viernes, 15 de julio de 2016

CONTRADICCION ES!

La vida humana es trágica;
termina en el dolor y en la muerte.

Mika Waltari. Sinuhé el Egipcio

Si alguien pudiera enseñarme cómo comprender al hombre, para ver si logro comprenderme a mí mismo, en este mundo en que “todo es mentira, vanidad, locura” (Espronceda).

Viendo los documentales de NatGeo se hacen evidentes las contradicciones que sufrimos (o que sufro y soporto, si nadie más las tiene). Y son contradicciones que hacen que tomemos partido, de inmediato, no luego de reflexión, sino para antier, pues hasta en esos documentales nos manipulan.

Estaba viendo las persecuciones a que están sometidos los diferentes animales, los depredadores contra los vecinos, entre ellos mismos, depredador contra depredador, todos luchando por la supervivencia, la de ellos y la de su progenie. En el mundo salvaje, eso es así, salvaje, supervivencia, sobrevivencia del más fuerte, muchas veces; pero algunas, sobrevive el más vivo, el más inteligente. Sabiendo que eso es así, aún así tomamos partido.

El zorro polar, por alimentarse él y su manada, persiguiendo a las liebres árticas, a ellas y a sus crías. Ver cómo los zorros comienzan por identificar a su presa y los televidentes ya tratando de avisarle a la liebre que cuidado, porque ya se toma partido por la bella liebre. A su vez, el zorro perseguido por un oso necesitado y uno ya toma partido, el pobre zorro, minutos antes un villano. Pero acaso de villano pasó a ser víctima? Uno se ve obligado a tomar partido, porque manipulan nuestros sentimientos, aún en un documental. Uno toma partido y lucha internamente porque no sea alcanzada la víctima, no importa quién sea en ese momento el villano, la víctima debe salvarse, debe ser avisada.

Ver al zorro y a sus crías en su cubil, ver a la liebre y a sus crías en el suyo. Como espectador uno queda en un mundo de manipulación. Si muestran a las crías del zorro: ayyy tan lindas! Si las de la liebre, pero qué belleza! La cría inspira más compasión, inspira ternura, no importa la raza, el animal, casi siempre, porque recién paridos, esos no son mostrables, como los seres humanos, parecemos ratones al nacer, pero ayyy tan lindoooo (y lo que es peor es lo que normalmente agregan quienes no son capaces de asumir la realidad: se parece al papá!)

Y pienso, el zorro si no come liebre, desaparece; el oso hambriento, si no come zorro, desaparece y así sucesivamente. Es ley de la vida animal, la pantera, el búho, el tigre, si no cazan no comen, si no comen, desaparecen.  Es la ley de la naturaleza y el morir como presa, para el animal, es simplemente una realidad, lo ven objetivamente, saben cuándo muere y le lloran, si tienen tiempo, si no están acosados. Nada más ver la despedida de la manada de elefantes de un ser querido. Ellos lo ven con objetividad, pero aún así demuestran su tristeza.

Una prima nos contaba que estando en una finca bien adentro de los llanos, vio cómo iban a matar a un becerro. Sintió el miedo que el pobre animal tenía, porque éste presentía que iba a morir y era miedo lo que sentía el novillo, en el ambiente se sentía y el resto del ganado lo sintió. Poco a poco, según nos narraba, el resto de animales se iba acercando a la cerca, como si estuvieran brindando solidaridad al sentenciado. Su vida fue arrebatada de una puñalada, como se mata al ganado y al parecer, en el momento en que sintieron el último suspiro del becerro, al unísono, como si se hubieran puesto de acuerdo, todas las reces mugían con lamento, como si el mundo se hubiera acabado. Era el coro más triste que ella había escuchado, un solo lamento mientras el becerro terminaba de desangrarse colgado del árbol donde fue sacrificado. Un lamento que inducía a las lágrimas, según nos relataba, tanto que en su voz de narración se oía la tristeza que padeció en ese momento y nos la contagió imaginando la escena. Cuando ya no había nada más qué hacer, todo el ganado silenció y se fue retirando, al parecer a llorar en su soledad y mudez la vida del sacrificado.

Ese es el mundo real de los animales. Ese es nuestro mundo también, pero no somos objetivos, ni siquiera ante la muerte, siempre sometidos a la subjetividad de la situación, tal vez por eso somos hombres, porque gracias a esa subjetividad nos negamos a ver la realidad, llenando todo de calificativos, de excesos y con exceso de subjetividad. Así como nacemos, hemos de morir, pero nunca nos educan para ello, por el contrario, nos enseñan que morir es para viejitos y que de eso no se habla, no se es imprudente ante la muerte. Ni se le mira a los ojos; hay que desviar la mirada para otro lado; la muerte está vetada, aún sabiendo que llega, en su momento, en el instante declarado. De Samarcanda nadie se salva, allá nos hemos de encontrar obligatoriamente. Allí estaré, puedo asegurarlo y más temprano que tarde, porque como ya no soy joven, la muerte es para los viejitos y es tema de ellos.

Y sigue con esos pensamientos? Oiré decir a mi alter ego externo. Por qué no escribe cosas bonitas como sabe hacerlo? Ya veo decir. (Dirá oigo, dice el cínico!). Me prepararé a responder: “Un hombre prudente obra con cautela en previsión de todo lo que puede ocurrir”. (Oriana Fallaci. Un Hombre.)

Ya llegarán mejores reflexiones, pero mientras llegan…

El crepúsculo de la desaparición lo baña todo
con la magia de la nostalgia.


Gore Vidal. Juliano el Apóstata.

Foto: JHB (D.R.A.)

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