Nadie sabe si
olvida antes de olvidar. Si fuera posible saberlo antes, muchas cosas de
solución difícil la tendrían fácil.(1)
Me asaltó una pregunta:
Somos parte de un recuerdo? Y siéndolo, de quién? Ajeno o propio?
Mucho vivimos
del recuerdo, mucha historia, por ser historia precisamente es recuerdo y
siempre nos estamos refiriendo al recuerdo, para todo, para explicación, para
aclaración, para contexto, para ser parte del texto –de alguien más-.
Soy recuerdo de
muchos, de quienes me han conocido, de quienes me han reconocido y aún de
quienes han pasado cerca de mí y viceversa, es decir, yo de ellos. (Ya escribió sobre los rostros, va a volver a
lo mismo? Me inquiere uno de esos mil rostros que poseo. Sí, pero no, respondo, porque aquellos eran rostros, éstos,
recuerdos. Sentencio).
Pero sí, los
recuerdos son como los rostros (en efecto tema de anterior blog), porque casi
siempre cada recuerdo es acompañado por un rostro, al menos uno y si vienen
acompañados, difícil deslindarlos.
Pero me centro
y me concentro. El punto es que somos parte de un recuerdo, propio o ajeno,
real o soñado, temporal o levemente intemporal, como es el ser. Y he de aceptar:
recuerdo es pasado y pasado es historia.
Y retomo las
palabras de Abad, padre, y el título del libro del hijo, sobre el olvido que
seremos. Y cae en mis manos el periódico de hoy que dice que hace cincuenta
años (18 de octubre) murió Luis López de Mesa y si lo menciono es para traer el
recuerdo. Quién se acuerda de él? Quién habiéndolo conocido en sus facetas de
político y escritor ha leído lo suyo? Quién como yo lo tengo en mente pero sin
precisión, sin recordar haberle leído? Y según me ilustra el doctor Google, en
un día como hoy murieron: Charles Gounod, Edison, Ortega y Gasset, genios cada
uno en su andar por el mundo. Y hoy, quién les recuerda? A propósito quién era
Gounod, dirá alguien. Yo ni idea, aunque el nombre me sonaba(2). Y
eso que fueron famosos, en su momento. Hicieron historia, pasaron a la historia.
Y también en esa efeméride nacieron Klaus Kinski (así sea recordado por ser el
papá de la hija, Natasha, bocatto di cardinale) o Juan Tamarís (por Sábados
Felices), contemporáneos nuestros, que igualmente hicieron su historia y
también han pasado a ella.
Y me devuelvo,
quién soy yo para ser recordado? (y hago remembranza de otro blog que escribí
sobre autobiografía). Me consuela, de alguna manera que la gente con la que
viví, con la que conviví, con la que me encontré, me reencontré, rechacé, me
despojó, rocé o como bien dicen los llaneros, me distinguen y a las que
distingo, por no ser sus conocidos ni sus amigos, me pueda recordar en uno de
esos momentos de disipación mental, tal como me acontece a mí en los que el
recuerdo, la ensoñación, el sueño o ese algo que a veces nos hace recordar
inexplicablemente, me traen a la memoria muchos recuerdos, muchos rostros.
Y la pregunta
final: Y para qué quiere uno que lo recuerden?
Imagen Google(3)
(1) Saramago. Claraboya.
(2) Compositor
francés, por eso me sonaba. Quién no ha escuchado el Ave María cantado por
Sarah Brigntman, por Pavarotti, por Plácido Domingo? Aquí una muestra de
recuerdo: https://www.youtube.com/watch?v=UyeLHA6bBME
(3) https://plus.google.com/photos/photo/111714868684197101237/6478173406461947138?icm=false&iso=true&sqid=102154118487193173828&ssid=f2c5a514-18c4-42e3-99f3-e89151e79e96
No hay comentarios.:
Publicar un comentario