Sigo
preguntándome por qué cuando uno es responsable de una acción que contraviene
algo no lo es de la consecuencia. Si llegué tarde a una cita no basta la excusa
para exculparse, simplemente se llegó tarde y punto. Si me pasé un semáforo,
aceptar que hizo un hecho incorrecto. Pero siempre se tiene la excusa a flor de
piel para evadir la responsabilidad del hecho no querido. Siempre y ahora es
más común ver que cuando alguien hace un reclamo, el culpable necesariamente
tiene que exculparse así sea con una explicación estúpida, como generalmente lo
es.
Acaso
no nos enseñaron a aceptar la responsabilidad de nuestros actos? Y de sus
consecuencias, naturalmente? Y de habérnoslas enseñado cómo carajos siempre
estamos dispuestos a minimizar nuestra responsabilidad, buscando el perdón con
el pobrecito. Pero parece que se convirtió
en deporte nacional, siempre buscamos una razón que condone nuestra
irresponsabilidad, que la disminuya, que se evapore para sentirnos tranquilos,
de que no hicimos nada o al menos que no causamos mayor daño o que eso le puede
pasar a cualquiera. El problema es que no nos enseñaron a aceptar nuestra
responsabilidad, a admitirla y, de ser el caso, a pagar por ello.
Eso
mismo ocurre con el síndrome del tubo, ante una situación no querida siempre se
busca al que tuvo la culpa y el tema se concentra en eso y no en buscar
inmediatas soluciones.
Me pregunto si
estos actuares no son el inicio de la corrupción, del que no me descubran y si
me descubren minimizar lo más posible, porque eso es precisamente corrupción,
de la moral, de la ética y eso es lo que nos está matando.
Como anillo al
dedo o con base en la lectura de un artículo me dio pie para este escrito.
Sandra Borda escribía:
Esa
tendencia a minimizar los efectos de violar una norma cuando somos nosotros
mismos los perpetradores y otros los que sufren las consecuencias está
profundamente arraigada en nuestra cultura. Cuando alguien decide no hacer una fila y colarse, la reacción
ante el reclamo es ‘ay, pero deje el escándalo’, y esto no es otra cosa que un
intento de minimización de lo que se ha hecho. Cuando alguien comete plagio y
se defiende diciendo que ‘solo fue un parrafito’, se intenta banalizar la
trampa.
En síntesis,
cuando somos nosotros quienes violamos las normas tendemos a verlo todo más
pequeño, más inofensivo, menos crucial. Nos preguntamos: ‘Pero ¿cuál es el
daño?’, y siempre pedimos un poco de flexibilidad de los otros: ‘No hay que ser
tan rígidos; al final, no es un crimen’, ‘Igual, tampoco es como si hubiera
matado a alguien’.(1)
Estamos llenos
de mañas aprendidas y sigo preguntándome por qué carajos siempre estamos
buscando trivializar nuestras acciones incorrectas?
La
culpa —pensó Gabe— es una emoción hecha a la medida de cada persona.(2)
Tomado de Facebook |
(1) https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/sandra-borda-guzman/la-jugadita-columna-de-sandra-borda-391622
Sandra Borda Guzmán. La Jugadita.
(2) John Katzenbach.
Personas desconocidas.
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