miércoles, 13 de abril de 2022

CURIOSIDADES MODERNAS

             Viendo El precio de la historia, me llamaron la atención (aunque son frecuentes estas respuestas) dos casos en que alguien iba a vender cosas viejas.

 

            Una de ellas llegó pidiendo doscientos dólares por cualquier cachivache que le habían regalado. Cory, que lo atendió le dijo que eso costaba al menos setecientos, pero que le daba cuatrocientos para no tumbarlo. El otro le replicó que no, que ahora quería setecientos; no, cuatrocientos, replicó Cory. Entonces seiscientas dijo el vendedor. No, le doy cuatrocientas, lo toma o lo deja. Claro que lo tomó. Y luego el vendedor sale diciendo que genial por haberlo vendido por ese precio, que ahora le iba a decir a la mujer que lo había vendido en doscientos y él se guardaba los otros doscientos. Me dije, muy para mis adentros, genial el muchacho, así vamos a llegar muy lejos!

 

            El otro vendedor que apareció llevaba alguna reliquia familiar y pedía mil quinientos dólares. Como se trata de una compraventa, le ofrecieron doscientos, pues no era que valiera gran cosa. No, mil cuatrocientos, replicó el otro. No, le ofrezco trescientos. Entonces no se hizo negocio y a la salida el vendedor del objeto manifestó que le tenía mucho aprecio a esa joya, que era familiar, que por nada del mundo lo vendería (sin sonrojo lo dijo, pero fue a venderla), pero que si le daban mil quinientos en otro lugar se sacrificaría. Me dije, muy adentro de mí, que qué bonito pensamiento tenía aquel hombre, que de todos modos su reliquia familiar y su afecto tenían un precio, como todo en él, me pareció.

 

            Y luego, para variar, en una entrevista a una jugadora de fútbol (se entiende que es equipo femenino, para que no me vayan a decir que soy un renegado idiomático) le preguntaron cómo se veía el equipo. Ella contestó: Nos respetamos, hacemos daño. Quedé sorprendido, pensé que iba a decir que jugaban bien, pero con estos pensamientos modernos, uno no sabe a qué atenerse.

 

            Y a propósito de fútbol, vi a continuación una disputa que se generó con la mascota elegida por la Copa América femenina. El muñequito era una perra, pues se trataba de mascota y de equipos femeninos. Quién dijo miedo por haber elegido a la perra. Que las estaban tratando de perras, dijeron algunos (digo algunos, porque la discusión se desarrolló con ellos y ellas). Que las estaban demeritando, y blablablá, blablablá, defensores y opositores y me preguntaba yo, hasta dónde ha llegado la estupidez humana que un muñequito dio lugar a pelea.

 

            Ahora sí que estamos jodidos, me dije para muy adentro de mis adentros, a donde nadie me pudiera oír, solo falta que me ofenda yo porque me digan calvo! (aunque dependiendo del tonito con que lo digan, ya serán quién soy!). 

—Todos somos distintos para los demás —opinó.[1] 

Tomado de Facebook
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[1] Henning Mankell. Antes de que hiele.

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