Estamos en época electoral. Antaño se
acuñó la frase de que mi voto podía hacer la diferencia. Siempre me pregunté
cuál diferencia? En 40 años de vida política han pasado diez gobiernos y todos
semejantes, con algunas divergencias, que en últimas no son tan notorias.
Los votos que consideramos sensatos,
los llevados por gente que nos consideramos sensatos, con algo de sentido
común, con un poco de inteligencia independiente, que no estamos atados
soterráneamente a ningún político no somos los que elegimos. Eligen los que
tienen amarrados el voto al puesto burocrático, los que compran los votos, los
que se amangualan con los otros poderes, de donde concluyo razonablemente hoy,
que mi voto no vale nada. Ni suma ni resta, tal vez divida, pero no más.
Pero hay algo más que aparentemente
ninguno de nosotros sabía. Hoy el voto decisivo no es el del votante, son otros
los que deciden, como siempre se pensará, pero el de hoy es el voto dirigido,
nacido de la globalización y del adelanto tecnológico. Vi un programa en DW, bastante
interesante, sobre la sicometría aplicada a la política. Se llama el programa: Juego sucio: Cómo ganó Trump las elecciones(1).
Manipulación solo manipulación, de la rampante y de la sofisticada, del miedo,
del odio, de las mentiras, del poder, de argucias, de sucias argucias.
El ejercicio que hizo algún conocedor
fue averiguar sobre su propia vida en Internet y se llevó la sorpresa de que
conocían todos sus gustos viendo las publicaciones, jugando con la información
de las redes sociales, tan solo por los me
gusta, los comentarios formulados al aire, los anuncios compartidos. Y
efectivamente a uno lo condicionan porque saben más de nuestras vidas que
nosotros mismos. Un ejercicio que hicieron en el programa relata cómo y cuánto Internet
sabe más de uno que la gente, la familia, los compañeros nada más jugando con
algoritmos.
Me hizo pensar que nada más viendo
las barbaridades que publico, los comentarios venenosos que hago sobre política,
cadenas y demás cosas del feis, ya
tienen mi perfil de viejito próximo a morirse, criticón, que odia tanto a
Petro, como a Ordoñez, a Uribe y demás políticos, por lo tanto no soy votante
que pueda servir, pero me orientarán a una zona desconocida, aún por mí mismo,
pues con esa información me manipularán de alguna manera. Saben que me producen
urticaria los temas religiosos, las frases mentirosas, la política, que soy
calvo porque no uso champú, que muchas veces me dejo llevar por la mala leche,
que soy irreverente a veces lindando a grosero, etc.
Siendo así, cada día me convenzo más
que mi voto es, además de intrascendente, trivial, futil, vano, porque no hago
ninguna diferencia, como antaño me habían inculcado, pero, siempre hay un pero,
al menos será para poner en aprietos, al votar en blanco, sabiendo que la
Constitución(2) –si de algo sirve, agrego- permite descabezar a unos cuantos vagabundos –aunque
sé que en la siguiente les reemplazarán otros de la misma calaña- y de esa
manera espero que mi voto pueda marcar alguna diferencia, al menos dentro de mi
propia convicción.
La
historia es lo más importante para una nación. Es la base sobre la que se apoya
cualquier sociedad. Y a nosotros nos han robado la nuestra. Los libelos de
nuestros enemigos nos la han arrebatado y la han mancillado hasta extraviar al
pueblo.(3)
Óleo sobre papel. Espátula. JHB (D.R.A.)