Desde niños fuimos creando etiquetas, supongo que siguiendo el ejemplo de nuestros mayores y no sé hasta qué punto, de la misma manera, generamos en nuestros hijos etiquetas similares o adicionales, por el paso de generación.
Etiquetas que iban escondidas con
frases tales como: Esos no son de buena familia. Lástima que en esa familia
haya un marica. Esos son unos levantados. Ni estudios tienen. Son negritos
aunque el menor es al menos agraciadito. Esa, ni le cuento lo que dicen por ahí
de ella. Pueden tener plata pero no cultura. Ojo con ese que es medio raro.
Y uno las creía como verdad sabida,
porque las decían los mayores. Afortunadamente los tiempos han cambiado y con
el tiempo hemos ido desprendiéndonos de muchas de esas etiquetas, al menos yo,
afortunadamente y, en general, hemos ido evolucionando y ya aceptamos los cambios
y no nos escandalizamos como antes, al menos yo. Especialmente en todas
aquellas etiquetas que hacían énfasis en materia sexual, aunque la puta lo
sigue siendo, pero el saber que una persona es marica, lesbiana, hetero o LGTB,
equis, ye o zeta nos está dejando sin cuidado, porque ya no es tan ofensivo
como antaño lo fue. Son aceptaciones que hay que aceptar, aunque eso sí no
dejarán de molestarme esas locas que se pasan, con ademanes, con gestos que
sinceramente no puedo aceptar, si he de confesarlo. De resto, cada cual haga su
vida como le parezca.
Supongo que de igual manera, así
como nos hemos quitado de algunas etiquetas, habremos caído en otras,
diferentes, nacidas de la misma modernidad. Como por ejemplo, la de los
muchachitos que se llaman influencers y que en un momentico hacen un platal por
decir o hacer estupideces y que al haber alcanzado esa meta se vuelven
insoportables, desagradables y que creen que para ellos no hay ley ni dios. Es
una etiqueta nueva de la que no he podido deshacerme, porque físicamente me es
imposible.
Dije que me he ido quitando
etiquetas, pero no me busquen la lengua, no me saquen la piedra, porque ahí las
etiquetas vuelven a su puesto y yo emputado, seguro que gritaré: Calvo
hijueputa (siéndolo yo), maricón de mierda (sin saber si lo soy), negro
desgraciado (aunque frente a un danés lo soy) y gorda levantada (sin verme la
barriga). Pero eso son solo maricadas mías, me digo.
En realidad, ¿qué sabemos de las personas que
nos rodean? Creemos que las conocemos, pero la verdad casi siempre nos
sorprende.[1]
[1] Antes de que hiele. Henning
Mankell.
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