En
medio de esta cuarentena, desde donde habito me propuse ver por las ventanas,
ver cómo la gente les rehúye, prefieren el anonimato, tal vez tengan ese
prurito de ver desde donde no les vean, no quieren una confrontación visual, prefieren
la de soslayo, aunque a medida que va pasando la cuarentena, la vergüenza se va
distendiendo.
Ver
a quienes empezaron a hacer ejercicios, prefieren su intimidad, cierran
cortinas y se dedican a su actividad. Con fisgones no pueden hacerlo, ya lo
veo.
Durante
el día se les ve con celular en la mano, con tablet a disposición o con
computador en su sitio. Trabajando, desaburriéndose en redes sociales,
chismiando, chateando, pero siempre conectados, aún mientras toman un sorbo de
agua. Y el día se les va en eso.
Y
cuando el cansancio los vence, se les ve recorriendo todos los rincones de la
casa, estirándose, desentumeciéndose, mirando a los vecinos, tal como ellos han
sido observados en algún momento. Y ven que con el paso del tiempo es
obligatorio ver al vecino no haciendo nada o perdiendo el tiempo en la red, esa
que nos agobia pero que nos enreda y nos envicia.
Y
un día, no hace mucho, se fue la luz. Se fue la luz en todo el conjunto y al
parecer en toda la manzana, según estruendo que se oyó a lo lejos y que dejó
todo sumido en silencio; que apagó todas las luces que se veían encendidas, a
pesar de ser medio día; que apagó las músicas que en diferentes volúmenes se
hacían presentes.
Y
todo enmudeció, más que antes.
Y
las ventanas se empezaron a poblar, por mirones que no entendían qué pasaba.
Por aquellos que antes se escondían ahora sin rubor aparecían en la ventana
mirándose mutuamente, como dándose el pésame, al compartir una pena que no era
posible, pero que había ocurrido.
Casi
todas las caras reflejaban la misma pregunta, pero que nadie se quería
formular, porque podía ser el advenimiento del acabose y nadie podía preverlo: No hay luz y ahora qué
hacemos?
Así
como nadie pudo prever esta cuarentena. Pero sucedió.
El dios (…) parece
contemplar, dormitando o impasible, el sacrificio de sus fieles; sus ángeles
permanecen inactivos en las alturas.(1)
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