiendo a las
matemáticas- no lo era, pero que hacía el reconocimiento público a ese
estudiante porque debería sobresalir en el arte de las letras. No sé qué fue de
él.
Y es así, algunos
tenemos desarrollada la psicomotrocidad fina o la gruesa, cosa que en nuestra
época no era importante y es más, debíamos ser derechos, se perseguía a los
zurdos. Unos eran buenos para recitar y otros para cantar, unos calculando y
otros pensando, pero a todos nos trataron iguales y nos exigieron lo mismo. Por
eso tuvimos que aprender de todo.
Bueno o no el sistema, se
puede preguntar hoy qué tanto se debe aprender en el colegio. El conocimiento
se cambió por la información y su homónimo, la distracción. Es más el tiempo
que se pasa en distracción que en conocimiento, sea cual sea el que le guste al
que sea.
Foto: JHB (D.R.A.)
[1] http://www.semana.com/educacion/articulo/julian-de-zubiria-que-es-necesario-ensenar-hoy-en-el-colegio/527540
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