Entré al baño desprogramado. Es decir, sin celular. La
espera se hace más larga. Mirar de aquí para allá, de arriba abajo, totalmente
desprogramado, solo con mis pensamientos.
Eso me llevó a pensar la época de mi juventud en el baño
de la casa. Muchas personas para un baño, pero había momentos en que no tenía
movimiento. Esos eran los que se disfrutaban, al no tener la presión del
llamado. Se entraba con un libro y en último caso con la lectura que le
proporcionara el periódico que servía para el secado del piso, así fueran los
anuncios clasificados, una forma de pasar el tiempo.
Y ante la desprogramación me dio por pensar en que uno
entraba a orinar y duraba algo de tiempo que no superaba el minuto. Si era otra
la necesidad, el tiempo de evacuación determina la estadía.
Hoy, entrando con celular en mano, hace que los tiempos
sea muy diferentes y para el que está afuera es una eternidad, para uno es el
entretenimiento del celular, donde el tiempo no vale.
Igualmente me preguntaba sobre todo lo que un baño
pudiera contar y todos los pensamientos reflexivos e irreflexivos que se podían
tener, iba a decir a mano, pero eso es ya otra cosa. Y hasta se volvía uno
cantante mientras se bañaba, a pesar de la voz de tarro habitual.
Volví a mi juventud, cuando se fumaba a escondidas en el
baño y luego las peripecias que se necesitaban para que el humo saliera por la
ventana, sin dejar muestra de nuestra debilidad. Me veo en alguna oportunidad,
toalla en mano, batiéndola para dispersar ese olor a cigarrillo, creyendo que
al salir ya se había evadido, ilusiones de uno.
En vano sería contar todo lo que un baño puede contar,
pues es la imaginación de cada uno lo que el recuerdo le quiera traer.
Un nuevo año, otro año… pero en realidad nada
cambia. El paso del tiempo es inexorable, pero el hombre es una constante, no
cambia: ama y odia, vive y muere igual que hace milenios. Sus acciones están
gobernadas por las mismas emociones; las mismas cosas, en esencia, le deleitan
o repelen, asustan o entristecen. Los escogidos aún son los escogidos, los
solitarios siguen siendo los solitarios.
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