Del lat. praeoccupāre.
1. tr. Ocupar antes o anticipadamente algo.
2. tr. Prevenir a alguien en la adquisición de algo.
3. tr. Dicho de algo que ha ocurrido o va a ocurrir: Producir
intranquilidad, temor, angustia o inquietud. U. t. c. prnl.
4. tr. Dicho de una cosa: Interesar a alguien de modo que
le sea difícil admitir o pensar en otras cosas.
Pensaba en la preocupación, en
ocuparse de algo antes de acontecer, pre ocupar, haciendo del pensamiento y de
la acción algo negativo, en un fatídico acaecer del cual no sabemos sus
resultados, pero que en últimas siempre vemos algo funesto y que llegado el
caso lo nefasto no llegó, como casi siempre suele suceder y que a partir de ese
momento viene la despreocupación por la preocupación que nos atiborró.
Recuerdo entonces la sentencia de
Ciorán: el hombre sin angustia no es hombre. Qué tragedia.
La vida nos trae permanente
preocupación. Nos preocupamos de niños al ver a nuestros padres preocupados por
algo intangible pero que se siente en el aire. Nos preocupamos en la vida
escolar de pasar el año, cuando vemos que sus posibilidades son lejanas. Nos
preocupamos de no tener trabajo o teniéndolo, de perderlo. Nos preocupamos de
la familia, de si lograremos mantenerla a flote. Nos preocupamos por nimiedades
o por problemas avecinados o llegados.
Mantiene el pensamiento esa constante
inseguridad hasta que es superada, porque llegó o porque, en el mejor de los
casos, nunca llegó y en tal caso, se mantiene la preocupación.
Y es entonces cuando vemos que la
preocupación solo lleva al desgaste, innecesario, inútil, deprimente, depresivo
e irreverente, por decir lo menos.
Aun cuando no hay motivo de
preocupación, al haber superado todas las barreras que se interpusieron en la
vida, alguna preocupación, por nimia que sea, mantiene ocupado el pensamiento,
pareciera que siempre es derrotista, negativo, bajo y ruin. Que por la
situación, que por los hijos ya mayores, que por la familia, ya mayor, que por
la vejez, por la enfermedad y muchas excusas más.
Replico, hasta con enojo: no me
joda, es que el pensamiento no se puede estar quietico, tranquilito, hasta
sin optimismo para que el celoso pesimismo no se haga presente?
Y vuelve a mí la sentencia: el
hombre sin angustia no es hombre. Y recuerdo el título de un famoso libro: Buenos
días, tristeza! A la mierda todo, hoy no tengo de qué preocuparme, entonces
para qué preocuparme? Y me responde una canción: Hola soledad, no extrañaba
tu presencia…
Concluyo entonces que los días grises
resultan preocupantes, por eso será que los nórdicos son así? Ya mañana
mejorará el día. (Lo escribo porque no tenía mucho qué decir y eso me
preocupaba).
La conversación era la típica de una
familia: hijos, parientes, amigos comunes, enfermedades —cada vez más
abundantes a medida que pasaban los años—; luego pasaron al estado del mundo y
todos acordaron que la situación era nefasta.
Todo va bien, hasta que algo va mal.
Tomado de Google. emt2au.jpg
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