viernes, 26 de febrero de 2021

CUÁNDO NOS EVAPORAMOS?

            Pensaba en mis ancestros. De bisabuelos y tatarabuelos y de ahí para atrás. De ellos sé muy poco, casi nada. Igual podría pensar de mis abuelos, a los que poco traté, por ausencia, por lejanía, por cualquier causa.

 

            Miro hacia atrás y veo que todos ellos ya se evaporaron, el tiempo se los fue llevando, pausadamente, sin clemencia, fueron desapareciendo a medida que desaparecían quienes les conocieron. Puedo tener un leve recuerdo de sus nombres aunque fácilmente solo llego al de los abuelos, con algo de seguridad. Tal vez, aunque sea lo más seguro, ellos a su vez lo hicieron respecto de sus ancestros.

 

            Solo tengo vívido recuerdo de aquellos que nos engendraron, con los que conviví y a los que vi morir, en su momento, cuando era su momento. Están grabados y están conmigo, viven conmigo. Tuvimos nuestra historia y fui parte de su historia y ellos de la mía. Por eso aún no se han desvanecido.

 

            Y entonces seguí preguntándome: cuándo me desvaneceré? En dos generaciones a lo sumo pasará lo mismo que con mis bisabuelos y tatarabuelos.

 

            No somos inmortales ni eternos, eso lo sé, lo tengo claro: El olvido que seremos, lo  condensó Abad Faciolince.

 

            Un pensamiento que se me atravesó, verme en la fragilidad del recuerdo, ante el cual no puedo hacer nada, solo saludarlo en la distancia, con sonrisa de complicidad satisfecha.

 

            Queda uno sin palabras o simplemente solo se puede decir, en voz baja, sin que nadie escuche, como susurro de plegaria: Mierda! Otra vez me rajé!

 

—Todos nos convertimos en nuestros padres.[1]

Foto JHB (d.r.a.)


[1] Donna Leon. Cuestión de fe. 

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