lunes, 3 de febrero de 2025

LA SABIDURÍA DE HOUSE

            A todos nos gusta hablar de los demás, nos hace sentir superiores, nos hace sentir que tenemos el control y, a veces, para muchos, saber algo (de otros) nos hace sentir apreciados por alguien, hace que les importe más.[1]

 

            Por andar pensando en tantas cosas no había captado la ironía de las palabras de House, particularmente cuando echamos un chisme de otro y el chisme no es propiamente alentador, por decir lo menos, y más cuando ese otro es alguien que no es de nuestro querer (me asombro de la frase elevada que escribo, con lenguaje tan florido, cuando en otro momento, en el del chisme propiamente, es el veneno el que fluye por nuestro ser). 

 

            Generalmente cuando somos los actores principales del chisme, la sangre se eleva, el color emerge en la cara, la taquicardia nos hace surgir con el temblor de manos (una forma suave de decir que nos emputamos completamente, es que ando florido).

 

            Pareciera que siempre quisiéramos tener el control, de la situación, de la persona, de la ocasión, control que nos hace sentir superiores. Ironías de la vida.

 

            Para evitarlo debe recordarse que No hay nada confidencial, señor …, excepto aquello que cerramos obstinadamente a la luz. Lo que no quieras que se sepa, entiérralo en lo más profundo de tu corazón.[2]

 

Contrito, recogido en sí mismo, parecía esa clase de hombres que pasan por la vida como un accidente sin dejar nada destacable.[3]

Tomado de Facebook
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[1] House. Temporada 1, capítulo 13.

[2] La víspera de casi todo. Víctor del Árbol Romero.

[3] Un millón de gotas. Víctor del Árbol Romero.



viernes, 31 de enero de 2025

CHISMOSO YO?

                Será que el chisme es una de las virtudes que posee el hombre, entendida como la modernidad lo indica, es decir dicho sarcástico de mi parte. Pero he de reconocer que uno es chismoso en determinada medida o si no que tire la primera piedra quien crea que no lo es, que no lo ha sido, ni que lo será.

                Pero tratándose de chismes históricos, mi proclividad es mayor y es mayor a medida del ataque a ciertas historias que con la edad he dejado de creer y ahí es donde llamo en mi auxilio al chisme, pues puedo decir que no me lo inventé yo, que yo no lo dije (pero le repetí sin querer queriendo y eso es parte de la esencia del chisme, aclaro).

                Dentro de mis lecturas encontré una serie de preguntas que alguien se atrevería a hacer si no fuera por el temor a la excomunión, de donde se verá que el chisme es de tipo religioso.

                El primer ejemplo, Nazareth no existía en tiempos del Maestro. Y viene el chisme: Las ciudades más importantes de Galilea eran Tiberíades, la capital, Cafarnaúm (donde Jesús desarrolló gran parte de su actividad) y Séforis. A escasos kilómetros de esta última estaría Nazaret, el supuesto pueblo natal de Jesús que, en realidad, no existió. ¿Cómo que no existió? ¿Entonces por qué lo ponen en los mapas y por qué lo mencionan a cada paso los Evangelios? Todo tiene su explicación.  Nazaret sólo se menciona con este nombre a partir del siglo IV. Holley señala que jamás se menciona «en el Antiguo Testamento, ni en el historiador Flavio Josefo ni en los primeros mapas de Tierra Santa». El Nazaret actual es una población cercana a la antigua Séforis que ya contaba con cierta población en el siglo I. Su nombre podría ser una invención cristiana posterior. De hecho, la actual Nazaret está cerca del Monte Carmelo, lo que induce a sospechar que sea una creación de los carmelitas, un pia fraus, una mentira piadosa, para aproximar la patria de Jesús a su convento mayor.[1] Quién lo creyera, hasta una nimiedad sin importancia fue manipulada, vaya, vaya, me digo.

                Y ya que les picó la curiosidad, va el siguiente. Jesús analfabeto? Nadie lo creería, aunque por el solo hecho de ser hijo del Señor ya el título lo convalida todo. Pero bueno, dice mi lectura: En el que se habla de Jesús, la figura más importante de esta historia (y de toda). En este contexto, algo confuso como vemos, hay que señalar el paso por el mundo de nuestro dulce Jesús, la primera figura de la religión cristiana. Jesús hablaba arameo, la lengua de Israel, emparentada con el hebreo. Es posible que también chapurreara algo de griego, porque Galilea, su patria chica, estaba muy helenizada (el helenismo era la cultura internacional de los dominadores romanos). En cuanto a la escritura, casi todos los hipercríticos coinciden en afirmar que probablemente era analfabeto, como la inmensa mayoría de sus contemporáneos. Ya sé que cuesta admitir que todo este tinglado de la Iglesia provenga de alguien que ni siquiera tenía el graduado escolar, pero estas incoherencias hay que juzgarlas en su contexto: estamos hablando de una época en que la gente se movía por el mundo con menos papeles que una liebre. Dicho esto, y en honor a la verdad, hemos de consignar que no faltan indicios conducentes a demostrar que, después de todo, Jesús fuese más leído y escribido de lo que se supone: durante el Concilio de Roma del año 745, el papa San Zacarías leyó ante los cardenales y obispos una carta de Jesucristo que había caído del cielo y que el arcángel san Miguel había recogido y entregado al obispo alemán Edelberto. No fue ésta la única misiva emitida por Jesucristo desde la estafeta celestial: el cabecilla de la denominada «cruzada de los niños», Pedro el Ermitaño (1050-1115), mostraba a sus seguidores una carta que Jesucristo le había entregado en el Santo Sepulcro de Jerusalén. A Jacobo Maestro de Hungría (1190-1251), organizador de la Cruzada de los Pastores, le entregó la Virgen una carta que no lograba leer (no sabía arameo). Lo único objetable es que, incluso si admitimos a un Jesús celestial leído y escribido, eso no demuestra que no fuera analfabeto en la Tierra. Concedamos por una vez a los hipercríticos el beneficio de la duda. Tiempo le ha sobrado a Jesús, desde luego, para obtener el graduado escolar, aunque sea en los cursos de educación a distancia (mucha distancia, sin duda, tratándose del cielo, situado en el lugar más remoto de la supermegaestratosfera, más allá de las puertas de Tannhäuser). Por otra parte, reintegrado en la Santísima Trinidad, como Dios que es (Su Segunda Persona), Jesús reúne vastísimos conocimientos por ciencia infusa (omnisciente) y nada se le oculta, idiomas incluidos.[2]

                Y entonces, hablando del chisme que en muchos casos se usa como zancadilla para hacer quedar mal a alguien, es decir, humillarlo públicamente, eso hace que nos acerquemos a los saduceos (los judíos tampoco se salvan, como se ve), algunas veces el tiro sale por la culata, como en lo siguiente. Los saduceos eran discípulos de Sadoc, erudito judío del siglo –III que negaba la inmortalidad del alma, un dogma fundamental de los cristianos. Una vez quisieron enredar a Jesús con una pregunta capciosa: «Maestro, a ver si nos despejas una duda: una mujer que se ha casado de nuevo después de enviudar ¿de quién será esposa cuando los muertos resuciten?» Jesús, sin inmutarse, respondió: «Los resucitados no tendrán esposa ni marido, serán como ángeles del cielo» (Mc. 18, 27; Mt. 22, 23). ¡Planchados los dejó! Esa argucia dialéctica se denomina trampa saducea, la pregunta que no se hace con sincera voluntad de saber, sino para que el interlocutor se perjudique tanto si responde en un sentido como en otro. La usan mucho los políticos, incluso los de ingenio más romo, que son casi todos, y conste que no señalo a nadie. Aquellos infelices saduceos que quisieron confundir a Jesús se creían muy listos. Estaban lejos de sospechar que el que creían charlatán palurdillo recién llegado de Galilea (así lo veían ellos) era Hijo de Dios, nada menos, y les daba a todos cien mil vueltas.[3] 

 Perdonen la digresión, que es que uno se calienta y no sabe dónde frenar.[4]  (Tomo esas palabras como si fueran mías, es que caen como anillo al dedo).

 Y entonces, hablando de dioses y de esas épocas, el nuestro sí era botaratas: En este punto los neotestamentólogos podrán objetar que el propio Dios define la Tierra Prometida en términos más generosos en otro pasaje (ése es el mérito de la Biblia, que lo mismo te sirve para un roto que para un descosido, lo contiene todo): «A tu descendencia doy esta tierra desde el torrente de Egipto hasta el gran río Éufrates: los quenitas, queniceos, cadmonitas, hititas, periceos, refaimitas, amorreos, gonorreos, cananeos, guirgaseos y jebuseos», o sea le da la tierra con los pueblos que contiene. Todos esos pueblos han desaparecido, pero el de Israel se mantiene a pesar de los reveses de la historia, con un par. <<[5] Con razón los judíos se sienten dueños del mundo, aunque les hayan bajado los humos y se creen solo dueños de una parte, por eso será que se llama medio oriente.

 Lo mejor es cortar acá, pero el libro leído ha sido muy ilustrativo, pues a más de contener ciertos chismes, me ha hecho reír un buen rato y dudar, otro buen rato. En cualquier caso, un buen chisme ilustra. 

«Mi querida joven —le dijo un día, muy al principio de trabar relación con él—, no debes pedir respuestas, ni hechos, ni dogmas, como los que dicen vuestros sacerdotes que son aquello en lo que habéis de creer. Ser sufí es estar siempre en camino, sin contar nunca con llegar. El viaje lo es todo».[6]

Foto JHB


[1] Historia del mundo contada para escépticos. Juan Eslava Galán.

[2] Historia del mundo contada para escépticos. Juan Eslava Galán.

[3] Historia del mundo contada para escépticos. Juan Eslava Galán.

[4] Historia del mundo contada para escépticos. Juan Eslava Galán.

[5] Historia del mundo contada para escépticos. Juan Eslava Galán.

[6] El otro nombre de Laura. Benjamin Black.


miércoles, 29 de enero de 2025

«El comedero de Pájaros»

 Un cuento anónimo, con moraleja y muy bien escrito, decía el mensaje que recibí. Y efectivamente es así. El cuento dice: 

 

Me compré un comedero para pájaros, lo colgué en el jardín de mi casa y lo llené de granos y semillas. Era un espectáculo ver a los pajaritos de cerca. Al cabo de una semana eran ya centenares los pájaros que se aprovechaban de la comida gratuita. 

 Luego, empezaron a hacer sus nidos en todos los árboles, arbustos y bajo la terraza. A continuación vino el excremento. Estaba por todas partes. Sobre el piso de la terraza, en la cama elástica, sobre las sillas, sobre la mesa… Después algunos pájaros empezaron a ser agresivos. Se lanzaban sobre mí e intentaban picotearme buscando comida, a pesar de ser yo quien les alimentaba. Otros eran insoportablemente ruidosos instalados sobre el comedero piando y trinando a todas horas, noche y día al ver que la comida escaseaba. 

 Al poco tiempo no conseguía ni siquiera disfrutar mi propio jardín. Por lo que decidí quitar el bonito comedero y en tres días los pájaros desaparecieron. Hice limpieza y puse todo en orden, eliminando incluso todos los nidos de la terraza. Muy pronto mi jardín volvió a ser aquello que siempre había sido: un lugar tranquilo y sereno, sin ningún alborotador reclamando “el derecho a comida gratis”. 

 

            Todo tan simple. Luego con el cuento viene una serie de reflexiones que ya conocemos, replicamos y nos quejamos pero que de nada sirven. Que quienes trabajamos (honradamente, porque actualmente es necesario hacer la precisión) y que con sacrificio hemos obtenido cosas, vemos que cada día nos merman nuestros derechos, cediendo a aquellos que sin tenerlos lo exigen de una manera que obliga a concederlos. Que pagamos impuestos pero los subsidios y prebendas se los llevan los que no lo hacen. La vida se hace más difícil para quienes no queremos todo gratis, para quienes cumplimos con nuestras obligaciones, porque van mermando cada día más nuestras opciones legales.

             Y faltó concluir con el cuento, aunque en los animales no es de esperar pero en los hombres sí, que una vez que dejaron de recibir su comida gratis, empezaron a llegar los alborotadores a reclamar el supuesto derecho que habían adquirido y así la trifulca creció, como creció el derecho de los tales desamparados y se mermaron los derechos de quienes los mantenían.

             Qué desgracia. 

Aristóteles justificaba la limitación del voto a los propietarios de alguna fortuna, o sea, a los que pagaban impuestos, porque si se les concedía el voto a los pobres exigirían tantas ayudas que arruinarían el país: «Los pobres sólo reciben, no dan, y siempre piden más.»[1] 

Tomado de Facebook
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[1] Historia del mundo contada para escépticos. Juan Eslava Galán.


lunes, 27 de enero de 2025

RECESO

             No es que no tenga tema para tratar (o será por eso?) pero prefiero hoy ver una que otra sonrisa (o a alguien ofendido, siempre se dan los casos) y como sea, van memes ajenos (naturalmente tomados de Facebook, en qué otro lugar se pueden robar impunemente?) ante mi incapacidad de poder inventarlos, como debería ser:

 





 




                     Y para que no se diga que soy monotemático (aunque lo aparente), veamos:

   



lo que es muy frecuente.

 

 Pareciera que sí y tendré motivo para ofenderme.


 

 Que así sea.

 

 Ojalá hubiera sabido de esta respuesta en algunos momentos de mi vida.

 



 

 Y mejor no digo más (o no pirateo más, pudiera decir).

 

Somos violentos por naturaleza y no violentos por formación.[1]



[1] Salvajes. Don Wislow.

viernes, 24 de enero de 2025

GRATA NOCHE

             Pasé una grata noche, de buenos sueños, de descanso imperturbable y con un final de sorpresa inimaginable.

             Tuve varios sueños, eso sé, porque sin ser consciente, pero tal vez siéndolo, cada vez que daba una vuelta, por cansancio de posición, supongo, de derecha a izquierda y viceversa, sabía que la temática variaba a lo largo de la noche.

             El último, cuya durabilidad está en entredicho, fue acogedor, limpio, suave, apaciguado.

             Me encontraba en una esquina de una ciudad, cualquiera podría haber sido, pienso ahora. Una esquina con varias bifurcaciones, todas ellas en diagonal. En cada esquina de bifurcación el respectivo edificio triangular cuyo ápice[1] desembocaba en la calle misma. El día soleado, bastante soleado y algunas esquinas reflejaban la sombra de los consiguientes edificios; por ellas calcularía que era ya aproximándose el atardecer o al menos eso predecían sus sombras sobre la calle en la que me encontraba.

             Apacible el lugar, a pesar de ser una calle céntrica de cualquier ciudad, sin tránsito, como de domingo. Me sentía tranquilo, con la conciencia tranquila, sosegada, plácida. Curiosamente creo recordar que estaba solo, disfrutando del momento, aunque como sueño que era, aparentemente había gente a mi alrededor, en una situación similar a la mía, sin que ninguno fuera consciente de la existencia de los demás, apenas se percibían.

             Solo debía pasar la calle y sabía que allí encontraría la felicidad plena, la anhelada, la esperada, ese era el sentimiento que me cobijaba en ese momento. Pero me entretenía viendo cómo los demás pasaban, seguían su camino y ninguno retornaba, lo que me llamaba la atención. Sus caras delataban el deseo de tranquilidad, de felicidad.

             Y al pasar la calle y llegar al andén iban desapareciendo, sin que la situación implicara temor alguno, más bien sosiego para cualquiera que pudiera estar observándolos. Todo invitaba a pasar la calle.

             Y en un momento de epifanía tuve conciencia de que todos ellos estaban pasando a otro plano, llámese como quiera que se quiera (cielo, trascendencia, paraíso, edén) y sentía que era el lugar anhelado por mí, por todos ellos, por todos nosotros.

             Comencé a cruzar la calle, con la tranquilidad de la conciencia tranquila insisto, me sentía feliz, realizado, pleno y… desperté, inicialmente maravillado, pero luego, al tomar conciencia del despertar, desilusionado al ver que no había logrado pasar la calle, algo frustrante, me digo ahora.

             Pero así son los sueños, que se le puede hacer! 

Lo imposible debe ser soñado primero, para algún día hacerlo realidad.[2] 

Tomado de Facebook
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[1] No es que sea muy docto en el tema, pero averigüé cómo se llamaba la punta del triángulo opuesto a la base.

[2] Manifiesto por la lectura. Irene Vallejo


miércoles, 22 de enero de 2025

SITUACIONES

             Ella, por voluntad propia, habiendo quedado viuda y sus hijos habiendo hecho su vida propia se acogió a su propia independencia; ya era poco lo que esperaba de la vida y ya socializar no era una alternativa, había elegido gratamente la soledad y en ella aprendió a vivir, sin rendir cuentas, sin  pedir cuentas, era como debía ser; así de simple se presentaba la vida que restaba, era la que había elegido y a ella se atendría, con eso bastaba, estableció su rutina, su grata rutina sin necesitar de nada más.

             Era la vida que había anhelado.

             Él, se había separado, había convivido con su propia soledad, ya la pensión le permitía ese lujo. Pero luego, cosas de la vida, conoció a alguien y volvió a la rutina matrimonial, con sus haceres y sus pesares, aunque muchas veces anhelaba la soledad ya retirada, pero era incapaz de verbalizarlo. Pasó el tiempo y, milagro de milagros, sin quererlo ni buscarlo, su pareja le insinuó la necesidad de trasladarse a otra ciudad; no dijo nada al principio, aunque en su fuero interno deseaba reencontrar su soledad. No, dijo luego, yo no soportaría irme a otra ciudad, lo dijo con voz contrita, que emanaba algo de culpa y hasta le imprimió un poco de nostalgia y tristeza para que no se evidenciara su deseo y la necesidad de obtener su vieja soledad. Así quedaron, ella se fue y él volvió al reencuentro que ahora deseaba.

             Era la vida que había anhelado.

             Y un tercero, separado y sus hijos habiendo hecho su vida propia, se había aclimatado a vivir solo, sin que nadie le jodiera, según sus palabras. Esporádicamente venían a hacer menos sola su soledad una que otra novia, pero cada vez se repetía lo mismo, prefiero mi soledad, sin que nadie me joda, se decía. La última, insistente, como suele hacerlo una mujer, quería emparejarse, hacer vida matrimonial y él, cada vez que el tema salía a flote, se enervaba porque no había cosa más rica que cada lora en su estaca, solía decir. Hasta que el roce se hizo tan notorio que con conciencia clara decidió terminar (para ser preciso, me dijo que la había mandado a la mierda, eso dijo). No quería que en su espacio personal e íntimo hubiera alguien más, permanentemente; de lejitos, la cosa era ya más manejable, eso dijo. Eso era lo que anhelaba. Y así fue. … le parecía que … había alcanzado la condición que más natural era en él, como si de hecho hubiera nacido para ser viudo.[1]

             Personajes que lograron tener claro lo que deseaban, adquirieron conciencia de su propio ser, de su propio deseo y, al menos por el momento, gozando de su propia riqueza. 

Uno hace lo que no quiere hacer cuando se enamora y lo disfraza de propia iniciativa, aunque en el fondo sólo sea renuncia.[2]

Tomado de Facebook
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[1] El otro nombre de Laura. Benjamin Black.

[2] Un millón de gotas. Víctor del Árbol Romero.


lunes, 20 de enero de 2025

EL BIEN MAYOR

             Siempre me ha llamado la atención que en las películas gringas, en donde interviene el FBI, la CIA y en cuanto haya un funcionario malévolo, se escudan, cuando quieren intimidar o no tienen una causa, y de esa manera obligar a que alguien haga algo que en otra situación no haría usan esa famosa frase del bien mayor (o la seguridad nacional).

             Y todos los gringos temerosos, de represalias o de que lo terminen involucrando en algo dudoso, ceden antes esta sola frase.

             Pero qué es el bien mayor, me vengo preguntando. Y naturalmente no encuentro respuesta plausible, como en todas mis preguntas.

             El bien mayor de quién, de quienes se escudan en esas palabras para ocultar sus propios secretos, de quienes mienten para escudarse en la palabra e intimidar o de cobardes que asustan así a otros más cobardes.

             El bien mayor, puede que para los gringos tenga algún sentido o mérito, pero para mí son palabras sin sentido, porque el bien mayor, así sea Dios, no es argumento que permita que yo haga algo que no quiero, que me haga sentir avergonzado o intimidado, pero no del bien mayor, que ese será para mí mi propio bienestar, me digo.

             Los gringos y sus frasecitas amenazantes! 

Hay asuntos que solo se arreglan con una buena guerra.[1] 

Tomado de Facebook
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[1] La Revolución rusa contada para escépticos. Juan Eslava Galán.


viernes, 17 de enero de 2025

TE DOY MI PALABRA

             Hoy… hoy ya carece de sentido, son palabras huecas, sin sentido. Cuándo dejaron de tener sentido, me pregunto ahora.

             Antes, hace mucho tiempo (a long time ago, empezaba la guerra de las galaxias), decía que hace mucho tiempo, por lo general (lo digo así porque de todos modos y en todos los tiempos existían sus excepciones y no pocas) era respetable dar la palabra, era mucho más vinculante que un contrato y se sellaba con un solo apretón de manos, con eso bastaba, se cerraba el negocio o la promesa, no se necesitaban testigos, ni arras, nada más, no se necesitaba nada, la palabra era la palabra y se respetaba y, como dije, en vez de firma, se sellaba con un fuerte apretón de manos, mirándose a los ojos.

             Te doy mi palabra era dogma de fe y uno se jugaba todo su prestigio, que igualmente de algo servía. 

—Os ofrezco cincuenta y seis.

—Cincuenta y seis y tres cuartos.

—Cincuenta y seis y medio, pagados en reales de a ocho.

—Me parece bien, por esta vez.

—La mujer se escupió en la palma de la mano y se la tendió, y el hombre se la estrechó. Se habían estado entendiendo.[1] 

             Como dije las excepciones siempre las hubo, por lo que naturalmente de esta creencia se excluían los políticos que cuando lo dicen, de antemano ya se sabe que no va a ser cumplida y lo hacen sin resquemor, sin vergüenza, sin rubor. Esos nunca han sido sujetos de palabra. 

            Supongo que el momento invisible en que se evaporó la palabra fue el mismo en que las palabras justicia, patria (incluido sus símbolos) y otras más se volvieron etéreas, perdieron su personalidad, perdieron su valor y dejaron de ser respetadas, de ser respetables.

             Hoy la palabra de alguien ya no vale nada, como no lo vale el juramento, cuyo valor también se evaporó con el paso de estas generaciones.

 

Tenemos cierta tendencia a perdonar las transgresiones cuando el personaje en cuestión nos resulta simpático o cuando logramos sentir de cerca el problema que nos quitan de encima. ¿Quién no estaría dispuesto a manifestar que habría hecho lo mismo si con ello salvaba a un hijo, a un familiar, a alguien cercano? Los debates éticos, la moral, la ley quedan en suspenso cuando nos arrebatan las emociones.[2]

Tomado de Facebook
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[1] La armada de Dios. Julio Alejandre Calviño.

[2] Nadie en esta tierra. Víctor del Árbol Romero.


miércoles, 15 de enero de 2025

POR QUÉ

             Una pregunta que atraviesa los siglos, sin respuesta, por eso será que perdura a través de los siglos.

            Y a pesar de ser entendida como una sola palabra como pregunta (aunque en la realidad son dos), involucra un millón de por qués; cada día hay un por qué, cada persona la hace constante y naturalmente a lo largo de las generaciones, una pregunta insatisfecha, desde hace siglos.

             Cuando se unen las dos palabras (por qué), la respuesta está dada (porque), porque es así, pero a esa sola palabra le rehuimos generalmente, muchas veces, porque preferimos no oír su contenido, porque es mejor bloquearla, porque no es conveniente oírla (nótese el continuo uso de la palabreja). Se produce, como digo, un bloqueo cuando sabemos de antemano que no conviene oír la explicación.

             Una preposición (por) y un pronombre relativo (que, aunque también puede ser conjunción y si tiene tilde es adjetivo interrogativo[1]) y todo lo que nos complica la vida. La curiosidad me llevó a la RAE y en vez de sacarme de dudas me confundió aún más, tanto que ya ni me acordaba qué era un pronombre relativo[2].

 

            Por qué: se utiliza para hacer preguntas y exclamaciones.

Porque: se utiliza para responder a preguntas con por qué y para indicar la razón de algo.

Porqué/Porqués: se usa generalmente detrás de un artículo (el, un, los…) y puede reemplazarse por el motivo/los motivos.

Por que: Es la combinación de por + que. Aparece en frases con verbos, nombres y adjetivos que van generalmente seguidos de por (preguntar por, votar por, estar ansioso por, sentir preocupación por, etc.) e introducen una frase con un verbo conjugado en subjuntivo.

             Pero el tema iba a otra cuestión diferente, pero por qué terminé acá? Por pendejo, o siendo secuencial: porque se dejó llevar por la distracción y porque sigo dejándome llevar como loca suelta por la desatención. Lo que sí dejó en evidencia es mi actual ignorancia idiomática porque qué indio pa bruto, dirá alguien, pero ya es mucho lo que he olvidado.

             Por eso será que prefiero no pensar en por qué! (Y la idea inicial para el escrito se diluyó por el camino y todavía se pregunta por qué es así? Me oigo criticar). 

Dirá lo que dicen todos, lo único que saben decir cuando lidian con la vejez: “… métase en un  armario lleno de bolas de alcanfor y procure no moverse. Así vivirá mil años” Y digo yo, ¿quién coño quiere vivir para siempre? Solo alguien que no tiene pajorela idea de lo que es la vida. -Y ¿qué es la vida? Preguntó… por el puro placer de provocar a su amigo. -¡un sinvivir, coño¡ la vida solo sirve para morirse.

Tomado de Facebook
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[1] Sin tilde tiene 16 acepciones, mientras que con la tilde tiene 12, es decir, hay de dónde escoger.

[2] palabras que se usan para hacer referencia a un sustantivo o sintagma nominal que ya se ha mencionado en una oración. Su función es evitar repetir palabras o sujetos, y conectar dos oraciones. 


lunes, 13 de enero de 2025

ESCRITURA

 A través de los libros, anidamos en la piel de otros, acariciamos sus cuerpos y nos hundimos en su mirada. Y, en un mundo narcisista y ególatra, lo mejor que le puede pasar a uno es ser todos.[1]  

Nunca lo había pensado cuando escribía, podía creerse, si se pudiera, que eran meros monólogos, sin saber que podían ser diálogos, a pesar de estar escritos en un solo sentido, de mí hacía mí, como recordatorio de estar vivo, de tener en la vejez una actividad que me llenara y satisficiere, a pesar de las ausencias de inspiración en ciertos momentos, un ancla en la cual encallar con alguna seguridad.

Pero cuando veo que alguien se toma la molestia de leerme, veo ahora que el anónimo monólogo se trastoca en un diálogo, igualmente anónimo, como conversación entre dos amigos, en la que uno de ellos lleva la voz cantante, mientras el otro, en silencio elocuente, nada bullicioso, se permite ser un mero espectador y más que espectador en un oidor de historias ajenas, aunque más que historias son narrativas de cotidianeidades de una mente dispar o si se prefiere ideas locas de una mente senil[2], sin pretender tildarme con la definición humillante que pueda tener la palabra, pues senil tampoco implica necesariamente debilidad mental o al menos eso podría creer, aunque lucidez en los temas variados, en muchos de ellos podrán ser no propiamente tales.

 Como sea, el monólogo iniciado y convertido, por obra de la palabra escrita en diálogo, me hizo sentir, palpar y figurar que cuando me dedico a la lectura de un buen libro, me convierto en el cómplice necesario que requieren el autor y sus personajes para cobrar vida y con ellos me recreo permitiendo que en vez de tener horas de aburrimiento éstas pasen cual minutos voladores de disfrute y por qué no decirlo, de ensoñación. 

El hábito de leer no nos hace necesariamente mejores personas, pero nos enseña a observar con el ojo de la mente la amplitud del mundo y la enorme variedad de situaciones y seres que lo pueblan. Nuestras ideas se vuelven más ágiles y nuestra imaginación, más iluminadora. Al asomarnos a la madriguera de un relato, escapamos de nosotros y nos proyectamos en los personajes de un país inventado.[3] 

Tomado de Facebook
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[1] Manifiesto por la lectura. Irene Vallejo.

[2] Perteneciente o relativo a la persona de avanzada edad en la que se advierte su decadencia física. (RAE) Nótese que la referencia académica se refiere a la decadencia física y no mental y a ello me refería.

[3] Manifiesto por la lectura. Irene Vallejo.


viernes, 10 de enero de 2025

DÓNDE ESTÁ EL RECUERDO?

                El origen de la pregunta, en la película La juventud. En uno de los diálogos iniciales un personaje, de la tercera edad preciso, naturalmente, le decía a otro amigo, igualmente de la tercera edad, que le preocupaba no recordar bien a su familia y se preguntaba en dónde estaba el recuerdo, si mal no recuerdo.

                Eso me hizo preguntarme, ya viejo, de la tercera edad, naturalmente, en dónde quedaban los recuerdos y si su vigilante era suficientemente confiable y cuidadoso para que los mantuviera frescos o, al menos, lozanos y reales. Parece que no. Y además, en dónde están? En dónde se guardan?

                La pregunta del personaje, debo precisar, no era que no se acordara de su familia, como tal; lo que intuí que quería decir era que la imagen de lo que eran cada uno de los miembros de su parentela cercana no la tenía clara en la memoria, como si se hubieran evaporado y solo quedara algún rastro como aquellas viejas fotos de antepasados en álbum olvidado, esa imagen de fotografía que a veces se queda impregnada de perdurabilidad y eternidad, pero no de nitidez.

                Hice el ejercicio, de traer del recuerdo una imagen familiar, de pasado y él vino a mí, pero como recuerdo, es decir, como noción o, en otras palabras, las imágenes eran nociones pero no imágenes, esas se habían evaporado y así comprendí a ese viejito[1] que decía que no recordaba a su familia y que eso le preocupaba.

                Así es, los recuerdos se evaporan, se transforman, se diluyen, se trastocan y cuando se mantienen lo hacen como noción, mas no como imagen, porque éstas rehúyen, se esconden, en dónde? Ni idea, ni siquiera sé en dónde se guardan los recuerdos.

                Y para completar, al final de la película, el protagonista pregunta: Entonces llegué aquí sin entender cómo llegué aquí.

               Vea pues y pensar que lo único que nos queda en esta vida son los recuerdos. 

La vida, así de fugaz y con sus inesperados sucesos, va pasando frente a nosotros mientras estamos distraídos[2].

Tomada de Faebook
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[1] Michael Caine. https://es.wikipedia.org/wiki/Youth_(pel%C3%ADcula_de_2015)