viernes, 24 de noviembre de 2017

AH TIEMPOS!

Solo se siente avergonzada cuando las palabras se dicen en voz alta. Pensadas no dan vergüenza.(1)

Cambian los tiempos y la vejez se aproxima, aunque le llamen madurez. Al escribir percibo los cambios de pensamiento sucedidos, cambios que conducen, entre otros, a contradicciones que se puede escudar bajo el nombre de madurez.

Ayer, hace tiempo –aclaro porque el ayer puede ser el lejano, el de hace poco o el del mismo ayer- pensaba de una manera, actuaba de otra, argüía diferente. Con ese paso de tiempo el pensamiento también ha variado, acomodándose al mismo tiempo –aún con juego de palabras-, haciéndole el quite a pensamientos que se volvieron retrógrados, que perdieron fuerza, perdieron vivencia, como la adultez misma.

Dicen que el tiempo cura todo y que el hoy del ayer se limita a ser eso, ayer.

Ya sabiendo que se está próximo a la meta, el pensamiento varía, supongo que mejorando en el pensamiento mismo, al menos eso me ha pasado, porque ya no tengo expectativas que cumplir, ni aceptaciones que buscar, al contemplar que lo que soy, soy; que lo que fui, ya no soy y que lo que obtuve, eso fue lo que me correspondía. Que ya puedo dormir tranquilo, me digo, con voz de consuelo, me dirá otro.

Es notoria la transformación del pensamiento, lo que ayer fue ha cambiado, se ha trocado, puede ser que ya no sea, puede que siga siendo aún modificado, alterado, añadido y hasta suspendido.

Por eso mismo cambio de actitudes –y aptitudes, si se quiere- ya no somos lo que fuimos y, repito, lo que ayer creía, puede que no lo crea hoy o puedo creerlo con más fuerza, con más intensidad o simplemente haya dejado de creer.

Y a que viene todo este discurso? A que hoy pontifico olvidando los detalles del ayer. Pregono honradez a pesar de que antaño me llevaba los esferos que me daban para la casa; me parqueaba donde se me daba la gana argumentando aquello de que un minutico que es que mi abuelita está enferma; pasaba las calles sin respeto alguno –graduado en atravesar la 10ª en aquella épocas de bárbaras naciones-; si daban papaya me colaba, me hacía el vivo. Por eso me pregunto, cómo puedo pontificar si no tengo autoridad alguna. Pero también me respondo –a título de inútil excusa-, si el Papa es Papa, de cardenal podía pecar y en su nueva posición ya es inefable y por eso pontifica!

Concluyo. La madurez, o si se quiere la viejera, en cuanto se adquiere conciencia del final y se cambian hábitos pasados, lavan karmas que se dejaron en el camino?

No todo lo que parece es, no todo lo que es parece. Pero entre el ser y el parecer hay siempre un punto de entendimiento, como si ser y parecer fuesen dos planos inclinados que convergen y se unen.(2)

Oleo sobre papel con espátula. JHB (D.R.A.)




(1) Saramago. Claraboya.
(2) Saramago. Claraboya.

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