Los conocedores del tema han predicado que la
historia la escriben (y la borran) quienes resultan victoriosos, los que tienen
el poder. La verdadera historia jamás será conocida, ni aquí ni en Cafarnaúm,
por más demócrata que se califique. La historia, como la verdad, tiene tres
versiones: la mía, la tuya y la verdad verdadera –que no está por demás señalar
que es la que nunca se escribe, ni se replica, ni se menciona-, es la que causa
rubor.
La historia es recuerdo, en cualquiera de las
versiones que se quiera escuchar y generalmente, al haber un vencido, hiere a
alguien y ese recuerdo, heredándose por generaciones, incomoda a alguien, destruye
o desmemoriza, refriega o encadena y por eso mismo no deja avanzar, porque el
odio queda incrustado. Basta recordar cómo heredamos de nuestros abuelos y
padres aquello del odio entre godos y liberales, sin saber en últimas por qué
teníamos nosotros que identificarnos con algo heredado sin motivo ni razón. Y
ese odio con el correr de los tiempos se fue diluyendo y afortunadamente ya no
se distinguen godos ni liberales, a pesar de que nacieran otras inquinas tal
vez más fuertes pero afortunadamente, hasta el momento, no tan violentas como
dicen que fueron aquellos tiempos de democracia colombiana.
Decía que la historia es recuerdo y no habiendo
sido un recuerdo grato, sino todo lo contrario, de violencia, de poder, de
miedo, ¿por qué no echarle tierra a ese recuerdo, olvidarlo y comenzar de cero,
si fuera posible? Mas cuando esa historia ya quedó enterrada en el pasado,
remoto o no tan remoto, ¿por qué no renacer como país, como humanidad?
Y ejemplos hay y por citar, a vía de
ilustración, algunos. Los judíos mataron a Jesucristo y han pasado dos mil años
y se les sigue cobrando esa muerte a los judíos, cuando se quiere herir con
inquina y menosprecio. Los españoles nos conquistaron, nos saquearon hace casi
quinientos años y aún hoy se creen superiores, por estar en Europa supongo y
nosotros seguimos renegando por haber sido sometidos y saqueados hace siglos,
por ser subdesarrollados, supongo. Y no menciono, para no alargarme, a negros
esclavos, ni judíos en campos de concentración, ni del resto de humanidad
sometida y sometedora.
Si se sigue pensando en lo ocurrido hace
siglos, si no se supera esa parte de historia, en lo posible se olvidara,
seguiremos cargando el pecado original, la expulsión del Edén, la muerte de
Jesucristo o la conquista española, como si hubiera sido culpa nuestra. Estas
cargas no se heredan, no deben heredarse porque estamos heredando odios que en
últimas no son nuestros, son ajenos, así se trate de nuestros abuelos o
tatarabuelos. Es cierto, venimos de un tronco común pero eso no quiere decir
que debo responder por lo que ellos hicieron o dejaron de hacer, porque lo que
fue, fue.
Y toda esta parrafada a dónde me conduce?
Quería expresar que, sin eufemismo alguno, eso de la memoria histórica, hoy, me
parece una payasada, un gasto inútil de recursos (¿o no se habrán preguntado
cuánto costará ese esfuerzo? ¿Cuánto cuesta mantener el Centro Nacional de
Memoria Historia?) y un esfuerzo que sólo levantará y revivirá odios. ¿Quiénes
escribirán? ¿Cómo conciliar la historia que deben escribir narcos,
paramilitares, guerrilleros, izquierda, godos y liberales, uribistas y demás
ralea política? Sólo me imagino la redacción de un artículo cualquiera por
todos ellos, si es que se quiere escribir historia. ¿Cómo conciliar todos esos
intereses? Lo único que veo en una sesión es la forma como escribirán,
reescribirán, traslaparán, rediseñarán y nunca finalizarán, con motivo de egos,
de evitar señalamientos, culpabilidades. Y todo terminará en revivir odios,
malquereres, desconfianzas y en pérdida de plata.
Mirando lo del Centro de Memoria Paz y Reconciliación en Internet encontré
esta frase que dice “que ayuda a no
olvidar y mantener viva nuestra memoria histórica." A no olvidar, a eso se reduce, a mantener el
recuerdo del odio o la raíz del odio que hoy sienten algunos. Qué tal hoy
investigando cuánto se robó Santander, quién mató a Mamatoco o qué se hizo la
plata que los gringos entregaron por Panamá? Ello sólo conduciría a llorar por
la leche derramada.
Ya sé que alguien, muchos alguienes para ser
sincero, dirán que es un esfuerzo para evitar que la historia se repita, porque,
como lo dice el viejo cliché, quien no conoce la historia está condenado a
repetirla –no se ha podido comprobar esta afirmación que yo sepa-. Conocerla o
no hacerlo no implica que haya más bien un deseo por superarla, lo que pasó ya
pasó y hoy no es mejor mirar hacia adelante para una mejor convivencia?
Enterrar el pasado, darle feliz descanso, sin necesidad de estar llorando
permanentemente ante su féretro, sin motivo, sin razón.
He dicho! (porque me cansé de pontificar en
árido suelo, que tampoco lleva a nada, aunque cada cuál debería preguntarse en
su propia intimidad qué tanto le interesaría, en la soledad el rubor no importa).
Para una tribu indígena de Paraguay, o
quizás era de Bolivia, el pasado es lo que está delante de nosotros, porque
podemos verlo y conocerlo, y el futuro, en cambio, es lo que está detrás: lo
que no vemos ni podemos conocer. El meteorito siempre viene por la espalda, no
lo vemos, no podemos verlo. Hay que verlo, verlo venir y hacerse a un lado. Hay
que ponerse de cara al futuro. Es muy pobre la memoria que sólo funciona hacia
atrás.(1)
Foto: JHB (D.R.A.)
(1) Juan Gabriel
Vásquez. Las reputaciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario