Uno.
Hay cosas que a uno le dan duro, hasta que le dan y le hacen tomar
conciencia o no sobre tal situación.
La vejez. Cuándo comienza? Si se le pregunta a un joven, viejo es todo
aquél que tenga entre 15 y 20 años más que él, por lo tanto, todos rajados. Se
habló en una época del cincuentón, para denominar a los viejos –así nos tocó
percibirlo a nosotros, cuando éramos jóvenes-. Luego llegó la denominación de tercera
edad. Ya creo que se está hablando ahora hasta de la cuarta. Con el eufemismo
que nos caracteriza se habla del adulto mayor. Hasta recuerdo que en mi juventud
al señalar al señor ese, o a la señora aquella, implícito estaba que se refería
a una persona mayor, muy mayor o vieja, como quiera tomársele.
Y el punto anecdótico? Aquí va. Iba en un bus y faltando como dos paraderos
al mío, se subió una tanda de 15 muchachitos –entre los 12 y los 16, según mis
cálculos, que nunca son acertados, vale mencionar-. Uno de ellos, la más
adulta, supongo, pagaba con la tarjeta respectiva. La mayoría pasó la
registradora de a dos, otros cuantos más bajitos, por debajo de ella.
Conclusión, así empieza la trampa y lo mejor, el conductor –ya me ando
puliendo, en mi época era siempre el chofer-, hizo la vista gorda o sea, se
hizo el pendejo y dejó que la mitad se colaran –en mi época el chofer hubiera
generado un escándalo, como los de mi época, muy épicos por cierto, recordarán
los contemporáneos míos-.
Mi primera intención, llamarle la atención al chofer. Pero pensando en el
‘no sea sapo’ evité comentario y 15 contra un viejito, perdería de todos modos.
Los miré a los que me miraron con esa cara mía que dice ‘descarados’. Se fueron
todos al fondo del vehículo –noto como ustedes mi pulido lenguaje- y comenzó la
‘guachafita’ que mencionaban los profesores de aquellas épocas lejanas o de
bárbaras naciones. Sin embargo, supongo que por mí, como luego pude corroborar,
la ‘guachafita’ fue moderada. Una vez timbré para anunciar mi bajada, estaba bajando
el último escalón, cuando a mis espaldas oí un murmullo que decía: Espere que
el viejito se baje.
Esa frase atentó contra todo mi ser. Era la primera vez que la oía
refiriéndose a mí. La primera reacción fue que toda la bilirrubina se me subió
a la cabeza. Ya iba a devolverme con el genio a mil, el gamín que hay en mí
tratando de salir, cuando algo me dijo en mi propia cabeza: Pero es que tienen
razón. Esa frase hizo que volviera a la normalidad, me sonriera y me dijera a
mí mismo: Efectivamente, tengo ya 60 años, ya estoy viejito. Y feliz seguí mi
camino, afortunadamente.
Dos
Por el asunto del homicidio de una mujer en el Parque Nacional, no recuerdo
detalle, la abogada que defendía al Distrito contra la demanda de indemnización
interpuesta, fue despedida, vapuleada y … ya se imaginan.
Me gustaría que oyeran mis argumentos de manera objetiva, como pretendo
escribirlos, sin meterle nada de subjetividad, como he pedido en otra ocasión.
El oficio del defensor del Distrito era ese, defender –los intereses del
Distrito, de todos los contribuyentes-. Dentro de mis funciones cuando fui
empleado de confianza y me correspondió, al abogado que defendía a la entidad se
le daban instrucciones precisas, cuando aún decía que el tema era perdido, que
tenía que hacer hasta el último esfuerzo por defender los intereses de la
entidad. Eso entendí hizo la abogada, lo
más natural, cualquier abogado en ese papel lo haría, es desplazar la
responsabilidad del hecho en la víctima, para demostrar que la entidad no fue
la generadora ni ocasionadora del mal. En este caso a la víctima, entendí, que
la mataron en una zona despoblada del Parque Nacional, en horas de la noche,
etc. En estas circunstancias cualquiera llega a la conclusión de que se lo
buscó, desafortunadamente. Ese argumento utilizó la abogada que defendía los
intereses de los bogotanos, para que termináramos pagando nosotros los platos
rotos.
El alcalde salió como una loca gritando barbaridades, que naturalmente
llenan votos y encuestas, sobre todo en momentos en que son tan necesarios. El
alcalde no se dio cuenta que con ese proceder lo que estaba haciendo, en su
calidad de representante del Distrito, era confesando el pecado. Si el defensor
de la víctima es hábil, solicita que se tenga como confesión del Distrito lo
dicho por el alcalde, solicita sentencia y se quedan con los $500 o no sé
cuántos millones de indemnización que están pidiendo los familiares. Y quién va
a pagar esa indemnización? Nosotros, los contribuyentes, aunque deberíamos
repetir contra el alcalde, por apresurado, por no esperar las ‘resultas del
proceso’ como dicen los que saben.
Y si he de ser objetivo, yo por qué debo asumir parte de esa indemnización?
De pronto, si el alcalde no hubiera hecho esa alharaca, habría podido salir
indemne el Distrito. Lamento la muerte ocurrida, pero por qué si efectivamente
la muerte ocurrió por negligencia del Distrito, en su momento en cabeza de
Petro, no hubo conciliación? Se concilia cuando se tiene la culpa y se ahorra
un proceso y más plata, hasta donde tengo entendido que es la finalidad de la
conciliación.
Tres.
Y continuando como lazo conector del anterior, no entiendo cómo es posible,
en un país de leyes, que se legisle, se adopten medidas administrativas, se
impartan órdenes a través de las redes sociales.
Debería prohibirse a todo funcionario público el uso de redes sociales, por
todas las barbaridades que ocurren por su intermedio. Las vergüenzas que han
pasado Santos, Petro y aún el rey del twiter, el señor Uribe.
Para demostrar la estupidez en su uso, hay que darle un aplauso a
Actualidad Panamericana, los ha puesto en evidencia.
Cuarto.
Y qué tiene que ver el título con este blog, se preguntarán. Y el Juan se
volvió loco o el desquicio es simplemente una locura que se coló por un
resquicio de su mente?
Me disculpo por el título, pero atrae atención. Y a eso quería llegar, a
que últimamente los titulares de prensa dicen una cosa y el contenido dice otra
totalmente diferente o algo nada qué ver, como ocurrió hoy con este blog.
Y son tantos los titulares que inducen a error, que varios editorialistas
ya lo están diciendo, hasta los más responsables periódicos se están volviendo
amarillistas, para ciertos efectos; para otros, se están volviendo omisos, se
entera uno de noticias por redes independientes sobre hechos que ni siquiera
son mencionados. Ya no se puede confiar...
Por lo tanto, si querían saber de sexo, a mi edad… ya me entenderán. Si
querían saber sobre experiencias, les tocará acudir a las propias, porque ya
estoy retirado y nunca obtuve una maestría en esas artes. En otras palabras, ya
no estoy para esos trotes.
Conclusión, quedan defraudados y todo por un título embaucador.
ERRATA
En el Blog FILOSOFAR Y
VIVIR escribí:
“Así se denominaba, si no recuerdo mal, un librillo que por su
pequeñez se encontraba oculto en la biblioteca de mi papá. Lo leí en los años
mozos y recuerdo aún que lo escribió un jesuita de apellido de Vries. Como lo
leí hace tanto tiempo, en el siglo pasado, me señala mi memoria, espero
recordar al menos las conclusiones que traía o las que saqué en su momento.”
Sigo insistiéndome
en que no puedo confiar en mi memoria, pero sigo cayendo. Efectivamente la obra
era de un jesuita, pero era de Ismael Quiles S.J. Filosofar y vivir. Curiosamente encontré, dentro de
mis notas, una anotación de él, que redunda a favor de mi blog, aunque en mi
propia contra: “No debemos
ser ni demasiado racionalistas, que todo lo queramos explicar, ni tan
escépticos que nada queramos admitir.”