En DW vi un programa
que presentaba lo último en tecnología de reconocimiento usado en prueba en
algunas ciudades de China. Unos dicen que es un laboratorio sobre el futuro,
otros opinan que es el principio de un estado policial. Como sea, bastante
bueno el programa.
E interesante, bastante interesante.
A través de ese programa de reconocimiento se ve cómo uno está siendo seguido a
lo largo del día, mientras esté a la vista de una cámara, que además cuenta con
el seguir del celular. Me dije, lo que hacen los algoritmos. Me llamó la
atención la capacidad que tiene, identificar al transgresor, al que no bota la
basura en su sitio, al que no lleva casco en la construcción, al que se pasa la
calle teniendo luz roja y la posibilidad de que quede anotado y se le ponga
correctivo. Curiosamente el programa dejó de funcionar cuando el covid nos
obligó a usar mascarilla, pero como a cada problema hay solución, ésta fue
rápida y con las modificaciones del caso se logró la identificación aún con
tapabocas.
Naturalmente queda la duda hasta
dónde la sociedad se convierte en estado policial. Vivir en sociedad tiene su
costo, me decía. Pero si uno no le debe nada a nadie, es una buena medida para
brindar seguridad dentro de la libertad debida.
Hoy estamos vigilados por todos
lados, hasta el Google maps me sigue y me dice, para evitar olvidos, por dónde
he estado, una buena forma para refrescar mi débil memoria. Y lo otro, a
diferencia de los chinos con sus cámaras de alta precisión, las filmaciones que
han de tener de mí en los últimos años han de ser borrosas o las cámaras pueden
estar en mal funcionamiento, como suele suceder en este país, que hay cámaras
por todos lados pero de una calidad que por buena que sea, no da para prueba de
reconocimiento y por eso, esa tecnología de seguimiento y reconocimiento se
demorará en este país, porque se compran las más baratas -parte de nuestra
naturaleza colombiana- y no de muy buena calidad, por lo que aún sigo siendo
sombra.
Como digo, ese estado policial de
ese tipo se demora en implantarse por estas tierras, estoy seguro de que moriré
sin verlo, con la esperanza de que al menos en el carro fúnebre ya la cámara
funcione bien, para estar seguros de que me morí bien muerto.
Los problemas legales, éticos o
morales, se los dejo a otros, pues sé que me siguen las cámaras desde hace ya
varios años y nada qué hacer, solo sobrevivir, pues se trata de los tiempos
modernos y estoy muy viejo para andar escondiéndome.
Lo peor eran dos cosas.
No saber por qué y no poder hacer nada.
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