Por andar de chismoso oí a una persona mayor
(para decir que estaba en edad anterior a ser considerada tercera edad o
simplemente vieja) que decía que en las viejas ciudades para qué tanto
monumento conmemorando guerras ya pasadas. De inmediato oí a una joven persona
(podía ser la hija que ya podría haber pasado la treintena lo que no la hacía
tan joven?) opinando lo contrario, no basada precisamente en la historia misma,
sino en la necesidad de tener monumentos para visitar, por mero turismo.
Ambas podían tener razón, algo de razón, me
dije al oírlas.
Dicen que el que no conoce la historia está
condenado a repetirla. De pronto es un mero cliché y hoy, con el paso del
tiempo veo y siento esa frase como una de cajón. Frase sin sentido, porque he
visto que lo que pasa seguirá pasando, no importando qué pase. Los pueblos
seguirán subyugados a pesar de conocer o desconocer su propia historia o la
ajena o la del vecino, porque la terquedad humana no tiene límites.
De otra parte, la mayoría de héroes han sido
mitificados para mantener o subir la moral de luchador. De los héroes no
sabemos si lo fueron o fueron ascendidos a golpe de oportunidad. Baste citar
Bárbula, para dar ánimo al perdido o el mismo mito del general Custer que fue
un simple asesino de indios. Pero dejo acá, ya que mi alma empieza a
envenenarse y pierdo la poca objetividad con que venía.
Recorriendo calles se encuentra uno con bustos,
estatuas, monumentos que a primera vista lo hace a uno retrotraerse en la
historia, por ser una materia que al menos a mí me encantaba, por el vuelo que
daba a mi imaginación? Para otros, una botadera de plata, que no les dice nada,
que no dicen nada. Personajes que se perdieron en la historia y con la
historia.
Entonces concluyo, tal vez alineándome con la
opinión de la mayor, que sí, para qué tanto monumento que conmemora guerras,
ganadas o vencidas, que conllevaban miseria humana y desgracia y tristeza? Pero
a la vez, los monumentos que ya están qué? Pues dejarlos para los turistas que,
como yo, tengamos algo histórico qué fotografiar.
Por este motivo y otros similares en que
se combinan la acción y la omisión, Colombia es, especialmente en su último
siglo de vida, el caliginoso reino de la amnesia y del no saber a dónde vamos
por ignorar de dónde venimos.(1)
Foto:JHB (D.R.A.)
(1) Alfredo Iriarte. Muertes legendarias.
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