Una de mis lecturas me llevó a pensar que, de cualquier manera, suelen presentarse algunas inquietudes en determinados momentos de la vida, y es algo que se piensa, pero que no se dice o que ni siquiera se piensa, pero la latencia está en algún lugar. Puede ser cierto o no, pero algo de verdad puede haber para alguien.
En cualquier caso, quedó claro que no
mantenían ya ningún tipo de contacto. Según ella, se separaron porque se
aburrían demasiado juntos.
Rememoró el tiempo que pasaron, que se le
antojaba el mejor de su vida en común. ¡Tenían entonces tanto de que hablar y
tan poco tiempo para ello…!
(…) y que, en realidad no sabía mucho acerca
de su marido. De hecho, parecía que, en veinte años, no había querido saber
nada de él.
Y son estos los pensamientos que
llevan al desenlace de descubrir el desamor o, por el contrario, a permanecer
allí inalterable porque se cree que ya no hay nada qué hacer y lo mejor es
dejar que pase, como sea que esté descrito en el destino. ¿Por qué
amargarse de antemano con los malos momentos si, quieras o no, siempre acaban presentándose
al final?
Y a su vez, eso me llevó a pensar en ¿Cómo
se describe a una persona que pasa tan inadvertida que parece confundirse con
su entorno?
Son momentos que pasan en la
vida, de alguna manera, o que simplemente nunca pasan, pero están latentes, de
alguna manera.
Con creciente malestar, Wallander pensó que,
al final, lo que queda de la vida de una persona va a parar al basurero más
próximo[1].
[1] Pisando los talones. Henning
Mankell. Todas las citas son del mismo autor.
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