Como
buen colombiano sigo apostándole al Baloto, para ver si me lleva a la absoluta
riqueza, aunque dicen que los que se la han ganado se la han tirado en pocos
años y les ha generado un estrés tal que han terminado deprimidos. Yo sigo
jugando por aquello de que si no lo compro tengo el cien por ciento de
posibilidades de no ganármelo, pero si lo compro, las posibilidades son
cincuenta cincuenta, pues al comprarlo tengo al menos un cincuenta por ciento
de posibilidades. Pensamiento de iluso, lo sé y si mi diosito me lo da, le juro que no me lo voy a tirar ni estaré
deprimido, ya sabré sacarle el jugo, llevo muchos años ensayando las
distintas fórmulas para su administración. A propósito, nada de aquello que
unos tantos millones para mi mamá, otros para mis hermanos, ni para fulanito. Como
decía uno de mis hermanos, cuando me gane la lotería no me volverán a ver y a
la familia, ni mierda! No se hagan ilusiones. Lo tengo claro.
Decía
que si lo compro tengo al menos cincuenta por ciento de posibilidades de
ganármelo o no? Así vaya este pensamiento contra las leyes de las
probabilidades. Lo que no me he dicho es que ese cincuenta por ciento compite
contra un montononón. Y me puse a averiguar(1). Antes
del cambio de fórmula del Baloto uno tenía una posibilidad entre 8'145.060; con el cambio de esquema, la
posibilidad es una entre 15'401.568, pero me digo que diosito que todo lo oye, que todo lo ve, puede hacerle una zancadilla a
las probabilidades, que puede ser ley, pero que hecha la ley, hecha la trampa y
para Él nada es imposible. A pesar de todas esas promesas hechas durante
tantos años, he llegado a la conclusión de que no es cierto que Dios oye todo,
al menos conmigo, parece que es sordo, demasiado sordo, aunque no le he
prometido construir una iglesia, será por eso? Detrás de toda buena obra
siempre hay un interés mezquino y como n
o me ha hecho la buena obra el mezquino
es Él.
Si soy racional, ni el Baloto ni la
divina providencia me harán el milagro. Pero qué carajos, sigo intentándolo,
uno nunca sabe, solo mi diosito lindo lo
sabe todo…
Se presentó con (...) los
santos oleos; pero, apenas se acercó a ella para impartirle la extremaunción, y
comenzó a recitar: «Ego te absolvo in nomine Patris et Filii et Spiritus
Sancti…», Caterina le interrumpió, enfadadísima y abriendo los ojos de par en
par. «Ni se te ocurra, muchacho», rugió. «A mis setenta y seis años me voy del
mundo con un buen acerbo de sabiduría y sabiendo perfectamente dos cosas: que
no he hecho nada que debáis perdonarme ni tu Dios ni tú, y que tu Dios no tiene
tiempo para mí. Ni yo para él».(2)
Tomada de Facebook.
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