lunes, 21 de abril de 2025

OTRA REFLEXIÓN

             Me miro en el espejo y me pregunto si ese de ahí soy yo.

             Sin pretender ser repetitivo, aunque a los viejos que vivimos del recuerdo no es permitido y todo se nos perdona, volvió la canción a mi mente nada más me levanté y vi un reflejo en el espejo.

             Así fue, me vi de reojo en el espejo y me pregunté, mientras la melodía avanzaba, si ese de ahí era yo, pues en mi recuerdo no era tan viejo, tan arrugado ni tan feo como me veía. Pensé que así me veían los niños, como un viejo, un abuelo, un anciano, cada cual escoja el apelativo que quiera.

             Y ese reflejo era yo y nada qué hacer, la realidad, una vez más, mató al recuerdo y así ha de ser aceptado y así he de aceptarme, ya no hay reversa. Y con el tiempo seré más viejo, el espejo no puede mentir, así como va y aún a pesar de lo que diga el cerebro que siempre trata de llevarme la contraria.

             Pensamientos de semana santa! 

No sé si estoy aquí como huésped o como preso —contestó Nicholai con franqueza, y lo dejó estar.

- Como en la vida misma. —El monje dejó escapar una risilla—. ¿Somos su huésped o su prisionero?

—Supongo que según lo que dicta la vida.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Satori. Don Winslow.


viernes, 18 de abril de 2025

VIERNES SANTO

             No era mi intención escribir en semana santa, semana de reposo que quería tener lejos de esta semana de vacaciones, para los que trabajan, para los pensionados una semana igual a otra cualquiera. Semana que otrora era de mediano recogimiento, hasta que perdió cualquier viso religioso y eso sin entrar en tema religioso profundo que saben me produce cierto prurito.

             Como sea, al estar pasando de canal en canal, en alguna procesión de algún pueblo, el relator decía: los dolores y el sufrimiento son para fortalecer el cuerpo y el alma. Y ahí se disparó mi intelecto agnóstico y anticlerical, si he de decir la verdad. En pleno siglo XXI venir a oír semejantes estupideces. Flagelarse en pleno siglo XXI para lograr el perfeccionamiento espiritual a través del dolor y el sufrimiento. Así se despertó la piedra que envuelve este escrito. Afirmaciones medievales de la iglesia que todavía se repiten siglos después, como si la historia y la ciencia no hubieran demostrado lo contrario.

             El dolor y el sufrimiento, propio o ajeno, lo único que hacen es enfermar el cuerpo y el alma y de allí que haya tanto loco y fanático que no entienden razones, que no saben que lo mejor de esta vida es vivir en paz, sin dolor ni sufrimiento.

             La iglesia que se dice tan liberal en estos tiempos modernos (a pesar de que mantiene principios medievales traídos de los cabellos), debería dejar el fanatismo, ser abierta, dejar que cada cual piense lo que se le dé la gana, sin condenarlo y más bien dedicarse en ver cómo mejora y evita que la clientela se le vaya. En eso debería centrarse.

             Me confieso que por esa frase se me disparó la piedra y de esa manera se me salió el diablo que llevo conmigo y todo en un viernes santo que debía ser de recogimiento y divina dulzura…

             … los dolores y el sufrimiento son para fortalecer el cuerpo y el alma, vaya estupidez más grande. 

Satori —repitió Xue Xin. Enseguida apostilló—: Si nuestros pensamientos nos hacen prisioneros, parece evidente que también pueden liberarnos.[1]

Tomada de Facebook


[1] Satori. Don Wislow.

Satori es el momento en que se descubre de forma clara que solo existe el presente (donde nace el pasado y el futuro), creándose y disolviéndose en el mismo instante; con lo que la experiencia aclara que el tiempo es solo un concepto, que el pasado y el futuro son una ilusión al igual que todo el mundo físico. Satori es un momento de comprensión al nivel más alto, es ir más allá de la experiencia terrenal. Esta experiencia solo se da en niveles elevados de conciencia, comunes en los meditadores, pero al alcance de cualquier persona; además, no se debe entender como un fin, sino como un constante suceder sin fin último. Esto porque si una persona tiene su satori lo único que ha hecho es eliminar un conflicto mental, aclarar su comprensión del sentido de la vida o habrá reestructurado su personalidad de tal manera que ello le permitirá vivir más contento. No obstante, seguirá trabajando, comiendo, durmiendo, pagando impuestos, etc., es decir, su proceso continuará hacia una comprensión más clara de la existencia. Esto se puede constatar en la famosa anécdota del zen que a continuación se cita: «Antes de la iluminación, los ríos eran ríos y las montañas eran montañas. Cuando empecé a experimentar la iluminación, los ríos dejaron de ser ríos y las montañas dejaron de ser montañas. Ahora, desde que estoy iluminado, los ríos vuelven a ser ríos y las montañas son montañas». Wikipedia.


lunes, 14 de abril de 2025

CULPABILIDAD

             Somos responsables del estado del planeta, es lo que repiten sin interrupción los ecologistas. Supongo que también lo somos por el pecado original, como insisten en repetir los cristianos. Pareciera un mismo discurso que conlleva responsabilidad y en consecuencia con una buena dosis de culpabilidad, que quieren imponernos.

             Antes de que existieran los fanáticos del ecologismo se necesitó de una buena dosis para elevar la calidad de vida, por los medios que nos ofreciera la naturaleza, no había de otra para poder sobrevivir. Oí en una conferencia de un físico que nuestros antecesores no fueron responsables de la deforestación ni de sus consecuencias, porque no lo sabían, eran ignorantes de las consecuencias. Porque estaban obligados a construir sus casas, a obtener leña, a hacer fogatas, a hacer multitudes de cosas que hoy al ser criticables, le fueron endosadas con el grado de culpabilidad que no se merecían. Debían sobrevivir, unos inocentes ignorantes.

             Naturalmente soy hijo de mi tiempo y no me arrepiento y tampoco puedo tener culpa alguna por serlo. Si he de ser más preciso, yo no dañé el planeta, no soy responsable de como está, así como tampoco se puede culpar a nuestros más antiguos antecesores por hacer lo que les tocaba hacer, no tenían alternativa. Pero se dirá que yo si la tengo. Pues no, para desplazarme a otra ciudad no me iré a pie para que la gasolina no contamine, conmigo o sin mí los vehículos seguirán su camino. Y no soy mártir, lo advierto, no tengo ni una gota de ello. Ni me bañaré con agua fría, mientras haya gas disfrutaré de este placer.

             No somos culpables y los ecologistas no pueden hacerme sentir culpable, pues con las que cargo ya son suficientes, que no me abulten con una más. Con el pecado original tengo más que suficiente, pues así lo siguen predicando los curas, a pesar de que se supone que con la crucifixión fui liberado, pero los curas insisten en reprochar mi eventual culpabilidad, pero dejemos así, va y me meto en honduras. Pero no me distraigo.

             Insisto en que no soy responsable, por acción, por omisión o por herencia de cómo se encuentra el planeta, por eso creo que los ecologistas fanáticos deben renunciar a hacerme sentir culpable, a hacerme sentir mal. Que se jodan, yo no soy responsable, si he de ser sincero y menos soy culpable, no está por demás advertir que cumplo con mi cuota de ecología, en la medida de mis capacidades, en eso soy respetuoso con la naturaleza, pero soy hijo de mis tiempos.

             Entonces echémosle la culpa a las vacas, ellas no tienen posibilidad de apelar.

                                                                            Nicholai pensó que cada cierto tiempo todo ser humano necesita cometer un pecado venial porque, de lo contrario, no es totalmente humano. Satori. Don Winslow.

Tomado de Google



[1] Y saber que las vacas no son las culpables, no ha sido fácil para mí.  Aceptarlo y sobre todo entenderlo pues durante mucho tiempo solo veía lo malo de la ganadería y claramente no estaba viendo la película completa.  Y debo decir que es una película más esperanzadora de lo que me imaginaba y si peco de inocente lo prefiero para poner las energías en el cambio posible y no en el abismo paralizante. https://www.lasillavacia.com/opinion/seran-las-vacas-las-culpables/

viernes, 11 de abril de 2025

ACASO NO FUE AYER?

             A veces cuando voy por las calles veo gente con tapabocas y eso me hizo pensar si la pandemia fue cosa del pasado, de un lejano pasado, de ese covid que nos aisló hace unos pocos años.

             También, mientras caminaba, oía a la gente decir mientras conversaban por celular que tenían que colgar porque se aproximaban los cinco minutos que no tenía cobro o porque se estaban quedando sin minutos y hoy se ve a la gente hablando durante horas puras pendejadas, contándose sus cuitas. Y eso me llevó a preguntarme cuándo pasó ese tiempo en que uno tenía que cuidar los minutos hablados?

             Y qué decir del teléfono fijo, hoy un adorno más, mientras que ayer, no hace demasiado tiempo, era una necesidad.

             Cuándo se pasó ese tiempo, me sigo preguntando. Si solo fue ayer, en el caso de estos ejemplos y el tiempo pasó sin darnos cuenta de los cambios grandes, pero sutiles, lo que me llevó a pensar que nuestra memoria es muy frágil y el olvido mayor.

             Pero qué cosas, no?

Tomado de Facebook
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lunes, 7 de abril de 2025

UN PODCAST

             Para los momentos en que es mejor distraer el pensamiento, como cuando uno va en plácida caminata, no hay como la música o un buen podcast, entretiene y hace que el tiempo pase más rápido para llegar al destino, sin intromisión de pensamientos inútiles o desviacionistas.

             Me encontré uno que realmente resulta muy gratificante, o al menos eso me parece, Emilio Duró[1], Para ser feliz necesitas un propósito. Bastante ilustrativo, ameno y acertado en su generalidad, al menos para mí. (Los párrafos pueden sonar sin ilación el uno con el otro, debido a que la conferencia se dio a modo de preguntas y respuestas, de ahí la necesidad de la aclaración).

             Hubo una serie de afirmaciones que llaman a la reflexión que procuraré subrayar, como una con la que iniciaba su exposición: Lo que nos mantiene vivos es la esperanza.

             En estos tiempos en que no vivimos sino sobrevivimos, es acertada y sobre todo a que somos de mal humor de profesión. El cerebro está diseñado para ser pesimista y por eso casi el 85% de la gente es pesimista. Y ante la pregunta de si es optimista responde que depende del día y que si es feliz, depende del día responde igualmente y así es.

             Y otra pregunta cogida al vuelo: Y tu por qué corres? Pregunta que nunca se hace, simplemente se corre porque así es la vida actual, se corre sin sentido, sin saberse, sin preguntarse, dando origen al estrés del cual nos quejamos luego. Y con todo, todos estamos en la búsqueda del amor, de la felicidad, de la aceptación, pues es mejor ser feliz que tener la razón. Y el estar estresado parece que es mejor que no estarlo, curiosa contradicción.

             Luego habla de que la vida se pasa en decisiones. Y menciona un número grande de decisiones que se toman cada día, sin ser gerente sino una persona corriente. Por eso me imaginé que así era, cuya ilustración puede ser llegada la hora del almuerzo. Mirar el reloj y decidir si se sale ya o más tardecito. Si tomar este u otro camino. Si hacer cola o buscar otra opción. Ver el menú y elegir entre uno u otro. Decidir si se come rápido o con calma, según la disponibilidad del tiempo o del clima. Si se va al baño antes o después del retorno. Y con estos renglones ya se pueden ver seis decisiones que debieron tomarse, consciente o inconscientemente.

             Y habla también de que la vida la estamos vendiendo a los demás, porque terminamos (por necesidad, por aceptación, por complacencia, por presión) haciendo lo que los demás quieren de nosotros, dejando de hacer cosas que quisiéramos hacer, aún solos, sobre todo aquellas que no son para compartir, sino para alimentar el propio interior.

             Hizo otra afirmación que decía que la vida es igual para todos, pero es diferente a cada uno, lo primero entendido como concepto general, lo otro como percepción personal. Y vaya si tiene razón.

             Reiteraba que uno debe alejarse de las personas pesimistas, porque la mala suerte se pega. Si uno quiere reprogramar el cerebro en el optimismo se debe unir a optimistas, porque en serio, la mala suerte se pega.

             Todo porque el cerebro es selectivo. Busca lo que quiere, selecciona la información que está de acuerdo con lo que pensamos, el cerebro no quiere ver la verdad, solo quiere tener la razón. Y nunca quiere quedar mal, si no sabe la respuesta, si no tiene la percepción, inventa lo primero que se le ocurre, pues nunca puede reconocer que no sabe y tampoco puede quedarse en silencio, aunque bueno, recuerdo que en mis años mozos si me pasaban al tablero a resolver una ecuación me quedaba en blanco, me bloqueaba y es cierto que el cerebro respondía con pendejadas como: ehhh o releyendo lo que reflejaba el tablero, mientras el rubor nos inundaba y nos hacía sentir lo más estúpidos que éramos dentro de ese planeta. Y lo mejor era que de cuarenta compañeros, el 80% nos sentíamos así, pero imposible reconocerlo en voz alta.

             Todos queremos ser queridos y por eso tenemos miedo al fracaso y miedo al rechazo, sin saber que no todo depende de ti. Todos no pueden ser primeros, el primero es el primero y el resto es el resto, pero estamos esclavizados a que siempre estamos predispuestos a compararnos con los otros, como si fuera una competencia. Y culmina el tema señalando que si se da una medalla al primero lo que se está haciendo es desmotivando al resto (lo dejo en puntos suspensivos).

             La mente es la que proyecta la vida y el cerebro ve todo lo malo de preferencia, por lo que no estamos preparados para ser felices. De allí que sugiera la necesidad de reprogramar la mente, ejercitar el pensamiento en el optimismo, en lo bueno alejando a sus contrarios y el ver el vaso con agua tal como es, sin calificarlo si está medio lleno o medio vacío, simplemente aceptando que hay un vaso con agua y punto. Todo porque la mente es lo que te hables. Nunca te digáis cosas que no queréis que te pasen. Nunca digáis cosas negativas. La mente es lo que pensáis. Haced una lista de lo que tenéis, no de lo que te hace falta, pues la felicidad es la esperanza de

             Y hay que tener cuidado con andar en el valle de las excusas. En vez de buscar culpables se deben asumir responsabilidades, a pesar de que somos detractores de nosotros mismos, pues de esa manera se sobrevive, pero no se vive.

             Una hora bien gastada que lleva a concluir que se puede cambiar en pequeñas cosas. 

Se preguntó si estaba preparado.

Lo estaba.

Evocó las palabras de Kishikawa: «Esa cuestión queda resuelta cuando uno está preparado para morir. Entonces solo hay que pensar en la acción. Piensa solamente en el éxito, ya que el fracaso se ocupa de sí mismo». [2]

Tomado de Facebook
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[1] https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/podcast-emilio-duro-para-ser-feliz-necesitas-un-proposito/

[2] Satori. Don Wislow.

viernes, 4 de abril de 2025

SOY ASÍ

            Soy así. Soy así? Y si soy así, cómo es que soy? De entrada ni siquiera sé cómo soy, porque no tengo la objetividad necesaria para describir lo que soy, elevaré las partes buenas que pueda tener, para no deprimirme, supongo, y minimizaré las negativas, para elevar mi ego, supongo. Pero nunca atinaré a definir lo que soy, lo que realmente soy, sobre todo teniendo secretos que se deben mantener en el arcano.

             A un niño de cinco años le ponen de tarea hacer una cartelera en donde debe poner las cosas buenas que tiene (o las cosas que le gustaban de él, vale el eufemismo) e igualmente las malas (las cosas que le disgustaban de él, e igualmente vale el eufemismo). Cinco años de edad, a mí me ponen a hacerlo a mis setenta y los mando para el carajo. Como sea, las buenas fueran rápidamente solucionadas. Las que le disgustaba… ahí empezó el problema, se negaba a ponerlas. Pero eres terco, tienes que ponerlas. Que no, que no soy terco. Entonces ponlas; que no, que no soy terco y no las voy a poner. Ves como eres terco. Que no soy terco y no voy a poner que soy terco. Si ves que con eso estás demostrando que eres terco. Que no lo soy, sentenció. Metiéndome en tema que no me correspondía casi le sugiero que simplemente pusiera que no quería poner cosas que le disgustaban de él, aunque realmente le disgustaba ser terco? Qué tal que le gustara serlo? Buena pregunta me hago ahora, pues siendo así era para ponerlo en el listado de lo que le gustaba, porque quién es uno para criticar al otro en estos temas? Un niño de cinco años que ya procedía como adulto. Estos muchachitos nacieron sabidos.

             Pero bueno, pareciera que evadiera el tema, aunque no me estoy confesando, simplemente pensaba en voz alta, aunque prefiero no pensar en las cosas malas o que presuntamente pueden otros considerar como cosas malas, pues ya no sé si me disgustan o no esas cosas denominadas como malas. Vaya punto de vista. Además el decirlas uno nunca sabe cuándo pueden ser usadas contra uno mismo.

             Como sea, uno nunca sabe quién es, por falta de objetividad, los demás tampoco, porque no conocen toda la historia, solo parte de ella, la buena o la mala, generalmente solo una de ellas. Por lo tanto tampoco son objetivos pues uno se ha encargado de mostrar solo una cara y mientras no se sepan las totalidades mucho mejor, o si se prefiere podría confesar que no tengo cosas malas (son los otros los que así lo consideran, no yo) y no soy terco. Seguro, no soy terco, terco yo? Ah bueno, entonces cómo soy yo? Soy así y punto (sin terquedad, ajá). 

            Alguien dirá: pero al fin quién es él? O mejor, por qué es así.

              Y pienso que si los demás pensaran en esto, ya seríamos muchos los que nos hemos preguntado (o afirmado), soy así (con o sin interrogación) o alguno se preguntará (o afirmará) soy así (con o sin interrogante) y lo mejor es dejarlo como afirmación porque si se lo preguntan, seguro que no van a ser objetivos. 

            Nótese la desviación del tema. Una afirmación interrogativa. Soy así y no por qué soy así, ni cómo soy, ni la esperanza de ser visto o no. Soy un intríngulis de alguien y de mí mismo, que no sabía sobre qué escribir. 

… no colecciona nombres, sólo colecciona adjetivos. [1]

Tomado de Facebook
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[1] Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Pablo Tusset.


miércoles, 2 de abril de 2025

MIÉRCOLES!

             Sí, miércoles, no tengo tema. Sin palabras. Eso me hizo pensar en el pensamiento, no son palabras, son un algo que se produce en el cerebro pero que toman la forma de palabras, cuando las verbalizamos y cuando las pensamos? Irene Vallejo en una entrevista dijo que las palabras son aire. Me pregunto si los pensamientos también lo son, van y vienen como el viento.

 Palabras, no necesitamos de su significancia para saber sobre su significado (aunque la duda me llevó a la RAE: Unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura. Representación gráfica de la palabra hablada. Vaya entendimiento). Como sea, cuando se escriben pensamientos o se verbalizan, la cosa cambia y cambia en la medida en que se puedan leer y entender, pues el que no sabe leer no sabe entender y allí las palabras pierden significancia. Igual acontece cuando al oyente le entra por un oído y le sale por el otro. Cosas curiosas que se pueden encontrar cuando a uno le da por pensar.

 Y la palabra cuando no tiene oídos que le escuchen se evaporan, aún los libros cuando no son leídos no tienen conciencia que solo se adquiere cuando son leídos. Lo que le da a uno por pensar cuando no tiene tema.

 Y de la palabra se puede hablar mucho, como de la palabra dada, de la injuriosa, de la venenosa, de la amorosa.

 En fin, sí había tema. Las palabras estaban, solo faltaba escribirlas, plasmarlas para que sean leídas, si es que hay quien las lea, porque de no ser así, son palabras que se las lleva el viento, siendo solo aire. 

Miércoles, me sorprendo, sí había tema, solo faltaba la inspiración o era la imaginación. 

Las palabras apresan los sonidos, pero también a las personas. Tienes que tener cuidado.[1] 

Tomado de Facebook
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[1] La diosa contra Roma. Pilar Sánchez Vicente.


lunes, 31 de marzo de 2025

PARA PENSAR

  

El lenguaje técnico que la describe, aunque con suma precisión, no expresa ni de lejos lo que es morir, morirse. El motivo principal de esto es que la muerte no le ocurre a quien se muere, que ni cuenta se da, sino a quienes quedamos vivos. La muerte es un asunto de los vivos y no de los muertos porque solo los vivos la sentimos y padecemos. Pero ¿cómo expresar eso que sentimos? La prosa técnica y precisa tiene una frialdad de quirófano, de mesa operatoria, blanca, dura, marmórea, quizá con alguna salpicadura de sangre sobre las sábanas desinfectadas, pero nada ahí genera la ilusión de la vida, que es la que nos aterra de la muerte.[1]

 

            Y así me quedé, pensando.

Tomado de Facebook
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[1] Salvo mi corazón, todo está bien. Héctor Abad Faciolince. 


viernes, 28 de marzo de 2025

DECISIÓN, AZAR, DESTINO, PREDESTINACIÓN?

             He estado dedicado a oír podcasts (palabreja que no he podido pronunciar y menos escribir correctamente) y en entrevistas diversas he oído que son recurrentes las preguntas que se hacen, como aquella de que si no hubiera estudiado lo que estudió qué habría hecho en la vida. Vaya pregunta, creo que la mayoría responderíamos con un rotundo: ni idea (en mis buenos tiempos diría npi). O por qué estudió lo que estudió. Yo respondería que ni idea (npi) y tuve alternativa, pero fue la que escogí. Seguramente en estos momentos me preguntaría por qué no estudié la otra opción y la respuesta seguiría siendo la misma: ni puta idea (npi para los que no sabían de esta sigla).

             Y así podríamos formularnos muchas preguntas cuya respuesta termina en lo mismo: ni idea. Estudié lo que estudié y pensaba que mi vida se centraría en ella. Pero vaya sorpresa, un abogado aprendiendo Excel, estadísticas, riesgos, administrando personal, dirigiendo diversas áreas, casi ninguna relacionada con la profesión. Afortunadamente logré salir adelante, los retos fueron grandes, pero llevaderos. Pero si me preguntan cómo llegué a esos trabajos, la respuesta sigue siendo consistente: ni idea.

             Y no me pregunten cómo llegué a casarme, a no tener lo que pude tener, a lo que aspiraba, pues todas las respuestas son similares, al menos en mi caso, ni idea. Ni puta idea, pero por esos caminos me condujo la vida y no fueron elegidos por mí, por mi querer, por mi aspiración, se fueron dando.

             Y ante los dilemas de vida y de lo que realmente aconteció, al menos con mi vida, me surgió la pregunta, retórica naturalmente, fue decisión mía? Fue el azar que se atravesó en mi camino? Fue el destino o la predestinación ya escrita en el supuesto libro de la vida, escrito antes de tener conciencia?

             No tengo ni idea, ni la más remota idea, soy lo que soy, hice lo que hice, fui el que fui, eso es lo único claro que me quedó en la ambigüedad de lo que representa la vida y pareciera que nunca fueron decisiones mías, para colmo de desgracias (¿).

             Esa es la vida. 

… lo que solemos llamar verdad es sólo una mentira más, pero mejor publicitada.[1] 

Tomado de Facebook
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[1] Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Pablo Tusset.


miércoles, 26 de marzo de 2025

DESILUSIÓN

             Cuando el pasado se queda grabado en el presente, como si siempre hubiera estado presente, es imagen que se queda en eterno presente, como si fuera presente, sin que el tiempo hubiera podido desmejorarla, ni tan siquiera difuminarla ni decolorarla, es pasado fijo en presente, sucediendo así cada vez que el recuerdo lo retrotrae.

             Basta con imaginar el mosaico de egresados de hace cuarenta o cincuenta años. La imagen que allí aparece es la que quedó grabada a pesar del tiempo, a pesar de la ausencia de los años, es imagen que no se trastoca, que es permanente, que se quedó en presente a pesar de ser un pasado, bien lejano. Es imagen que no se actualizó, estática en su juventud y grabada así en ese recuerdo.

             Imaginar un reencuentro después de tantos años es ver, a pesar de todo, un reencuentro de desconocidos y más aún verles en presente, pasados todos esos años con las consecuencias de la edad. Cuarenta o cincuenta años más viejos, más arrugas, más deterioro, pues el tiempo no pasa en vano. Los comentarios surgirán, son apenas naturales, de los cambios sufridos y las imágenes guardadas de ese mosaico pasado, pensando que el tiempo no había pasado, no son nada halagüeñas enfrentadas a ese nuevo presente a un cambio de imagen obligatorio. Nada qué decir de los comentarios que se harán: cómo está de viejo; sí la vio lo arrugada que está; y lo bonita que era; está gordo panzón, como si no se cuidara; y fulanito con la pinta que tenía y verlo ahora. Son comentarios obligatorios.

             Y si entre ese mosaico estuviera la exnovia nunca olvidada, recuerdo de bonita mujer, cuarenta o cincuenta años más vieja, se produce un choque mental fenomenal, de no te lo puedo creer, de completa desilusión al no ver la belleza de antaño sino la vejez del presente, un golpe duro al recuerdo, a la ilusión que llevan al desengaño, decepción, desesperanza, aunque en algún recóndito espacio de suspiro de menos mal.

             Gran desilusión se lleva uno, es un golpe tremendo al recuerdo.

             (Eso sin ver el otro lado de la moneda, uno está cuarenta o cincuenta años más viejo y uno igualmente estuvo en boca de todos en aquella reunión, cómo está de viejo, calvo, ojeroso, cansado y sin ilusiones y esa exnovia eventualmente también suspirará pensando en menos mal…) 

—Por otro lado —continuó—, no sé si alguna vez he estado realmente enamorada. Tengo algunos recuerdos lejanos, de cuando era joven, pero ahora esos recuerdos me parecen actuaciones, simulaciones. Ni siquiera sé lo que significa estar enamorada. A veces eso me asusta. Entonces pienso que soy así, qué le vamos a hacer, habrá que resignarse. Tal vez tengo un defecto de fábrica aquí —dijo mientras se acercaba el puño cerrado al corazón—. No sé si entiendes lo que quiero decir. Y si te soy sincera, ni siquiera sé por qué te estoy contando todo esto. ¿Tú lo sabes?[1]

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[1] Rencor. Gianrico Carofiglio.


lunes, 24 de marzo de 2025

APRENDER A SENTIRSE MEJOR

             Son cosas que no enseñan en el colegio, creo que ni siquiera se aprenden en la vida porque parece que tenemos un mensaje subconsciente que nos limita, por aquello de tanto oír eso de que no tienes talento, no sirves para eso y de oírlo en los semejantes terminamos diciéndonos a nosotros mismos lo mismo, con lo cual reafirmamos la creencia. No, no lo merezco, termina uno creyendo.

             De esa manera sabemos, no conscientemente, que nos robaron la voz. Claro, hay que aceptar cuando no se tiene talento, cuando uno no lo merece, cuando son ciertas las limitaciones que oímos. Pero igualmente es claro que uno puede cambiar, las cosas no son tan categóricas como nos las dicen, el arte hace el maestro y la repetición hace que uno mejore, no que se convierta en un talentoso pero al menos nos hace ver que las cosas pueden cambiar, aunque la pereza es mayor y es la que nos impide insistir y llevar la contraria a lo que oímos. De esa manera nos robaron la voz y dejamos que así fuera.

                Nos robaron la voz cuando nos castraron y nos dijeron que no teníamos ningún talento, que no servíamos para eso, ni para lo otro ni para lo de más allá. Y entonces debe llegar un momento de rebeldía o de conformidad. En el primer caso la rebeldía puede hacernos demostrar, al menos a nosotros mismos, que sí podemos, bien, mal o regular, pero que sí pudimos cambiar, solo basta con aprender y con ello aprendemos a sentirnos mejor, al menos con nosotros mismos, tal vez los otros no lo vean e insistan en nuestras falencias, pero desde que aprendamos nosotros a que no todo lo que dicen es cierto, terminamos sintiéndonos mejor, pues esa es la idea.

 A la sociedad que nos rodea hay también que aprender a llevarles la contraria, porque no siempre la mayoría tiene la razón. 

Desde entonces corre por mi sangre una sed de aventuras maravillosas, pero todo lo que me gustaba resultaba irremediablemente o ilegal o demasiado caro, por lo que la mayor parte de las veces he tenido que conformarme con seguir, con algo de envidia, las aventuras de los demás. En el cinematógrafo y en los diarios veo tantas cosas grandes y maravillosas que les suceden continuamente a todo el mundo: quién gana una fortuna y quién la pierde, quién es ascendido y quién degradado, quién asesina y quién es asesinado; a mí no me sucede nada. La única vez que estuve encerrado en un ascensor toda la noche con una señora, la señora era ancianísima y olía a moho; luego, cuando miro por el ojo de una cerradura, veo siempre la misma cosa: otro ojo que me mira.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Como ser pobres. Hans Ruesch.


viernes, 21 de marzo de 2025

SER

             No puedes huir de lo que eres. Una frase al vuelo oída en alguna película. En últimas es la aceptación de alguna otra frase filosófica que enseña que uno es lo que es (yo y mis circunstancias, yo soy así y así soy y otras citas más que se podrían traer a colación).

             La cuestión es que no nos conformamos con lo que somos, generalmente queremos ser más, creo que nadie quisiera ser menos o tener menos de lo que tiene. Un cierto grado de inconformidad, pareciera que propia de la vida, tal vez para no ser tan conformista con la vida, pero es la vida misma la que nos llega a enseñar que debemos conformarnos con lo que somos. Es tanto como a esta edad de pensionado querer tener una fortuna que no logró a lo largo de los años, no lo logrará jamás salvo que del cielo le llegue una herencia insospechada o que la lotería por cuestiones del azar sea la que nos saque de ese querer inconforme, de resto, en lo que me resta de vida, no va a llegar y menos si no hay herencia posible ni lotería comprada. Por eso se debe aceptar con lo que se es en el momento (yo y mi circunstancia, repetiría, no es posible cambiarlo). Y aún a pesar de que sigamos soñando en querer ser lo que no fuimos, en querer ser lo que quisimos pero no obtuvimos, en fin, en vivir en un deseo que no se cumplirá, al menos el aquí y el ahora, como aprendí en mis tiempos mozos, son la respuesta para evitar la insatisfacción. (Lo sé, lo vine a aprender muy tarde, sesenta años tarde, pero ya nada puedo hacer, así es la vida).

 …  de lo que en realidad nos hablan y susurran, siempre, es de ese tema tabú, de esa sombra a cuyos pies vamos pegados: la esquiva pero palpable figura de quién querríamos ser, quién podríamos haber sido, quien renunciamos a ser, quien nunca seremos.[1] 

En el cinematógrafo y en los diarios veo tantas cosas grandes y maravillosas que les suceden continuamente a todo el mundo: quién gana una fortuna y quién la pierde, quién es ascendido y quién degradado, quién asesina y quién es asesinado; a mí no me sucede nada.[2]

Tomado de Facebook
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[1] Muerte y vida de Bobby Z. Don Wislow.

[2] Como ser pobres. Hans Ruesch.


miércoles, 19 de marzo de 2025

LA VIDA QUE ATROPELLA

             Leí un artículo que así se titulaba, de Sara Jaramillo Klinkert[1], que por cierto me gusta como escribe, que concluía:

 Yo creo que es importante elegir nuestras luchas y conocer nuestras posibilidades, pero es aún más importante aprender a resignarse, a detenerse. Porque esa vida feliz y perfecta que nos incitan a alcanzar no existe. Todos, eventualmente, seremos atropellados. Sólo queda pedir sabiduría para distinguir si la resignación viene de la pereza, el cansancio, la comodidad o la deformación de la realidad. Y, sobre todo, mucha valentía: bien para detenerse, bien para seguir pataleando, según sea el caso.

 Y el punto culminante fue esa afirmación, certera pero que nos negamos a aceptar: Porque esa vida feliz y perfecta que nos incitan a alcanzar no existe. Y eso me llevó a su vez a la otra lectura de novela negra que andaba leyendo, en que hablaba del nihilismo[2] de un personaje, lo que a su vez me llevó a ilustrarme un poco sobre el tema, pues la palabreja la oigo mucho y la investigo y cada vez que la leo tengo que volver a investigarla porque la filosofía al perseguirme, me enreda y me hace olvidar. Naturalmente mi conocimiento se limita a lo que me dice el doctor Google al que le creo ciegamente, ante mi imposibilidad de profundizar en tan profundos conocimientos. Eso he de confesarlo. No soy tan culto como parezco, en mi caso todo es apariencia.

 Y luego de mi rápida investigación (aunque suene a sarcasmo), vi que unas de las características del nihilismo eran: Considerar que la vida carece de significado, propósito o valor y Considerar que la vida es lo que se hace, no lo que se dice que se debe hacer.   

             Parece que me va bien el nihilismo, tanto como me va el ser agnóstico, o al menos pensar que lo soy, porque uno nunca sabe si se es o si no se es, ahí está el dilema. 

«Dadle a un hombre una máscara y os dirá la verdad»[3] 

Tomado de Facebook
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[2] El nihilismo es una doctrina filosófica que considera que al final todo se reduce a nada, y por lo tanto nada tiene sentido. Cita del doctor Google.

[3] Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Pablo Tusset.


lunes, 17 de marzo de 2025

LECTURAS

             A partir de una lectura[1] aparecieron las contradicciones cotidianas que lo ponen a dudar a uno hasta de la misma realidad. Una conversación intrascendente, claro está, de novela, claro está, pero no por ello menos cierto y que pone a dudar hasta al más valiente, veamos entonces.

 O (O es el hipocorístico[2] de Ophelia, una protagonista, aclaro) se ha regido siempre por la máxima que afirma que «la ignorancia es felicidad». Esto la convierte, en su opinión, en una de las personas más obstinadamente dichosas del planeta. Ella, por descontado, ignora la procedencia de esa cita. Lo contrario sería un contrasentido. (Thomas Gray, Oda a un paisaje lejano de Eton College, por si alguien quiere saberlo).

 Su amigo le contesta: Lo que ignoras puede hacerte daño. Y mucho.

 Dicen que lo que uno ignora no puede hacerle daño. Tercia otro personaje. (La ignorancia, ya se sabe, es felicidad). Pues se equivocan.

 La cuestión es que de pronto ambos están equivocados o ambos están acertados, todo depende de cómo se vea.

 Y esto me lleva a un pensamiento que me rondaba, de la versatilidad del idioma y de cómo se pueden implicar contrarios creando nuevas nociones, no muy acertadas en mi pobre opinión, como, por ejemplo, siguiendo la misma lectura: 

—El realismo mágico no existe —replica Chon—. En el mundo real no hay magia.
—Ni realismo en el mundo mágico —dice O.
—Esto es el mundo real —contesta Chon.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta ella.
Ahí le ha pillado.

 A mi también me pilló porque en purismo una cosa es mágica o es real (como por ejemplo el matrimonio, que de magia se pasa al realismo, a pesar de García Márquez), pero surgido el realismo mágico está en todas las artes, la contradicción se quedó para siempre, a pesar de su contradicción.

 Y de ahí salté a la transformación idiomática de los últimos años, en casi todos los ámbitos de la vida cotidiana, lo que me ha llevado a pensar, a raíz de conversaciones oídas que quedé retrasado en el entendimiento de la conversación a la que estaba acostumbrado, ahora oigo palabrejas que me parecen traídas de los pelos, por lo que me tomé la molestia de copiarlas para constatar si soy el único que se perdió en el camino idiomático, por lo viejo que estoy y que me quedé atrapado en ese pasado mío.

 En arquitectura, por ejemplo, sabiendo que los arquitectos son dados a maximizar su propio trabajo, oídas en Discovery Home and Health: La madera le da un aspecto gentil a la casa (gentil a la casa?). El techo es casi demasiado bajo (casi demasiado bajo?). La personalidad de la habitación (esta se va ganando el premio). Es un lugar atemporal (esta superó la anterior). Este cuarto respira cultura (ni que estuviera hablando de una biblioteca y pensaba qué pensamientos surgirían al llegar al cuarto principal). Es que es una diversidad funcional (por lo que vi era más bien disfuncional). Con sus líneas limpias y frescas (refiriéndose a una pared) y agregando: la pared se pinta de azul para abrir la sensación de frío sicológico (lo que me trajo a la memoria los momentos en que mi mamá me mandaba miradas de frío sicológico) y hasta me hizo reír oír cómo se definía un estrecho pasillo como un angosto muy ancho. 

Ahora todos se valen de lo que antaño se llamaban las licencias poéticas que usaban los conocedores de ese tema, los poetas de antes.

 Y baste mirar también los locutores deportivos con sus licencias y su pobreza idiomática, que mi Dios me perdone, pero se pasan y que no profundizo porque la lista se haría eterna. Como aquello del minuto noventa más uno, acaso es diferente al minuto noventa y uno? Digo yo. O en otra alusión a la cultura, que decía que el rey momo, el del carnaval de Barranquilla, que respiraba cultura (Dios mío, si él representa al relajo, hasta a la indecencia, al menos a lo que entonces se pensaba que era eso).

             Pareciera que hoy lo mejor es hablar con eufemismos, parece que así se ofende menos y pasa uno por más culto, como aquello que se acaba de mencionar en Europa por el conflicto entre Rusia y Ucrania, gracias a la sal que el Trump le agregó, que obliga a la misma Europa a tener más armas de disuasión nuclear porque ya no es correcto hablar de bombas; como en el actual gobierno que ya no se puede hablar de secuestros de poblaciones o militares sino de retenciones transitorias, como si la palabra amortizara el daño o se ofendiera deliberadamente a los secuestradores).

             Y para terminar, como estamos en el moderno mundo de lo ecológico, agregado para todas las actividades humanas, me llamó la atención oír de las verduras ecológicas, esas no las conocía, pero deben ser más caras que las verduras corrientes, con las que me alimentaron. O el ecosistema de empresas o de comercio, al que aludió algún alcalde y el lago de datos, al que aludió otro, en entrevista colectiva que en estos días vi.

             Tal vez sea un viejito retrasado o atrasado o atrapado en mi tiempo, pero sinceramente en el mundo actual me está quedando grande entender el actual lenguaje, lo que quiere decir, en otras palabras, que ya ni entiendo el lenguaje actual que no se sí es propio de mi propia atrofia senil o que el futuro me atropelló. 

… y ya sé que es una comparación difícil de entender pero también es difícil de entender la relatividad del tiempo y todo el mundo se la traga.[3] 

Tomado de Facebook
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[1] Rotos. Don Wislow.

[2] No pongo la palabra como forma de darme importancia de sabedor, pues a mí me tocó buscarlo porque se me había olvidado cómo se denominaba a esa forma de reducir nombres y naturalmente el doctor Google me ayudó: Las variantes cariñosas de los nombres propios se llaman hipocorísticos. Son diminutivos, acortamientos o derivaciones que se usan para referirse a alguien de forma familiar o afectiva. Es más, eso lo aprendí por allá en el año 1969, cuando estaba en primero bachillerato, si mal no recuerdo y naturalmente pasado tanto tiempo era cierto que ya, con esta edad, debía haberlo olvidado, como efectivamente me sucedió.

[3] Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Pablo Tusset.


viernes, 14 de marzo de 2025

TORTURAS

                Estar siempre despierto debe de ser la locura: he oído decir que sometido un gato al tormento de impedirle dormir acaba adquiriendo tendencias suicidas. No sé si es un experimento científico contrastado, pero yo he decidido creerlo. Y si no es cierto no será por culpa de la hipótesis, sino de los gatos, que no la cumplen.[1] 

 Eso fue lo que leí y me puso a pensar (raro no?). Como lo debe ser el absoluto silencio, la absoluta oscuridad, la absoluta soledad... y no por culpa del gato.

 Absoluto, una palabra con diferentes significancias, gramatical, filosófica, religiosa o en sicología y con imposibilidad total de poder pensar que absolutamente es así, porque es absoluto (de tanto repetir la palabra, la noción pierde interés y se vuelve una constante hasta odiosa de oír).

 Y lo más curioso del tema es que nunca hemos sentido en carne propia el tal absoluto, nunca hemos vivido el absoluto silencio, ni la absoluta oscuridad y mucho menos, la absoluta soledad, siempre hay una absoluta sombra que vislumbra su contrario, cuestión bastante curiosa, pues si lográramos estar en un absoluto silencio (entendiendo que ni el pensamiento se hiciera presente en ese momento), en la absoluta oscuridad (que ni el cosmos nos daría) o en la absoluta soledad (que la sociedad no nos permitiría), terminaríamos como el gato y a pesar del gato que si no se suicidó al menos enloqueció. Tal vez ese absoluto sea la mejor tortura que usan los expertos en ese tema.

Foto JHB


[1] Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Pablo Tusset.