viernes, 22 de abril de 2022

MIRADAS RESENTIDAS

Cuando se es pobre y se tiene conciencia de ello y además, sabe de antemano que no va a salir de allí, porque la Virgen no se le aparece a cualquiera ni todos los días y menos a los pobres, nace el resentimiento y, con él, la mirada característica.

Ese resentimiento es el que hace nacer la inconformidad, pero no de ser pobre, sino de no ser rico o, al menos, medianamente acomodado.

Es el mal que carcome a la sociedad y con el resentimiento nace igualmente esa mirada característica, pues los resentidos tienen una mirada característica, difícil de describir. Es la mirada del pobre ladrón que nos arrincona en cualquier esquina y nos esquilma, además de tratarnos de oligarcas, como si lo fuéramos, sin saber que estamos tan vaciados como él, pero que nos toca trabajar para obtener algo que nos saque de ella, en la que hemos estado dando tantas vueltas.

Es la mirada de odio que también tiene el izquierdoso cuando pontifica su verdad, sin saber que es el capitalismo el que anhela, que le permita cambiar esa mirada tan particular que les acompaña, mientras sean pobres resentidos, hasta de espíritu, como los mismos capitalistas que ellos llaman y odian, pero quisieran ser, en cuya mirada solo se ve avaricia.

Es la mirada de desconfianza que hoy veo en ciertos políticos electoreros, de esos que no tienen pena en gritar que les han robado las elecciones cuando pierden y que, cuando ganan, sin dejar de tener esa mirada perniciosa, alaban la tal democracia en la que no creen, pero que saben es un medio para llegar a sus fines. De esos cuya mirada les acompaña hasta la notaría para jurar que no son tan malos como dicen, pero que en el fondo firman lo que sea para llegar a esa poder que ansían, cuando cambiarán la mirada de resentimiento por la mirada de avaricia del poder.

Es por esa mirada por la que no hay que votar, porque la mirada lo dice todo, no engaña y predice ese futuro miserable, de odio y de resentimiento que no queremos tener.  

Y a propósito, a pesar de esas miradas tan características que tienen, son ellos los que se ofenden cuando se les mira, cuando en la realidad es uno el que debe sentirse ofendido por esa mirada que nos mandan, porque está cargada de todo el resentimiento del cual nunca podrán desprenderse.

 Son miradas que no me gustaría volver a ver.

 En esta vida, si tienes mérito, y no te lo reconocen, si tienes razón y no te la dan (cosas, por otra parte, perfectamente normales), te conviertes en un resentido. Te quedas sin el mérito, sin la razón, sin sentimientos sanos y al final hasta sin amigos que te escuchen.  Expediente Barcelona. Francisco González Ledesma.

Tomada de Google


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