lunes, 23 de junio de 2025

DESUBICADO

             En estos tiempos mi desubicación es más notoria, preocupante pero comprensible, propia de la edad como dirían los médicos cuando uno es viejo y manifiesta sus dolencias. Son efectos de la modernidad.

             No sé cómo se puede trabajar en estos tiempos en que hay tantos distractores (espero no estar siendo repetitivo) en que hay tantos distractores que hace que la concentración sea cada vez más difícil.

             Iba a la droguería pero por estar pensando en cualquier otra cosa seguí de largo y terminé comprando pan, hasta que luego caí en la nota de que había comprado lo que no necesitaba y dejé de comprar lo que requería.

             Y este hecho me llevó a mi juventud, particularmente a la laboral. No había internet ni celular, eso llegó mucho después. Se concentraba uno en lo que tenía que hacer, hacía la tarea y eso me lleva a pensar que la vida era más asentada. 

            No había quién le estuviera molestando para averiguar cómo  iba el trabajo, hasta podía uno ir a la biblioteca para una investigación más profunda. No había computador ni internet por lo que ni redes, ni juegos, ni chismes, ni chats (haciendo conversaciones insulsas y hasta estúpidas) ni ninguno de esos distractores, los de la época eran diferentes.

             Se era más eficiente, supongo, menos olvidadizo, menos difuso, menos disperso.

             Otros tiempos, otras distracciones, otras situaciones.

             Debo concentrarme más en lo que tengo que comprar en la droguería para no terminar comprando pan. Escribo esto mientras veo una serie de Amazon, eso se llama concentración. 

Era una situación parecida a cuando pierdes las llaves. Cuando dejas de buscarlas, te acuerdas de dónde están.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Criminal. Karin Slaugther.


viernes, 20 de junio de 2025

MUERTE DIGNA

             Procurando ser previsivo en esta vida, ya que de la otra me es difícil determinar, he firmado un documento en que manifiesto mi deseo de terminar la vida de una forma digna[1], tal como la he vivido hasta el momento.

             En estos días llegó a mi mano una declaración en tal sentido bastante buena, con profundo sentimiento, más que legalista, de filosofía de vida, por lo que me permito transcribirlo para ser compartido para quienes puedan estar de acuerdo con ella y la hagan conocer, porque considero que lo peor que le puede pasar a uno es morir indignamente, con sufrimiento y con la palabra pobrecito en boca ajena. 

AUTORIZACIÓN DE MUERTE DIGNA O EUTANASIA PASIVA, EUTANASIA ACTIVA Y ASUNTOS DE SALUD. A quienes cuiden de mí, ya sean familiares o parte del equipo de salud, solicito el cumplimiento de mi voluntad.

SEGUNDO. MUERTE DIGNA. (Eutanasia pasiva) A mi familia biológica, familia social (personas de mis afectos), a mis médicos, a cualquier institución médica bajo cuyo cuidado yo estuviere, a cualquier persona responsable de mi salud o de mi asistencia en la enfermedad manifiesto: la muerte es un hecho natural como el del nacimiento; en la vida el ser está incluido dentro de los conceptos ético-morales, donde la dignidad es el deber ser de este proceso humano y así se debe entender la muerte, más que cualquier otro momento de la vida, ya que en la mayoría de los casos de trauma o enfermedad el ser humano puede quedar impedido frente a la toma de decisiones relacionados con su muerte. La modernidad nos ha traído el avance tecnológico y especialmente la ciencia médica se vale de él para mantener hasta el último momento la vida, muchas veces desnaturalizando el sentido mismo de la existencia y reduciendo a la persona a un estado de indignidad, por ello prever la toma de decisiones que atañen a nuestra propia existencia es simplemente facultar a otros, quienes en estos momentos pueden servirnos de intérpretes validos para evitar la indignidad, el sufrimiento, la degradación y dar paso a la naturaleza misma de los hechos y así poder encontrar el descanso en la muerte . No temo a la muerte por sí misma, pero sí a las miserias de la enfermedad, de la dependencia y del dolor sin esperanza, de igual manera abusar involuntariamente del amor, paciencia y abnegación de mis familiares y amigos. Por ello y al amparo de la Constitución y las leyes, en caso de no poder manifestarme de forma cociente en los momentos que me encuentre enfermo, solicito que sean observadas las siguientes disposiciones, producto de mi clara y manifiesta voluntad expresada ante notario con plena capacidad legal y en pleno uso de mis facultades mentales: si se presentare una situación en que no subsista esperanza de tratar o curar mi enfermedad, (entre ellas y a manera enunciativa: coma o muerte cerebral, o encontrarme con una enfermedad crónica con intensos sufrimientos) pido que no se utilicen métodos, medicamentos o medidas extremas que tengan por objeto prolongar sin razón o inútilmente mi vida o mantenerla por medios artificiales, lo cual no excluye que se me suministren los cuidados necesarios para aliviar mis sufrimientos, es decir que me auxilien solo con cuidados paliativo.

TERCERO EUTANASIA ACTIVA: Si me llegase a encontrar con una enfermedad terminal y con graves e intensos sufrimientos pido que me ayuden activamente a morir. Estas decisiones las tomo después de una cuidadosa reflexión y como fundamento en el artículo trece (13) de la ley veintitrés (23) de mil novecientos ochenta y uno (1981), normas sobre ética médica y el principio de autonomía de la voluntad que sirve de sustento a la Constitución Política de Colombia y el fallo de la Corte Constitucional sobre eutanasia.

CUARTA. DONACIÓN DE ÓRGANOS. Manifiesto mi voluntad de que al momento de fallecer se haga donación de los órganos que puedan servir para trasplantes y se lleven a cabo oportunamente todas las diligencias para ello.

QUINTA. TRATAMIENTO. UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS. Quiero expresar claramente y sin que quede duda, que se tengan en cuenta estrictamente y al pie de la letra las siguientes indicaciones adicionales:

A. Si por algún motivo (proceso natural de enfermedad o evento accidental agudo) ingreso a una Unidad de Cuidados Intensivos, únicamente permaneceré en ella en la medida que hubiera amplias posibilidades de recuperación de forma que consiga llegar a unas condiciones vitales dignas. Si a pesar de los esfuerzos realizados persisten las precarias condiciones vitales y no recupero el control consciente, deben interrumpirse los procedimientos de tratamiento.

B. Prefiero, en la medida de lo posible, morir en mi casa y solicito que únicamente se permita que mi organismo continúe su curso vital hasta cesar sus funciones, sin soporte extraordinario de ninguna naturaleza lo que incluye alimentación por cualquier vía, excepto analgésicos si llegare a necesitarlos.

C. Si me sobreviene un paro cardiaco o respiratorio, ordeno que no intenten procesos de resucitación.

D. En el evento que los médicos y/o cualquier otro profesional de la salud o persona particular pretenda impedir el cumplimiento de estas disposiciones, les solicito a quienes otorgo poder, ordenar el cumplimiento de las mismas. Igualmente pido a ellas o a cualquier persona que lo desee, que presenten queja para iniciar investigación administrativa y/o disciplinaria, eventualmente otra ante el Tribunal de Ética y si es del caso, tutela o demanda ante el Juez o Tribunal que corresponda para obtener la indemnización de los perjuicios morales causados a las personas allegadas por la negativa a cumplir con estas disposiciones.

SEXTA. EXEQUIAS: Cuando muera deseo que mis exequias se lleven a cabo con la mayor sencillez posible, sin velación. Deseo ser cremada. No es necesario que guarden luto por mí y tampoco que visiten mi tumba, sé que me recordarán. Finalmente, desde ya agradezco que me quisieran y me permitieran quererlos, me dieran felicidad y múltiples satisfacciones y que me auxiliaran y apoyaran en vida.

             No hay más que añadir.

No nos preocupemos hasta que no llegue el momento de preocuparse. Ahora está en manos de Dios.[2]

Tomado de Facebook
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[1] Dice Google y su IA: la "muerte digna" se refiere al derecho de las personas a morir con autonomía, libre de sufrimiento y de acuerdo a sus propios deseos, especialmente cuando enfrentan enfermedades terminales o condiciones irreversibles. Esto implica el acceso a cuidados paliativos, la posibilidad de rechazar tratamientos médicos que prolonguen artificialmente la vida, y en algunos casos, la eutanasia (tanto activa como pasiva). 

[2] Palabras rotas. Karin Slaughter.


miércoles, 18 de junio de 2025

EL INCREIBLE PODER DE NUESTROS SENTIMIENTOS.

               Un podcast de Diego Golombek[1] que en ratos de ocio oí (como si el ocio no fuera permanente en un pensionado)  hablando de percepción y sentimientos, me hizo pensar en los sesgos que tenemos, en lo críticos que somos permanente y adicionalmente en lo quejetas que terminamos siendo. Es decir, en una palabra, los seres humanos no somos buenos ejemplos ni de humanidad ni de sensibilidad.

 Lo que más me llamó la atención fue la palabra sesgo, pensé que era una palabra más del diccionario, transitoria, efímera. Pero resulta que es precisamente de esa palabra de la cual más nos alimentamos y que, desafortunadamente, gobierna más nuestras vidas. Y lo que, según dicen los que saben, está arraigada en la parte más primitiva del cerebro, la que nos hace… cómo decirlo, cagarla más y reconocerlo menos? Y de ahí a que nos volvamos más críticos, no en el mejor sentido de la palabra, y permanentes quejetas como eximente de la responsabilidad que realmente deberíamos tener, en cuanto el sesgo sea una falta de objetividad.

 Pero veamos, Los sesgos  cognitivos son atajos mentales que evolutivamente han sido útiles porque nos han permitido tomar decisiones de forma más rápida. La psicología cognitiva estudia estos atajos, así como otras estrategias y estructuras que utilizamos para procesar la información, habiendo identificado una gran cantidad de ellos, que con frecuencia están relacionados entre sí. Si bien pueden ser útiles, en ocasiones la falta de racionalidad, de información u objetividad nos pueden llevar equivocación. Estos errores sistemáticos en los procesos cognitivos (pensamiento, percepción, memoria, entre otros) nos producen una desviación en el procesamiento mental, nos pueden alejar de la racionalidad o nublar nuestro juicio[2].

 

Y menciona cincuenta de tales sesgos que permiten la desviación del pensamiento, aunque el podcast menciona que se reconocen 300 (o eran 200?). A manera ilustrativa transcribo algunos de ellos, que me han llamado la atención:

  1. Sesgo por interés personal: Nuestros fracasos son circunstanciales, pero nuestros éxitos son por méritos propios. Por ejemplo: Ganas un premio debido al trabajo duro o la perseverancia sin contar con la suerte o la ayuda recibida. En cambio si fallas es porque no habías dormido lo suficiente o cualquier otra excusa.
  2. Efecto arrastre: Las ideas, las modas y las creencias crecen a medida que más personas las adoptan. Es la tendencia a hacer o creer en algo porque muchas personas lo hacen o lo creen.
  3. Pensamiento de grupo: Debido al deseo de conformidad y armonía en el grupo tomamos decisiones irracionales, a menudo para minimizar el conflicto.
  4. Efecto del falso consenso: Cuando creemos que hay más gente que está de acuerdo con nosotros de lo que realmente es el caso.
  5. Maldición del conocimiento: Una vez que sabemos algo, asumimos que todos los demás también lo saben.
  6. Hipótesis del Mundo Justo: Tendemos a creer que el mundo es justo; por lo tanto, asumimos que los actos de injusticia son merecidos.
  7. Realismo ingenuo: Creemos que observamos la realidad objetiva y que otras personas son irracionales, desinformadas o tendenciosas.
  8. Efecto de anclaje: La tendencia a confiar demasiado en la primera información que nos ofrecen a la hora de tomar una decisión.
  9. Sesgo de la automatización: Tendemos a confiar en los sistemas automatizados, llegando a confiar demasiado por ejemplo en la corrección automática del corrector ortográfico.
  10. Sesgo de autoridad: Confiamos y estamos más a menudo influenciados por las opiniones de las figuras de autoridad.
  11. Efecto Zeigarnik: Recordamos más las tareas incompletas que las completadas.
  12. Prejuicio de punto ciego: No creemos que tengamos prejuicios, y lo vemos más en los demás que en nosotros mismos.

Curiosa que es la ciencia y todavía nos creemos que somos la inteligencia máxima de la naturaleza. Vea pues. 

Cuando Cioran, en una pirueta de su complaciente pesimismo, se proclama harto del hombre hasta el punto de exigir «que se largue cuanto antes», es evidente que su invectiva no se dirige exclusivamente a los varones. Es humillante que el feminismo sectario nos obligue a añadir precisiones tan imbéciles.[3]

Tomado de Google
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[1] BBVA Aprendamos juntos 2030.

[2] https://ceciliacorespsicologa.es/50-sesgos-cognitivos/

[3] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.


lunes, 16 de junio de 2025

UN DIA DE 1985

            Retrotraerme cuarenta años. Un 21 de mayo ya entrando el medio día, en medio de una sala de espera de una clínica, con un libro como compañía. La misma clínica en donde hace setenta años nací. El libro, ya no recuerdo su título, recuerdo el día. Lo único que tengo fresco es esa sala de espera, espera que acompañaba la mirada entre el libro y el reloj, pues ese día me titulé como papá.

             Como buen padre no conozco nada de tu vida, aunque la globalidad la tengo presente; poco de la del ayer, algo de la de hoy, solo retazos, como también debes conocer de la mía, aunque con un poco más de ilustración gracias a los chismes de las reuniones familiares.

             Hoy eso poco importa. Así es esta vida. De los años pasados y compartidos asoman recuerdos, gratos y poco gratos, pero momentos vividos que debieron ser vividos. No hay de otra, esa es la vida.

             Hoy,  cuarenta años después, me veo pensando en ti con orgullo, con tu solo esfuerzo has llegado hasta este punto de la vida, la mitad de la posible vida y se puede decir que lo has hecho bien, aunque espero que la vida te ofrezca más cosas semejantes.

             Nunca se me había ocurrido escribirte, pues considero que el recuerdo es del que lo tiene, otro privilegio de la paternidad, supongo. Además, en la vida que me correspondió muchas cosas se daban por sentado y se presumían por lo que no era necesario expresarlas.

             Supongo igualmente que los mejores recuerdos son los de la primera infancia a pesar de la inexperiencia mutua. Acuden a mí mil recuerdos de los primeros ocho o diez años de tu vida. Así sonrío al recordarlos.

             Pero no se trata de confesiones ni de hacer un libro. Simplemente es un recuerdo que conmocionó mi alma y verte hoy todo un señor, haciendo tu propia vida, siendo director de tu propia vida, me anima a pensar que hice un buen trabajo. Y pensar en todos los avatares que hayas podido superar sin yo saberlo, los has sabido superar y por ello reconozco una vez más el orgullo de verte y eso me hace concluir que en medio de todo, logré ser un buen padre, al verte que has sido un buen ser humano. Con eso basta, apoyado por tu pareja, qué más se puede querer.

             Solo sonrío de satisfacción al ver el paso de los años, afortunadamente nos ha ido bien, gracias a Dios. Esa es nuestra recompensa.




viernes, 13 de junio de 2025

ODIO VISCERAL

             No sé por dónde empezar. Que sea por la definición que me da la IA de Google: "Odio visceral" significa un odio extremadamente intenso e irracional, a menudo asociado a una reacción emocional muy fuerte y profunda. Es como si el odio viniera de las entrañas, de lo más interno de uno. La palabra "visceral" indica que el sentimiento se siente con mucha fuerza, como si fuera parte de la propia naturaleza. En pocas palabras, "odio visceral" describe un odio muy intenso, que va más allá de la mera emoción y se convierte en algo muy personal y casi instintivo

             Nunca lo había sentido. Odio sí, piedra mucha, ganas de coger el mundo a patadas, unas cuantas veces, mi perfección no lo es tanta.

             Pero… la pata que le nace al cojo, diría mi mamá. Siempre hay un pero, repito.

             Admiré a don Petro, nuestro presidente (bueno, presidente del resto de colombianos) cuando era senador, me encantaban sus intervenciones, he de confesarlo. Ya cuando lo nombraron alcalde la cosa empezó a cambiar, sus escándalos, sus triquiñuelas ya empezaron a decir mucho de él y de lo inepto que era para administrar. Por no hablar de las palizas que en su momento le daba doña Vero, aunque siempre se explicaban con que se pagaba contra la puerta y eso ya dice mucho de un gobernante, que pueda ser cobarde pero no debe demostrarlo demasiado.

             El colmo es cuando llegó a la presidencia. Los desplantes, la traición, la desbocada en la corrupción tan evidente (le hubiéramos hecho caso a Turbay cuando dijo que la corrupción “hay que pretender bajar la corrupción a sus justas proporciones”, pero todo el mundo lo vilipendio). Y qué decir de sus constantes borracheras y el hecho de que se dice en los corrillos que también mete droga; por algo lo dejaría la Vero.

             Pues bien, cada día al leer los periódicos sale Petro con sus bobadas, cuando no sus estupideces (el tren bala de la Guajira a la Patagonia, o el gas por las líneas eléctricas, etcétera y un largo etcétera), cuando no llega a las citas, cuando se victimiza, cuando su voz hace llamada al populismo (que ni siquiera lo apoya, a menos que les pague por ir) y así una lista de reproches que me llevarían una eternidad simplemente citar. Todo eso me revuelve el estómago, diría mi mamá.

             Y entonces nace en mí un odio, visceral, sí, así, como algo personal e instintivo y no me puedo reprimir a publicar la noticia en Facebook, con el respectivo comentario mío, venenoso hasta más no poder. Es que me da una piedra con la estupidez de ese inepto que no me puedo controlar, de allí que sea en extremo intenso e irracional que además de afectar mi salud mental hace que salga lo peor que hay en mí.

             Ya es una adicción, trato de controlarla, pero al ser una adicción no puedo dejar de hacerlo, a pesar de ser consciente del daño que me hace. Me prometo cada vez que me enervo que no lo vuelvo a hacer, pero la siguiente estupidez de Petro me hace incontrolable y más cuando en mi intimidad pienso que es tan peligroso que puede volverse dictador y eso me preocupa.

             Soy consciente que debo controlar mi odio visceral, extremadamente intenso e irracional, que se convirtió en algo personal e instintivo, pero como cualquier adicto me prometo controlarlo pero no he podido, tanto como que Petro no ha podido dejar de beber ni de meter de aquel polvito blando del que es prohibido hablar, ni de ser inepto y estúpido.

             Una promesa más que me hago, espero cumplirla, solo por mi salud mental. (No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook.)

             Creo que ni yo mismo me creo mis promesas, pero al menos ya me desahogué en público. 

A menudo el acceso a un puesto de mando es señal de talento, pero aún más a menudo de su carencia. Para los mediocres que andan tras un puesto, el peor castigo es conseguirlo.[1]

Tomado de Faacebook


[1] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.


lunes, 9 de junio de 2025

RESPETO TU OPINIÓN

                  Eso decimos cuando no lo sentimos o cuando vamos perdiendo. (Sin eufemismo esa frase es pura mierda!) Todo por lo políticamente correcto que se inventaron los gringos para ofender sin ofender queriendo ofender.

 Nada más pienso en si es la opinión de un estúpido que pretende ser culto, como aquellos terraplanistas, por ejemplo, cómo respetar su opinión? Cómo decirle que respeto su opinión cuando en mis adentros solo pienso en lo estúpido que es, lo mejor no sería decírselo de una vez para que al menos me retire su saludo, con eso me bastaría.

 Respeto tu opinión…

 Quedo sin palabras. 

El odio a la libertad a veces se enmascara como su defensa.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.


viernes, 6 de junio de 2025

PERDER EL TIEMPO

             En principio, bajo los principios en los que he vivido, la frase me hizo pensar en todo el tiempo que se perdía y que el resto del mundo pierde, procrastinando, de vagos, de sinvergüenzas era una pérdida de tiempo innecesaria. Pero…

             Como siempre, para todo hay un pero. Para un pensionado perder el tiempo es una manera de pasar el tiempo. ¿Y me dije y por qué no? Es nuestro tiempo. A nadie tengo que rendirle cuentas. Puedo perder mi tiempo como se me dé la gana, sin culpabilidad, sin rubor, sin pena.

             ¿Porque qué pasa si lo perdemos de una u otra manera? ¿Acaso hay que rendirle cuentas a alguien?

             Eso me tranquilizó, ya puedo perder mi tiempo en bobadas, en no hacer, en procrastinar, en dejar hacer.

             Ahora ya estoy más tranquilo, es mi tiempo y que no me vengan con reclamos, soy un feliz pensionado, no me dañen esta nueva felicidad. Ese es mi privilegio. 

… siempre le parecía descubrir algo nuevo: una casita en la que no había reparado antes, un puente que había cruzado muchas veces sin fijarse en él. En eso consistía la vida: nunca te das cuenta de lo que pasa hasta que te detienes un momento para observarlo con calma.[1]

Tomado de Facebook
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[1] El número de la traición. Karin Slaughter.


miércoles, 4 de junio de 2025

LA IMAGEN LO ES TODO

             Eso nos han dicho siempre. Una verdad a fuerza de repetición. Aunque también es cierto que la frase encierra parte de verdad. No hay como ver a un médico o a un abogado bien vestidos, impecables como era antaño que los hacía además de respetables, creíbles. No como ahora de tenis y bluyín que uno no sabe si está tratando con el portero o con un profesional, así pierden credibilidad, al menos para mí. 

Pero bueno, la cuestión de marketing o de como se llame el tráfico de imágenes, de reflejos.

 Y a qué viene el cuento de esta perorata? Una desilusión que sufrí. Muchos años engañado. Y me refiero a la imagen que nos vendieron de Yackeline Kennedy, una señora a carta cabal.

 Esa fue la versión que nos vendieron y con la que nos quedamos. Viendo la película de María Callas (en Netflix, muy buena por cierto), la curiosidad, como siempre me pasa, pasé a averiguar sobre el Onassis y de allí a Yacky. Oh sorpresa! Pensar que todo el mundo sabía sobre esa imagen, menos yo.

   Wikipedia dice textualmente: Jacquie evidenció tener gustos extravagantes y costosos que un afligido Onassis debía satisfacer a costa de elevadas sumas de dinero, recursos y personal a su servicio; pronto se hastió de ella. Por ejemplo, para el desayuno matinal, el avión personal de Onassis debía volar más de 300 km en la mañana, a una isla cercana a la isla de Skorpios, para traer un tipo de pan que a Jacquie le encantaba para su desayuno; encargaba leche fresca de vacas griegas para tomar baños. Además, siguiendo el estilo que tuvo en la Casa Blanca cuando era primera dama, cambió suntuosos y elaborados decorados por arreglos aún más costosos y a gusto de ella, haciendo desaparecer cualquier huella de María Callas en su residencia. Jacquie pasaba la mayor parte del tiempo de compras y la vida era vacía para Onassis. Pronto Onassis se fastidió de su cada vez más costosa esposa. Vea pues la joyita que era la tal señora, que descanse en paz (nótese el tono irónico con que lo digo), se supo vender y explotar bien el papel asignado. 

Qué desilusión me encuentro a medida que envejezco, veo cómo me bajan de la nube de las cosas que antaño conocí. No todo es lo que dicen que es. 

Así pues ya nada me puede sorprender. 

Lo característico del prejuicio es, justamente, que no somos conscientes de que lo sea. Alcanza la perfección porque no sospechamos que no está demostrado.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.


viernes, 30 de mayo de 2025

UN POCO DE MAGNETISMO

             Hay cosas que tienen un magnetismo inusual, que aparecen y desaparecen sin saber a qué hora sucedió, es decir, ni cuándo ni cómo ni en dónde están ahora.

             Se tiene conciencia de que están o al menos que estuvieron en determinado lugar en algún momento pero que por obra de magia o de un magnetismo mágico desaparecen, lo que hace que uno comience la búsqueda normal que se vuelve irracional al momento de ver que no están donde deberían estar y, es más, ni siquiera están donde no deberían estar. Es el momento aquél en que uno comienza a maldecir así sea mentalmente y que buscando explicación no encuentra ninguna, ni racional ni irracional, simplemente no hay explicación, es como si la cosa hubiera cobrado vida propia, se hubiera alejado por voluntad propia y se hubiera escondido solo para conocer nuestra reacción, dejarnos en evidencia, mostrarnos que no somos tan pacientes como aparentamos.

             Eso sucede cuando en las noches busco el control del televisor, juro y aseguro que la última vez lo dejé a un lado, en la cama, pero nada de eso, desaparece y hasta que no nos emberracamos no vuelve a aparecer, en el lugar menos pensado, que muchas veces es el mismo en el que lo habíamos dejado. Eso me permite pensar que los espíritus chocarrenos me la juegan de vez en cuando. (Y eso que no menciono a dónde van a parar las uñas cuando nos las cortamos). 

Entonces pensé que todo francés debía aprender de memoria, para aplicarse el cuento, ya que hablamos de cine, la primera frase del monólogo interior que pronuncia Orson Welles al principio de La dama de Shanghai: «When I start out to make a fool of myself, then very titile can stop me», «Cuando empiezo a hacer el idiota, casi nada puede detenerme».[1]

Tomado de Google


[1] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.


miércoles, 28 de mayo de 2025

EN EL CLAVO

             Un asunto que me rondaba, desde hace ya algún tiempo pero que no tenía la claridad de poder expresar me llegó iluminado en palabras ajenas que atinaron y resumieron en un solo párrafo[1].

 Todos llegan tarde o temprano a un momento de su vida en que de pronto se percatan de que «el mañana ha llegado». Salvo catástrofe, guerra, revolución, accidente grave, crisis devastadora o locura irreparable, una mañana se levantan y saben que ya no habrá nada importante que modifique la arquitectura general de un destino cuyas líneas maestras están trazadas, sin marcha atrás y sin posibilidad de añadir nada que sea esencial. Hasta una edad más o menos alejada del nacimiento o la muerte, según los individuos y su modo de organizar o desorganizar sus «etapas en el camino de la vida», como dice Kierkegaard, o según el peso de sus obligaciones y necesidades, un ser humano puede tener la sensación de poder cambiar las bases mismas de su existencia, de poder dar una orientación nueva a su trayectoria. Desde el momento en que esta libertad desaparece, llega el último mañana y se convierte en un hoy, y ya no hay regeneración posible que extraiga un hombre nuevo del viejo.

                Supongo que ese mañana llega al pensionarse, al menos en mi caso, supongo a pesar de no tenerlo muy claro pues ese momento pudo ser antes de ello, pero no es el centro del tema.

                Cuando llega el mañana, cuando se hace patente y se toma conciencia de ello, efectivamente ya no hay otro mañana, no hay otro distinto del hoy, porque ya no hay oportunidad de hacer cosas que no se pudieron hacer en su momento, al ser ya tarde para ello. Naturalmente hay otras que sí pueden hacerse ya con más libertad aunque con limitaciones. La fortuna que se quiso hacer ya no se puede, aunque los viajes que quisieran hacerse, ya se pueden, sutil diferencia, pues saben que ya no habrá nada importante que modifique la arquitectura general de un destino cuyas líneas maestras están trazadas, sin marcha atrás y sin posibilidad de añadir nada que sea esencial.

                Por eso tengo claro que mi mañana ya me llegó, no puedo hacer mayores modificaciones de vida, pero puedo acomodarme a lo que me corresponde. 

Ya lo enseñaban los estoicos: el papel que nos atribuye el Destino no depende de nosotros. Lo único que depende de nosotros es representarlo bien o mal.[2]

Tomado de Google
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[1] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.

[2] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.


lunes, 26 de mayo de 2025

PREDECIBLES?

            Siempre había tenido mis dudas con los premios Nobel e igualmente mis reservas, al notar que en los últimos años los premios, particularmente los de paz y de literatura, no obedecían propiamente a un humanismo merecedor, sino que jugaban fuerzas ajenas, políticas y económicas, que dejaban alguna duda de transparencia.

             Y vaya curiosidad con la que me encontré, al parecer tenía razón:

 El Salvatore que acababa de entrar era Salvatore Quasimodo. A decir verdad, de entre su producción poética me gustaban más las traducciones de las Églogas de Virgilio, derroche de gracia y perfección, que sus obras personales. «Dentro de un año —le dijo Quasimodo a Silvio— me tratarás mejor porque me habrán dado el premio Nobel». «Caramba —dije yo—, ¿en qué cálculo se basa para estar tan seguro?». «Muy sencillo —explicó—. Después del escándalo Pasternak (el escritor ruso inconformista a quien las autoridades soviéticas habían obligado en 1958 a renunciar al premio porque no formaba parte de la nomenklatura de los plumíferos oficiales del partido) los cobardes de la academia sueca, temerosos de que pudiera suponerse que habían recompensado a Pasternak por anticomunista, se sentirán obligados a dar un premio a un comunista. Por otro lado, está claro que esta vez le toca a Italia. Ya era hora, porque el último escritor italiano galardonado fue Pirandello en 1934. La equidad impondrá a un italiano. Por último, desde la guerra los poetas están vergonzosamente ausentes en la lista de los laureados; dos de quince, creo: T. S. Eliot y Juan Ramón Jiménez. Sin contar a la pánfila de Gabriela Mistral, la chilena, falsa poeta que birló el premio creo que en 1945 —masculló el maestro con galante desprecio—. Deduzcan ustedes mismos: el siguiente premiado será seguramente italiano, poeta y comunista. Y hoy día yo soy el único individuo en el mundo que cumple esas tres condiciones. Y veterano: tengo el carné del PCI desde 1945».

Dos horas después Silvio y yo, en la Trattoria degli Orti Oricellari, después de un abundante fritto misto all’italiana fuimos recompensados por nuestras felicitaciones anticipadas y por haber lisonjeado su vanidad durante todo el almuerzo, pues empezó a gastar su futura fortuna pagando con ademán magnánimo la respetable cuenta, que solíamos repartirnos. Antes de separarnos Loffredo y yo nos reímos de nuestra hazaña, haber conseguido a base de adulaciones que el poeta revelara una desconocida faceta rumbosa. De haber adivinado el futuro hubiéramos pedido platos y vinos más caros, ¡porque el muy granuja ganó al año siguiente el premio Nobel de Literatura![1]

             Lo que uno aprende, lo que uno se encuentra y ratifica que no todo lo que se muestra es transparente. 

—Querida —explicó Bella, apoyando la mano en la rodilla de Sara—, el simple hecho de estar en el gallinero no te convierte en gallina.[2]

Tomado de Facebook
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[1] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.

[2] Perseguidas. Karin Slaughter.


viernes, 23 de mayo de 2025

EL DISFRUTE DE LA ATEMPORALIDAD

            No sé de dónde se me ocurrió eso de la atemporalidad. Pero ha de tener su explicación si es que logro llegar con lógica al final de este escrito. La atemporalidad es según la RAE: Que está fuera del tiempo o lo trasciende. Es decir, es real pero no se alcanza a percibir, creo.

             En algún lugar que no recuerdo si leí, oí o vi, por aquello de no tener lápiz y papel a mano o haber confiado en mi débil recuerdo de cosas importantes, pudo haber sido en algún podcast de BBVA o de algún programa de Chefs Table, vaya uno a saber, se hizo una reflexión sobre lo habitual de algunas conductas que al no ser apreciadas por la conciencia pasan desapercibidas en su profundidad. Y trataré de explicarme con algunos ejemplos, si me salen bien.

             Normalmente vamos a desayunar, almorzar o comer en algún lugar y mientras lo hacemos los distractores cotidianos hacen que la atención esté centrada en el distractor y no en la comida. Mientras llevamos la cuchara a la boca andamos pendiente de la conversación ajena, de la propia, del celular, del televisor del restaurante, de los otros comensales y qué sé yo. Pero de la comida no nos entregamos a ella, si está buena, está buena, sólo si resulta repelente es que nos centramos en su contenido y decimos sin agüero qué comida tan mala, de resto, listo ya almorzamos, podemos seguir el camino y estaba como bueno el almuerzo. Y listo, ya está.

             Vamos en plan paseo a algún lugar, imaginemos una playa, echados en una hamaca, con un sopor de calor que solo invita al sueño, con los distractores naturales del lugar como el celular, la conversación de cerveza ajena o propia, los gritos de niños en playa, los vendedores, de haberlos, que al ser lo que son hacen que se camuflen dentro del medio que les rodea. Y nos decimos, eso sí son vacaciones. Pues sí, rico, calorcito, pereza, sopor, sueñito.

             Pues bien, desayunamos, almorzamos o comemos sin tener verdadera conciencia de lo que hacemos ni de los alimentos que nos llevamos a la boca. Son parte de la rutina diaria, del automático vivir y por qué no decirlo, no hay que ponerle ciencia al asunto.

 Tal vez por eso hemos perdido el sutil encanto de los sentidos. No nos tomamos el tiempo para oler lo que nos alimenta, la sazón que le da el corazón a la comida. No degustamos en profundidad lo que comemos, al no importar si se detecta el ajo y la cebolla, con su punto de sal, esenciales para un buen arroz, no hay como un arroz bien hecho. Tampoco estamos atentos del olor del campo, de su sonido, de sus vistas.

 Y así con cada alimento consumido, lo consideramos un todo, sin explicación y nos lo comemos sin reflexión. Igual que una copa de vino, cual buen ignorante damos por bueno todo vino que tomamos en sociedad, pero no iniciamos oliendo la copa buscando la esencia del tanino o del barril que lo albergó, ni disfrutamos del placer de humedecer toda la boca con su sabor para luego pasar el trago, lo que hace que se escancie con satisfacción el resto de copa.

 Igual acontece en la playa, no degustamos los sonidos que le ambientan, ni nos confortamos con los sonidos de los animales que le rodean, los cantos de golondrinas o de los alcatraces, ni el tenue o el rugido de las olas al chocar y morir en la arena. O el placer de los niños en el mar agitándose y disfrutando el sabor marino.

 Todo eso lo hemos venido perdiendo, el disfrute de esa intemporalidad de sensaciones vitales que sazonan la vida. Es más, es ejercicio que debería hacerse si no constantemente, al menos de vez en cuando, disfrutar de un momento de acogida en paz, así sea en la cama oyendo los sonidos que nos ofrece el medio ambiente mientras que con ojos cerrados vamos decantando cada uno de ellos, imaginando historias de lo que está aconteciendo; lo sé, el ejercicio lleva a al adormilamiento y es un ejercicio que desestresa el alma.

 Recuerdo alguna enseñanza de relajación. Ponía sonidos de la naturaleza a buen volumen y comenzaba a identificar los más cercanos, alejándome de ellos cada vez más hasta llegar al sonido más profundo, el que pasaba desapercibido y me centraba en él y de un momento a otro me perdía, no sé si en la meditación o en la ensoñación, y allí me perdía en un plácido confort que renovaba el placer de vivir.

 Momentos imperceptibles de intemporalidad que fueron consumidos por la modernidad. 

Decidí morir, pero para eso primero tengo que vivir.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Buena frase, no sé cómo se me ocurrió.


miércoles, 21 de mayo de 2025

HISTORIA

             Se me pasó el tomar nota literal de una frase que, para las personas medianamente cultas, resulta al oído muy agresiva pero que, si se detiene uno un momento, resulta tener algún tipo de verdad.

 Decía algo así como que la enseñanza de la historia se limitaba a fechas y nombres. He de advertir que en mis buenas épocas era un apasionado de la historia, recitaba fechas, nombres, lugares, situaciones; ya hoy todo eso pasó a la historia. Lo que quiere decir que era una nulidad para las matemáticas.

 Y la historia que me enseñaron era esa, la que escribieron los ganadores, no hay de otra. Endiosaron a algunos, endemoniaron a otros, con o sin razón y lo mejor, callaron demasiadas cosas y exageraron en otras, es el privilegio de quien la escribe. Y aquello de que el que no conoce la historia está condenado a repetirla es pura carreta, porque siempre es la misma historia, solo hay que cambiar nombres y fechas y todo resulta igual, lo que quiere decir que de antemano estamos condenados, como con el pecado original, cargamos con culpa ajena.

 Con todo, me sigue gustando la historia, sobre todo, la ajena, no hay como una buena novela histórica que nos ayuda a comprender lo poco que sabemos y hasta lo poco que nos enseñaron, por eso la historia es mejor comprenderla como una buena novela, si está bien contada. 

El ingenio que gastan los humanos, desde el origen de los tiempos, para inventar o rehabilitar argumentos a favor de errores es mucho mayor que el dedicado a buscar y demostrar verdades.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.

viernes, 16 de mayo de 2025

LA UTILIDAD DE LO INÚTIL

             Veo una hoja en blanco y quisiera que empezara a contar historias, ajenas naturalmente, porque las mías son muy aburridoras y nadie aguanta a leer su propia historia, por vergüenza o con rubor espontáneo, no lo sé.

             Ver cómo un instrumento en mano ajena cuanta una historia, cualquiera que ella sea, ya que la de uno no alcanza a llenar ni un párrafo y en todo caso es un párrafo insulso. Es tanto como cuando le preguntan a mansalva ese ruborizante: cuéntame de ti. Queda uno cortado, no sabe por dónde comenzar, a quién acudir, el tartamudeo y la indecisión lo dicen todo.

             Por eso es mejor leer las historias ajenas, pues uno no tiene nada qué contar, a pesar de las historias que en realidad sí tenemos para contar.

             Eso me dijo una hoja en blanco nada más la vi, que mi historia es demasiado común, creo que como la de muchos y eso me consoló al ver que mi historia era lo mismo para casi todo el mundo.

             Y de esa manera concatené una frase que oí en un podcast de la BBVA[1] de un neuro sicólogo, que a veces lo inútil puede demostrar la utilidad de sí mismo. El mismo autor que escribió el libro: El cerebro es un cabrón, y vaya que lo es. 

Entonces pensé que todo francés debía aprender de memoria, para aplicarse el cuento, ya que hablamos de cine, la primera frase del monólogo interior que pronuncia Orson Welles al principio de La dama de Shanghai: «When I start out to make a fool of myself, then very titile can stop me», «Cuando empiezo a hacer el idiota, casi nada puede detenerme».[2]

Tomado de Facebook
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[1] https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/podcast-aaron-fernandez-del-olmo-que-suede-en-el-cerebro-cuando-falla/

[2] Memorias. El ladrón en la casa vacía. Jean-François Revel.


miércoles, 14 de mayo de 2025

EL TIEMPO TODO LO CURA

            Puede sonar a frase de autoayuda, pero así es. A raíz del día de la madre, hubo un algo que me rondaba y me causó curiosidad. Ese día no tenía a nadie con quien celebrar, así como tampoco para el día del padre, pensé. Ambos ya han muerto, afortunadamente estando yo mayor y pudiendo valerme por mí mismo.

             Es cierto que el recuerdo se tiene, la pena pasó y hoy queda la sonrisa de tiempos pasados. Algunos tendrán el recuerdo más profundo, otros lo tendrán más doloroso, cada cual hablará de cómo le va en la procesión. Es íntima sensación que no se comparte.

             El tiempo ha curado el malestar de la pérdida, pienso ahora que ya entré en la lista de las próximas partidas.

             A quienes el tiempo no ha curado, es un problema de autoflagelación o de no aceptar las cosas como son. No hay de vuelta.

             A propósito, una lectura me enseñó:

 He pensado a menudo en este fenómeno. Entonces no lo entendí. Ahora tal vez sí. Nos encariñamos también con el dolor, incluso con la desesperación. Cuando hemos sufrido mucho por una persona, el hecho de que el dolor esté pasando nos asusta. Porque creemos que significa, una vez más, que todo, verdaderamente todo termina. No es verdad, por eso todavía no estaba preparado para comprenderlo. Y no había llamado a Margarita. No la había buscado porque tenía miedo de perder mi dolor. Extrañas criaturas, somos.

 

            En momentos de pesar, de tristeza, de abandono siempre había alguien que nos recordaba que el tiempo curaría la pena, el pesar el desconsuelo. En ese momento nunca se cree en la afirmación, pero con la edad me he dado cuenta de que así es. El tiempo cura todo, salvo que el paciente no quiera curarse, que es otra cosa.

             Retrotraigo el pensamiento a mi juventud, a mis años mozos. Cuánto se sufrió y se atormentó por un amor que nos dejó. Cuánta desazón hubo cuando nos quedamos sin empleo. Y así pueden citarse infinidad de ejemplos y hoy visto en retrospectiva queda claro que efectivamente en cada caso, en cada oportunidad, en cada ocasión, pasado el problema, el problema dejó de ser problema y todo porque el tiempo pasó y logramos que la autoflagelación se extinguiera.

             Está claro también que para algunos el tiempo no pasó porque no se han desprendido adecuadamente de su problema, pero ese es su problema, me digo hoy que entendí que el tiempo todo lo cura. 

Ya lo pasado pasado, no me interesa (el ayer)
Si antes sufrí y lloré
Todo quedó en el ayer
Ya olvidé (ya olvidé)
Ya olvidé (ya olvidé)
Ya olvidé (ya olvidé)[1]

 

Tomado de Facebook
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[1] Lo pasado, pasado. José José. https://www.youtube.com/watch?v=10-iq_TdYV4.