Creemos ser individualidad pero
actuamos como colectividad. Es la dicotomía en la que permanecemos. Para
ciertos aspectos la individualidad es primordial, pero para otros no.
Dicotomía inexplicable, como lo es la
misma dualidad de todo –bueno y malo, claro y oscuro, dios y diablo-, como si
lo uno se alimentara de lo otro –y viceversa, agregaría-, cuando conviene,
porque la cuestión pareciera que es asunto de conveniencia.
De lo contrario, la una pareciera que
no necesita de la otra, reniega de ella, la repele, pero en caso de necesidad
se hermanan, como si siempre hubieran sido una.
Dualidad hipócrita, utilitarista, el
fin justifica los medios, actitud maquiavélica.
De allí será que no podemos ser
totalmente buenos? ni tan malos como deseáramos? Todo a conveniencia. Ese debe
ser el misterio de la vida. Cuando me
conviene, cuando nos conviene, en el
sutil límite del interés.
Pareciera también que nos educaron en
la contradicción del me y del nos y de allí nacería la explicación del
rechazo entre me y nos, la improbabilidad de hermanarlos
totalmente, porque pareciera maquiavélico reunirlos en una misma permanencia,
pues reunidos solo pueden permanecer por un rato, mientras convenga.
Entonces el utilitarismo es el abuso
de la colectividad en beneficio de la individualidad y si hemos de ser claros,
también la viceversa, porque cuando se quieren escudar en la colectividad
achacan al otro los defectos que ha de tener, gritan sin cesar: egoístas, egocéntricos, el bien general
prevalece al individual. Hasta en eso somos hipócritas, todo por
conveniencia.
No, no creo en nada, pero me quedó grabada una conciencia en algún lugar
de mi cerebro; le aseguro que me hubiera gustado poder prescindir de ella
porque es la peor compañera que pueda tener un hombre.(1)
Óleo sobre papel con espátula. JHB (D.R.A.)
(1) Julia Navarro. Dime quién soy.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario