miércoles, 15 de noviembre de 2017

SER UN RECUERDO


Nadie sabe si olvida antes de olvidar. Si fuera posible saberlo antes, muchas cosas de solución difícil la tendrían fácil.(1)

Me asaltó una pregunta: Somos parte de un recuerdo? Y siéndolo, de quién? Ajeno o propio?

Mucho vivimos del recuerdo, mucha historia, por ser historia precisamente es recuerdo y siempre nos estamos refiriendo al recuerdo, para todo, para explicación, para aclaración, para contexto, para ser parte del texto –de alguien más-.

Soy recuerdo de muchos, de quienes me han conocido, de quienes me han reconocido y aún de quienes han pasado cerca de mí y viceversa, es decir, yo de ellos. (Ya escribió sobre los rostros, va a volver a lo mismo? Me inquiere uno de esos mil rostros que poseo. Sí, pero no, respondo, porque aquellos eran rostros, éstos, recuerdos. Sentencio).

Pero sí, los recuerdos son como los rostros (en efecto tema de anterior blog), porque casi siempre cada recuerdo es acompañado por un rostro, al menos uno y si vienen acompañados, difícil deslindarlos.

Pero me centro y me concentro. El punto es que somos parte de un recuerdo, propio o ajeno, real o soñado, temporal o levemente intemporal, como es el ser. Y he de aceptar: recuerdo es pasado y pasado es historia.

Y retomo las palabras de Abad, padre, y el título del libro del hijo, sobre el olvido que seremos. Y cae en mis manos el periódico de hoy que dice que hace cincuenta años (18 de octubre) murió Luis López de Mesa y si lo menciono es para traer el recuerdo. Quién se acuerda de él? Quién habiéndolo conocido en sus facetas de político y escritor ha leído lo suyo? Quién como yo lo tengo en mente pero sin precisión, sin recordar haberle leído? Y según me ilustra el doctor Google, en un día como hoy murieron: Charles Gounod, Edison, Ortega y Gasset, genios cada uno en su andar por el mundo. Y hoy, quién les recuerda? A propósito quién era Gounod, dirá alguien. Yo ni idea, aunque el nombre me sonaba(2). Y eso que fueron famosos, en su momento. Hicieron historia, pasaron a la historia. Y también en esa efeméride nacieron Klaus Kinski (así sea recordado por ser el papá de la hija, Natasha, bocatto di cardinale) o Juan Tamarís (por Sábados Felices), contemporáneos nuestros, que igualmente hicieron su historia y también han pasado a ella.

Y me devuelvo, quién soy yo para ser recordado? (y hago remembranza de otro blog que escribí sobre autobiografía). Me consuela, de alguna manera que la gente con la que viví, con la que conviví, con la que me encontré, me reencontré, rechacé, me despojó, rocé o como bien dicen los llaneros, me distinguen y a las que distingo, por no ser sus conocidos ni sus amigos, me pueda recordar en uno de esos momentos de disipación mental, tal como me acontece a mí en los que el recuerdo, la ensoñación, el sueño o ese algo que a veces nos hace recordar inexplicablemente, me traen a la memoria muchos recuerdos, muchos rostros.

Y la pregunta final: Y para qué quiere uno que lo recuerden?

Imagen Google(3)



(1) Saramago. Claraboya.
(2) Compositor francés, por eso me sonaba. Quién no ha escuchado el Ave María cantado por Sarah Brigntman, por Pavarotti, por Plácido Domingo? Aquí una muestra de recuerdo: https://www.youtube.com/watch?v=UyeLHA6bBME
(3) https://plus.google.com/photos/photo/111714868684197101237/6478173406461947138?icm=false&iso=true&sqid=102154118487193173828&ssid=f2c5a514-18c4-42e3-99f3-e89151e79e96

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