Los recuerdos se congelan y esa percepción de antaño es
la que queda grabada como si los años no pasaran. A pesar de los años que pasan
y pasan pero la imagen del recuerdo es la que queda grabada.
Pasan los años y cuando el recuerdo regresa, lo que uno
avizora es la imagen que se quedó en el recuerdo. La persona (o si se prefiere,
la imagen de esa persona) que quedó en aquella grabación hace décadas, al verse
nuevamente en la vida presente parece irreal, porque el recuerdo intenta
imponerse. Es como el espejo, creemos que aún somos jóvenes pero al vernos
frente al espejo no nos reconocemos y lo que vemos reflejado en nada se parece
a la imagen del recuerdo, aquella que quedó grabada en nuestra juventud.
Unas veces nos desilusionará, otra traerá descarga de notelopuedocreer.
Así nos vemos, así nos ven, en el recuerdo, cuando traído a la actualidad, una
mera realidad, será por eso que prefiero no verme con personas que hace décadas
no veo, para evitar el choque entre realidad y recuerdo.
—¿No tendrá por casualidad que ver con la
llegada de tus cincuenta? Demonios los cincuenta son la flor de la vida, yo lo
sé bien, tigre; ya llevo aquí un año.
Tomado de Facebook
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