lunes, 20 de noviembre de 2017

HAY DÍAS DE DÍAS


Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.(1)

Hay días en que el tiempo pasa lentamente, a su propio ritmo, contra el deseo mismo de agilizarlo para hacerlo menos monótono, menos estático.

Días en que su paso es de a pocos, sin sobresaltos. Interminables cuando vienen acompañados de un cielo encapotado, amenazante de tormenta, sin que se decida. Ayudado de ese frío de fin de año, frío gélido que no invita a otra cosa que anidar.

Y los segundos parecen aletargados en su propio tiempo, dando cada paso a un ritmo que lo único que hace es alargar y alargar el tiempo, sin que pase nada, sin que la nada suceda, porque la nada y la acción son uno, sin ser aliados, pero aletargado el acto por ese cansino andar de la nada.

Y todo el rededor igualmente estático, sin movimiento, andando con ese mismo sonsonete de la nada, que nada ayuda.

Y miro a un perro y su mirada demuestra que no le importa cómo está el tiempo, cómo pasa en lentitud, porque no le importa, tal vez no sea consciente de lo que es el tiempo y por eso no le importa. No tiene ayer, porque lo olvidó. No tiene mañana, porque para él no existe. Vive en el permanente hoy, sin preocupación del mañana y por eso poco le importa cómo anda el tiempo, pues la monotonía pareciera que se hubiera impuesto ante ellos y ante los demás.

De la misma manera veo una niña que recién aprendió a caminar. Tampoco le importa cómo está el tiempo, anda abrigada, sobreprotegida. No le importa el mañana, porque está en el hoy, es su eterno hoy, mientras no adquiera conciencia del tiempo, mientras no le sea impuesto un reloj en su muñeca, reemplazante de la muñeca.

Y veo la sonrisa inocente de niña, que apenas da pasos que le aseguren el caminar por la vida.

Y viendo esa sonrisa, pensando que es un regalo que sólo me hace a mí, me reconcilio con el tiempo, el frío tiempo y con el paso del tiempo, porque nada puedo hacer, simplemente sonreír de repetirme, qué importa cómo está el tiempo, lo mejor es cómo estoy yo. Y la sonrisa ilumina mi día y me reconcilio con la vida misma.


Imagen de Facebook (2)

(1) Antonio Machado. Extracto de Proverbios y cantares (XXIX)
(2) https://co.pinterest.com/araujo2114/no-te-rindas/

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