viernes, 30 de junio de 2017

¿Qué no es necesario enseñar hoy día en la escuela? (Parte II) (1)

Siguiendo con la pregunta formulada, naturalmente hoy contesto que en materia de matemáticas fuera de las nociones básicas de la aritmética y la geometría –como en aquella época se estilaba- ellas fueron las que me han ayudado en todo este trajinar para saber cuánto gano, cuánto me queda y en cuánto me empeñaré y saber que las áreas se pueden calcular dependiendo de la figura geométrica. Pero pare de contar. Para quien es ingeniero, economista o calculista, para ellos la matemática habrá de ser fundamental. Y este párrafo me lleva a mi eterna respuesta: todo es relativo.

Otros me preguntarán para qué me sirvió saber tanto de Bolívar, Napoleón o Hitler? Qué obtuve sabiéndome el listado de presidentes, del santoral jesuítico o datos históricos o geográficos? Si he de ser sincero, tal vez de nada; tal vez el querer ser aceptado por ser culto? Sinceramente no lo sé, pero tampoco me arrepiento de la cultura y el conocimiento que he adquirido en toda mi vida. Diría lástima que no me enseñaron las cosas prácticas de la vida, tal vez sería culto con conocimiento práctico, pero de cualquier manera si no fue eso, la vida en su camino me ha enseñado y he aprendido de ella, bastante; algunas veces a trancazos, pero de cualquier manera todo lo aprendido a lo largo de mi vida tuvo su fruto, momentáneo, esporádico o permanente.

No me niego a la tecnología, contiene ese gustico que nos incita a involucrarnos de cualquier manera y ah! sí la he disfrutado –a pesar de no saber manejar un celular, me enredo cuando me piden un número y con eso digo todo-. Si la hubiera tenido en mi época hubiera sido genio. Hoy pienso ante tantas ideas prácticas: por qué no lo pensé yo antes?

Entonces, todo es relativo, aceptémoslo. Cosas muy buenas de la educación de antaño (hasta el detodito intelectual era bueno y más si se dejara que cada quien aprendiera lo que le correspondía, sin estar obligado a estudiar por una nota) y de hoy, la información a la mano, qué importa quién sea el presidente, basta consultarlo por internet y se sale de la duda. La cuestión termina siendo cómo equilibrar lo bueno de antaño, con lo bueno actual si todo es pasajero, todos somos pasajeros.

Por último, si mi voz tuviera valor –literal y no tan literal- siempre –ese siempre debe entenderse como parte del actual filosofar-, he pensado que los primeros siete o diez años –a pesar de la esponja cerebral que tanto pregonan profesores- deberían estar dedicados a formar al ser humano, no al hombre, al ser humano. Controlando y enseñando emociones, forjando acciones, compartiendo diferencias, cohabitando, viendo hacia dentro y de dentro a afuera –Innsaei(2)-.

Con Mónica hemos hecho el ensayo mental de cómo debería ser la educación actual, especialmente para los primeros años. La respuesta inicial fue hacer de los niños seres felices y luego decentes, lo que requeriría tener profesores felices y decentes, en toda la extensión de la palabra. Pero continuamos echando globos y como lluvia de ideas el uno dice: la respuesta es el yoga, la principal materia que se debería ver desde esos primeros años; el yoga ayuda a controlarse, a observarse y a observar al otro, a jugar con la motricidad, a concentrarse, a enfocarse, a ser elástico, a pensar en uno y en el otro, su reflejo, el prójimo, a ser virtuoso, concluiría yo. Pero suponíamos que no bastaría, sería importante enseñarles buenas maneras y costumbres, como correlacionarse decentemente, como respetarse y respetar más al diferente, que puede ser uno mismo, de esa manera se evitarían los gamines. Enseñar un poco de espejo, diría yo, cómo me veo, cómo me ven, cómo nos vemos para la convivencia social, cómo nos soportamos de la mejor manera. Qué tan difícil puede resultar enseñar a observar la naturaleza, sus procesos simples, su interacción, que sepan que los huevos no los pone Carulla, salen de la gallina y el pollito de la unión de padres (gallo y gallina, para no ser tergiversado). Enseñarles el amor predicado por los grandes filósofos (Gandhi, Russell, Confucio, Buda y Jesús, por qué no?), naturalmente sin meterse en las profundidades de la filosofía, sino como experiencias de vida. Enseñarles la felicidad, simplista, con el juego, con el compartir, con el día a día.

No sé si algún profesor se ha preguntado alguna vez qué debería cambiar, cómo debería cambiar él mismo y ponerse en los zapatos de sus alumnos, de todos y de ninguno en particular, aunque en particular de todo aquél que es diferente. La cuestión es que si el profesor no cambia, los niños tampoco y el futuro menos.

Pero naturalmente, si mi voz tuviera valor…

Mi querido amigo, sin derramar sangre la historia no avanza.(3)



Foto: JHB (D.R.A.)




[1] http://www.semana.com/educacion/articulo/julian-de-zubiria-que-es-necesario-ensenar-hoy-en-el-colegio/527540
[2] Un documental muy interesante pasado en Netflix. Corresponde a la palabra islandesa innsaei, de las difíciles de definir, que puede entenderse como el mar en el interior, según Wikipedia, o ver hacia dentro. https://www.youtube.com/watch?v=QNObzPFVJ2w
[3] Julia Navarro. Dime quién soy

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