Solo se siente
avergonzada cuando las palabras se dicen en voz alta. Pensadas no dan
vergüenza.(1)
Cambian los tiempos y la vejez se
aproxima, aunque le llamen madurez. Al escribir percibo los cambios de
pensamiento sucedidos, cambios que conducen, entre otros, a contradicciones que
se puede escudar bajo el nombre de madurez.
Ayer, hace tiempo –aclaro porque el
ayer puede ser el lejano, el de hace poco o el del mismo ayer- pensaba de una
manera, actuaba de otra, argüía diferente. Con ese paso de tiempo el
pensamiento también ha variado, acomodándose al mismo tiempo –aún con juego de
palabras-, haciéndole el quite a pensamientos que se volvieron retrógrados, que
perdieron fuerza, perdieron vivencia, como la adultez misma.
Dicen que el tiempo cura todo y que
el hoy del ayer se limita a ser eso, ayer.
Ya sabiendo que se está próximo a la
meta, el pensamiento varía, supongo que mejorando en el pensamiento mismo, al
menos eso me ha pasado, porque ya no tengo expectativas que cumplir, ni aceptaciones
que buscar, al contemplar que lo que soy, soy; que lo que fui, ya no soy y que
lo que obtuve, eso fue lo que me correspondía. Que ya puedo dormir tranquilo,
me digo, con voz de consuelo, me dirá otro.
Es notoria la transformación del
pensamiento, lo que ayer fue ha cambiado, se ha trocado, puede ser que ya no
sea, puede que siga siendo aún modificado, alterado, añadido y hasta
suspendido.
Por eso mismo cambio de actitudes –y
aptitudes, si se quiere- ya no somos lo que fuimos y, repito, lo que ayer
creía, puede que no lo crea hoy o puedo creerlo con más fuerza, con más
intensidad o simplemente haya dejado de creer.
Y a que viene todo este discurso? A
que hoy pontifico olvidando los detalles del ayer. Pregono honradez a pesar de
que antaño me llevaba los esferos que me daban para la casa; me parqueaba donde
se me daba la gana argumentando aquello de que un minutico que es que mi
abuelita está enferma; pasaba las calles sin respeto alguno –graduado en
atravesar la 10ª en aquella épocas de bárbaras naciones-; si daban papaya me
colaba, me hacía el vivo. Por eso me pregunto, cómo puedo pontificar si no
tengo autoridad alguna. Pero también me respondo –a título de inútil excusa-,
si el Papa es Papa, de cardenal podía pecar y en su nueva posición ya es inefable
y por eso pontifica!
Concluyo. La madurez, o si se quiere
la viejera, en cuanto se adquiere conciencia del final y se cambian hábitos
pasados, lavan karmas que se dejaron en el camino?
No todo lo que
parece es, no todo lo que es parece. Pero entre el ser y el parecer hay siempre
un punto de entendimiento, como si ser y parecer fuesen dos planos inclinados
que convergen y se unen.(2)
Oleo sobre papel con espátula. JHB (D.R.A.)
(1) Saramago. Claraboya.
(2) Saramago. Claraboya.
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