lunes, 1 de octubre de 2018

DE LAS COSAS QUE OYE UNO POR AHÍ.



Por andar de chismoso oí a una persona mayor (para decir que estaba en edad anterior a ser considerada tercera edad o simplemente vieja) que decía que en las viejas ciudades para qué tanto monumento conmemorando guerras ya pasadas. De inmediato oí a una joven persona (podía ser la hija que ya podría haber pasado la treintena lo que no la hacía tan joven?) opinando lo contrario, no basada precisamente en la historia misma, sino en la necesidad de tener monumentos para visitar, por mero turismo.

Ambas podían tener razón, algo de razón, me dije al oírlas.

Dicen que el que no conoce la historia está condenado a repetirla. De pronto es un mero cliché y hoy, con el paso del tiempo veo y siento esa frase como una de cajón. Frase sin sentido, porque he visto que lo que pasa seguirá pasando, no importando qué pase. Los pueblos seguirán subyugados a pesar de conocer o desconocer su propia historia o la ajena o la del vecino, porque la terquedad humana no tiene límites.

De otra parte, la mayoría de héroes han sido mitificados para mantener o subir la moral de luchador. De los héroes no sabemos si lo fueron o fueron ascendidos a golpe de oportunidad. Baste citar Bárbula, para dar ánimo al perdido o el mismo mito del general Custer que fue un simple asesino de indios. Pero dejo acá, ya que mi alma empieza a envenenarse y pierdo la poca objetividad con que venía.

Recorriendo calles se encuentra uno con bustos, estatuas, monumentos que a primera vista lo hace a uno retrotraerse en la historia, por ser una materia que al menos a mí me encantaba, por el vuelo que daba a mi imaginación? Para otros, una botadera de plata, que no les dice nada, que no dicen nada. Personajes que se perdieron en la historia y con la historia.

Entonces concluyo, tal vez alineándome con la opinión de la mayor, que sí, para qué tanto monumento que conmemora guerras, ganadas o vencidas, que conllevaban miseria humana y desgracia y tristeza? Pero a la vez, los monumentos que ya están qué? Pues dejarlos para los turistas que, como yo, tengamos algo histórico qué fotografiar.

Por este motivo y otros similares en que se combinan la acción y la omisión, Colombia es, especialmente en su último siglo de vida, el caliginoso reino de la amnesia y del no saber a dónde vamos por ignorar de dónde venimos.(1)

Foto:JHB (D.R.A.)


(1) Alfredo Iriarte. Muertes legendarias.

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