viernes, 12 de febrero de 2021

DESOCUPADO

            Inflexión. Curvatura, desviación o torcimiento de una cosa recta o plana.

Deflexión. Cambio de dirección que sufre un haz de electrones o partículas cargadas a causa de un campo magnético.

Reflexión.  Cambio de dirección o de sentido de la luz, del calor o del sonido cuando se les interpone un obstáculo.

Intersección. Lugar en que se cortan o se encuentran dos líneas, dos superficies o dos sólidos. Cruce o encuentro que se produce entre esas dos líneas, superficies o sólidos.

Impulso. Acción de impulsar. Fuerza que se aplica a una cosa para que se mueva, en especial la que imprime un movimiento rápido.

Empuje. Acción de empujar. Fuerza o impulso de la persona o cosa que empuja.

Presión. Acción de apretar o presionar. Fuerza que ejerce un gas, un líquido o un sólido sobre una superficie.

Tensión. Acción de fuerzas opuestas a que está sometido un cuerpo.

 

            Clase de matemáticas, de física o de ciencias ocultas? No, simplemente al oír una de esas palabras mi cerebro me llevó a ver las cosas de dos maneras disímiles. Por un lado la de la ciencia y por la otra, la palabra corriente y ordinaria que puede significar en una conversación casual.

 

            En efecto, luego de consultar con el doctor Google la significancia de ellas[1], como ciencia, encontré también la de la palabra corriente:

 

Inflexión Cambio de tono de la voz, especialmente cuando toma un carácter particular la entonación.

Deflexión Estado de un miembro o de una parte del cuerpo que no está flexionado.

Reflexión. Pensamiento o consideración de algo con atención y detenimiento para estudiarlo o comprenderlo bien.

Impulso. Deseo intenso y repentino que lleva a hacer una cosa sin reflexionar o sin pensar en las consecuencias.

Empuje. Decisión e iniciativa con que una persona emprende una acción.

Presión. Influencia que se ejerce sobre alguien para determinar sus actos o su conducta.

Tensión. Estado emocional de nerviosismo, exaltación o impaciencia en que se encuentra una persona en determinadas circunstancias o actividades, como la espera, la atención, la creación intelectual o artística, las preocupaciones, etc.

 

Y como andaba desocupado, se generó una tensión en mi cabeza que, debido a la presión, me llevó con impulso, con gran empuje, a escribir estas líneas. Todas ellas me condujeron a la reflexión y me dije, lástima que al leer, quien lo lea, no note la inflexión de mi voz, que tal deflexión no sea reflejada como debería ser, lo que me llevó a pensar que en el futuro los libros ya no tendrán que ser leídos por uno, ellos se leerán por sí solos, bastará con abrirlos para que empiecen a leerse automáticamente, poniendo la inflexión, la entonación y la acentuación adecuadas y será como si las palabras proviniendo del exterior, se explayaran dentro del cerebro, generando el empuje, la presión y la tensión necesarias para ser el lector, un simple espectador de una trama que se vierte por virtud de la tecnología. Ya llegará el día, me dije, ya no hay imposibles, me recordé.

 

Una reflexión en un momento en que no tenía nada qué hacer, nada qué escribir, pero en la necesidad, en virtud de esa presión de no tener nada qué hacer, con el impulso suficiente que genera la tensión y que me empujara a escribir meras pendejadas que conllevan, en todo caso y entre líneas, las diversas formas que tienen las palabras, los sentidos que puede tener la vida y cómo todo tiene dos caras que pueden ser o no, según se les mire, se les observe y hasta se les fisgonee, sin que se enteren.

 

Una señal del universo como cualquier otra, que significa lo que (…) quiera que signifique. Que para eso nos manda el universo las señales, para que hagamos con ellas lo que nos convenga.[2]




[2] Juan Gómez Jurado. Reina Roja.

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