miércoles, 13 de marzo de 2019

INQUIETUDES


            Fui criado como católico, me infundieron como dogma y acto de fe todo aquello que un niño y un joven puede asimilar en manos de monjas y jesuitas, sin derecho a mayor discusión. Como he venido diciendo, a la pregunta de si somos cristianos del Padre Astete, obligatoriamente teníamos que contestar con la respuesta que incluía el catecismo: Sí, somos cristianos por la gracia de Dios. Punto. De ahí uno no podía salirse porque perdía la materia. Sigo preguntándome cuál es la gracia de Dios (en sentido literal y en el irónico). Fui criado como católico y hoy ya no sé qué es lo que soy, al menos en sentido religioso (en los otros aspectos de mi vida, tampoco).

            De la lectura de escritos a lo largo de mi vida, cada día me encuentro con que fueron más las mentiras que me infundieron (o verdades a medias, como dirían los jesuitas y me refiero a ellos, pues como anoté, fue la comunidad que me educó). Veo cómo han manipulado la historia y cada vez me convenzo más que San Pablo más que apóstol, aunque no de los elegidos, fue un mercader de religión. A coñazos se fue apoderando de la iglesia, tergiversando, acomodando, desplazando a los verdaderos apóstoles e hizo de la iglesia lo que es (y paro acá, pues de esa manera no he dicho lo que parece pueden entender, pero como no lo he dicho, no hay motivo para otra excomunión. Eso sí lo aprendí a hacer).

            Pero el tema de hoy es una lectura interesante que me encontré y que textualmente dice:

—En aquella ocasión que no recuerdas, tú me preguntaste: «¿Por qué creemos que vivimos nuestras vidas cuando son nuestras vidas las que nos viven a nosotros?». Hay cosas sobre las que no tenemos control,(…). Aunque queramos con todas nuestras fuerzas. Si, como decían los ebyonim, Jesús era sólo un hombre, un hombre que desde luego predominaba sobre los demás por su justicia, su prudencia y su sabiduría, y probablemente también por su valiente interpretación, como judío que era, de la Ley de Moisés, ¿en qué puede eso dañar nuestra fe en Dios? No en Jesús como Dios, sino en Dios.
  —Es complicado, (…) Yo siempre he creído que Jesús era Dios. Que es Dios. Un Dios encarnado por amor para salvarnos de nuestros pecados. He creído en la Santa Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y, ¿ahora voy a pensar que todo eso no era cierto? ¿Cómo? —exclamé con dolor—. ¿Cómo podría creerlo, capitán? Todo mi mundo se derrumbaría.
  —No, eso no es cierto, (…) Tu mundo no se derrumbaría. Tú, quizá sí, pero tu mundo, no. Escúchame. Jesús nunca fue cristiano porque el cristianismo aún no existía cuando Él vivió. Jesús fue judío. Jesús fue un rabino judío que hizo una nueva interpretación de la Ley judía, la Ley de Moisés. Jesús observaba el Sabbat, el descanso obligatorio del sábado que aún siguen guardando los judíos, Jesús estaba circuncidado como manda la Ley judía, Jesús cumplía las reglas alimentarias kosher del Levítico y celebraba la Pascua judía como la ha celebrado el pueblo judío durante miles de años. Jesús no conoció los Evangelios, ni a Pablo y sus cartas, ni los Hechos de los Apóstoles que son, más bien, los Hechos de Pablo porque a los verdaderos Apóstoles se les ignora. Jesús era un rabino que había estudiado la Tanaj, la Biblia hebrea, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento. Y lo que hizo, como rabino, fue una nueva interpretación de esa Ley contenida en la Tanaj: rechazó la tradición judía añadida al mensaje de Dios y fue directo a lo esencial, a lo importante, y eso le supuso enfrentarse al Sanedrín, a los sacerdotes del Templo, que basaban su autoridad, como hoy la Iglesia Católica, en esas tradiciones o doctrinas añadidas al mensaje fundamental.
  Aunque cierto, todo aquello me sonaba muy raro, sobre todo eso de que Jesús nunca había sido cristiano.
  —Jesús de Nazaret (…) era, ante todo, un buen judío que quería ser un judío mejor con planteamientos del tipo vayamos a lo importante, vayamos a lo esencial y dejémonos de liturgias y tonterías. Ése fue el Jesús histórico, y si sólo era un hombre y no un dios como afirmó san Pablo, que fue el primero en decirlo, ¿qué importa? Jesús acercó a Dios hasta nosotros, nos permitió hablar directamente con Él, tener una relación personal con Él, algo que era impensable para el judaísmo de su tiempo. ¿Qué hizo mal? ¿No resucitar de entre los muertos y ser hijo de José y María? Cálmate, doctora, e intenta darte cuenta de que encontrar un antiguo osario hebreo del siglo I con los restos mortales de Jesús de Nazaret significaría más una enorme alegría que una desgracia. Quizá sea una desgracia para la Iglesia Católica, para las Iglesias cristianas, pero, si tu fe en Dios es fuerte, encontrar el osario del Mesías sería un gran motivo de satisfacción. Puede que Pablo de Tarso fuera el vencedor, el que escribió la historia, pero quizá no escribió la verdad.[1] (subrayo y negreo).

                Y así, no sé cuántos cuentos chinos nos han metido que se deben aceptar simplemente como dogma, con fe ciega, sin derecho a pensar, y tal vez, algún día pueda yo continuar expresando.

                Amén (sin tilde también se puede leer, pues fue el mensaje verdadero, ya olvidado).

óleo sobre papel, con espátula. JHB (D.R.A.)


[1] Matilde Asensi. El regreso de Catón.

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