lunes, 15 de octubre de 2018

¿CUÁNDO ME PERDÍ?



No sé si la modernidad me está ganando y, por ahora, hay cosas que me son muy molestas.

Una, la forma como se escribe ahora, donde por un lado reina el copie y pegue, sin verificar si realmente viene al caso y la abolición paulatina de las vocales; parece que van a la extinción. Nada más ver cómo, sin distingo de edad, se escribe en redes sociales, en correos electrónicos. Fds, me escribieron preguntándome por fds y yo, perdido no supe qué contestar; pensé que se referían a la reserva federal gringa o a una empresa de entregas, pero yo no tenía relación alguna con ninguna. El doctor Google me dijo que era una tienda de ropa, fuera de serie, pero tampoco, nada qué ver con la pregunta. Hasta que contextualicé un poco más, recordando que me alejo de la gente precisamente por la ignorancia a la que ellos cada vez más se acercan, según mi punto de vista, claro está. Total, me estaban preguntando por mi fin de semana! Dios mío, cada día soy más ignorante porque al parecer los demás ya se involucraron en ese ritmo de vida.

Y mi rechazo se origina en un consejo que me dieron, al ver una respuesta mía sin puntuación ni ortografía por el afán de responder, supongo; y me hizo reaccionar antes de caer en la impertinencia de escribir a lo moderno. Me dijeron, bueno, el siquiatra de la familia me dijo, que así sea un correo debo escribirlo bien, no tanto por el respeto al destinatario, sino por uno, para que el cerebro no se acostumbre a ser perezoso, pues ello conlleva consecuencias neuronales; el cerebro debe ejercitarse para que no disminuya su actividad. Primero muerto que loco, me dije. Por eso es que odio cuando me escriben tipo red social, porque desde mi punto de visto, yo no soy el ignorante, que respeten al menos mi edad!

La otra, que igualmente me ofende y con más profundidad, es otra impertinencia, que así al menos considero. Siento que una persona es cretina cuando se presenta como el doctor fulanito, especialista en algo, con un peachedé en cualquier cosa, doctorado en nosédónde y continúan citando todos los diplomas que deben tener colgados en algún lugar, acaso no basta con ser fulanito? Y no sé si es más cretino el que para sustentarse en algo, que al parecer no puede ser oído de sus propias palabras producto de su propio pensamiento, se respalde en fulanito de tal, doctor en algo, peachedé en algo, doctorado en algo. Acaso uno no puede tener sus propios pensamientos, sus propias conclusiones sin necesidad de sentirse autorizado por la opinión de otro? O son cuestiones de ego? Sólo a los médicos les respeto sus estudios, porque tienen mi vida en sus manos y a mayor especialización, así sea de práctica, es decir viejos, más respeto les tengo. Dios me libre de caer en manos de un médico con muchos títulos, poca edad y pocos conocimientos, a pesar de su aparente especialización y sapiencia.

Desde que se inventaron la necesidad de especializaciones el mundo cambió, porque todo profesional tenía que tener al menos uno, no importa en qué –que lo digan los congresistas de mi época que se especializaron gracias a sus ayudantes o a la universidad que de todos modos le regalaba el diploma, y me consta-; luego era necesario el magister (que no sé qué es y tampoco me interesa investigarlo) y luego el doctorado, más el doctorado del doctorado y no sé cuántas más, que tampoco me interesan a estas alturas de la vida, con pensar en que me quedan unos cuantos años de vida ya es suficiente.

Por eso se me pone la carne de gallina cuando veo a alguien que no tiene los calzones, pienso yo, para opinar sino que acude al expediente de opinar con la opinión de otros, ellos con peachedé, doctorado y mil cosas más, que al parecer los hacen más inteligentes y naturalmente, el bruto es uno.

Y ya que estoy en éstas, recuerdo que hubo un momento de mi vida profesional en que mis opiniones eran respetadas sin necesidad de escudarme en lo que dijeron otros. Con el tiempo y creo que con la llegada de internet, cualquier opinión tenía que estar respaldada, lo que le quitaba originalidad a la opinión de uno. Y con el tiempo, fui desplazado por contratistas asesores, con mil títulos que sabían más que uno, pero cuyos conceptos dejaban mucho qué decir (y me consta), pero eran los asesores de turno. De esa manera me guardé mi opinión y en lo posible no opinaba, el bruto es uno, para qué dar papaya!

Estudié una cosa y por las variantes de la vida, terminé haciendo muchas cosas ajenas a esa profesión, con la claridad de que ese aprendizaje me gustó y disfruté cada uno de los puestos que desempeñé y lo hice lo mejor que pude. Pero recapacitando, hoy me pregunto en qué punto me perdí? Afortunadamente ya la profesión me tiene sin cuidado, de nada me sirve, estoy pensionado, pero me siguen molestando, dándome urticaria si he de confesarlo, estos temas y me sigo preguntando, en qué momento me perdí?

… la lengua, un ser vivo, sufre continuas mutaciones de síntesis, préstamo, influencias de lenguas cercanas, giros coloquiales y de jerga local, que, claro, hacen de ella un instrumento de estudio fascinante, pero que complican enormemente su manejo.(1)


Imagen de Google (2)

(1) Santiago Gamboa. Los impostores.
(2)  https://www.google.com.co/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&ved=2ahUKEwiEgNGCt4neAhVFqlkKHf0KAUoQjRx6BAgBEAU&url=http%3A%2F%2Fwww.xdviral.com%2F19-conversaciones-de-whatsapp-muy-chistosas%2F&psig=AOvVaw3TtqZn8HXa7xC0aPVNUDbu&ust=1539726633913248

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