viernes, 19 de febrero de 2021

PREOCUPACIÓN

Del lat. praeoccupāre.

1. tr. Ocupar antes o anticipadamente algo.

2. tr. Prevenir a alguien en la adquisición de algo.

3. tr. Dicho de algo que ha ocurrido o va a ocurrir: Producir intranquilidad, temor, angustia o inquietud. U. t. c. prnl.

4. tr. Dicho de una cosa: Interesar a alguien de modo que le sea difícil admitir o pensar en otras cosas.

 

Pensaba en la preocupación, en ocuparse de algo antes de acontecer, pre ocupar, haciendo del pensamiento y de la acción algo negativo, en un fatídico acaecer del cual no sabemos sus resultados, pero que en últimas siempre vemos algo funesto y que llegado el caso lo nefasto no llegó, como casi siempre suele suceder y que a partir de ese momento viene la despreocupación por la preocupación que nos atiborró.

 Recuerdo entonces la sentencia de Ciorán: el hombre sin angustia no es hombre. Qué tragedia.

 La vida nos trae permanente preocupación. Nos preocupamos de niños al ver a nuestros padres preocupados por algo intangible pero que se siente en el aire. Nos preocupamos en la vida escolar de pasar el año, cuando vemos que sus posibilidades son lejanas. Nos preocupamos de no tener trabajo o teniéndolo, de perderlo. Nos preocupamos de la familia, de si lograremos mantenerla a flote. Nos preocupamos por nimiedades o por problemas avecinados o llegados.

 Mantiene el pensamiento esa constante inseguridad hasta que es superada, porque llegó o porque, en el mejor de los casos, nunca llegó y en tal caso, se mantiene la preocupación.

 Y es entonces cuando vemos que la preocupación solo lleva al desgaste, innecesario, inútil, deprimente, depresivo e irreverente, por decir lo menos.

 Aun cuando no hay motivo de preocupación, al haber superado todas las barreras que se interpusieron en la vida, alguna preocupación, por nimia que sea, mantiene ocupado el pensamiento, pareciera que siempre es derrotista, negativo, bajo y ruin. Que por la situación, que por los hijos ya mayores, que por la familia, ya mayor, que por la vejez, por la enfermedad y muchas excusas más.

 Replico, hasta con enojo: no me joda, es que el pensamiento no se puede estar quietico, tranquilito, hasta sin optimismo para que el celoso pesimismo no se haga presente?

 Y vuelve a mí la sentencia: el hombre sin angustia no es hombre. Y recuerdo el título de un famoso libro: Buenos días, tristeza! A la mierda todo, hoy no tengo de qué preocuparme, entonces para qué preocuparme? Y me responde una canción: Hola soledad, no extrañaba tu presencia

Concluyo entonces que los días grises resultan preocupantes, por eso será que los nórdicos son así? Ya mañana mejorará el día. (Lo escribo porque no tenía mucho qué decir y eso me preocupaba). 

La conversación era la típica de una familia: hijos, parientes, amigos comunes, enfermedades —cada vez más abundantes a medida que pasaban los años—; luego pasaron al estado del mundo y todos acordaron que la situación era nefasta.[1]

 Todo va bien, hasta que algo va mal.[2]

Tomado de Google. emt2au.jpg



[1] Donna Leon. Muerte entre líneas.

[2] Maurizio de Giovanni. Con mis propias manos.

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