En
un país en donde todos se sienten abogados y en donde los abogados están para
ser intérpretes autorizados de la ley –o al menos ellos se lo creen-, sigo sin
entender las medidas tomadas por los gobiernos, especialmente de los gobernados
por ineptos, como el que nos tocó, por mayoría.
No
me cabe en la cabeza la prohibición de salir, como regla general, que tenga
tantas excepciones, como el estatuto tributario. Por curiosidad me puse a leer
el listado de excepciones, en un país en donde las excepciones son la regla
general, por lo general.
El
titular del periódico (1) dice: ¡Ojo! Solo en estos casos puede salir de
casa hasta el 25 de mayo y son
46 excepciones. -Inicialmente nótese la palabra Solo, ya que dice mucho, para el
buen entendedor-. Naturalmente las menciona sin precisiones, ni mayores
definiciones, por lo que un elefante se
puede colar por cualquiera de ellas. Basta con una, dado el ingenio de cuya
fama gozamos los colombianos, que dice que se puede salir en caso de fuerza
mayor o caso fortuito. Por ese hueco cabe todo y vale todo. Hasta el viejo
argumento de que es
para mi abuelita. Es decir, ya todo el mundo puede salir, menor
los viejitos mayores de 70 y los menores de 6 años, salvo en caso de fuerza
mayor o caso fortuito, me digo con ironía, solo en estos casos...
Y luego otro titular (2): Cómo evitar el contagio al usar transporte público. Cuyo titular dice mucho pero cuyo
contenido no dice mayor cosa (como el titular del mismo periódico que dice: El barco que hizo fiesta sexual y contagió
de covid-19 a San Andrés (3), que en ningún lugar habla de la fiesta
sexual, que era el morbo que lleva al lector a leerlo, como en mi caso). Decía
sobre el primer titular, cómo evitar el contagio y trae un diagrama moderno
(scribb) del que uno solo puede concluir que cuando llegue al destino lávese
las manos, pero no dice en concreto cómo evitarlo. Así semos, me digo, pues así descubrieron que el agua moja. Entre
paréntesis, desde la cuarentena he visto que muchos artículos de prensa dicen
una cosa y el contenido es otro, no sé si es solo apreciación mía, pero parece
que todos los actuales periodistas y periódicos y noticieros se volvieron amarillistas
y de allí que cada día al periodismo lo tenga catalogado de una ralea de la
peor familia. Lástima que los grandes periodistas ya se murieron o están
pensionados. Cierro paréntesis, con todo y mi mala leche.
Eso me lleva al último punto. Otro
artículo que dice: ‘No
importa lo que hagamos, todos nos contagiaremos’: epidemiólogo. Esas fueron las palabras del sueco Johan Giesecke, quien criticó medidas
como la cuarentena< (4). Parece que puede
tener razón y agrega: Giesecke afirma que los políticos deben mostrar fortaleza y acción y es
por esta razón que han tomado medidas tan estrictas, sin embargo,
manifiesta, lo
único comprobado científicamente que funciona es lavarse mucho las manos y
mantener una distancia social adecuada. La estrategia que se debe llevar a
cabo, según el experto, consiste en dejar que la gente joven este afuera y se
mezcle, mientras que los mayores de 50 o 60 años y con condiciones médicas
preexistentes se deben queden dentro de sus casas. Esto debido a que “se necesita
generar la llamada 'inmunidad de rebaño' (…) Así se puede obtener bastante
rápido la inmunidad en el país”. Y creo que no le falta razón, de
todos modos todos debemos morir, pensamiento que se me atraviesa mientras me
organizo mentalmente.
Pues sí, la posibilidad
de contagio es enorme (puede estar en la moneda que recibimos, en la bolsa que
nos dan o en la puerta que nos toca abrir), como grande es la posibilidad de
que estemos contagiados sin saberlo y sin poderlo corroborar (hasta que nos
hagan la autopsia, dirá alguien, con razón), como también es posible que seamos
los portadores que estemos contagiando, sin saberlo, pero que estemos haciendo
un favor a la humanidad siendo parte del rebaño que inmuniza!
He
observado que cuando las personas se tienen simpatía son incapaces de actuar
como debieran. Por ejemplo, posponen decirse cuatro verdades por miedo, al
parecer, a que éstas causen heridas. El amor y el odio permiten decirse las
cuatro verdades.(5)
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