La vida humana es trágica;
termina en el dolor y en la muerte.
Mika
Waltari. Sinuhé el Egipcio
Si
alguien pudiera enseñarme cómo comprender al hombre, para ver si logro comprenderme
a mí mismo, en este mundo en que “todo es
mentira, vanidad, locura” (Espronceda).
Viendo los documentales de NatGeo se
hacen evidentes las contradicciones que sufrimos (o que sufro y soporto, si
nadie más las tiene). Y son contradicciones que hacen que tomemos partido, de
inmediato, no luego de reflexión, sino para antier, pues hasta en esos
documentales nos manipulan.
Estaba viendo las persecuciones a que
están sometidos los diferentes animales, los depredadores contra los vecinos,
entre ellos mismos, depredador contra depredador, todos luchando por la
supervivencia, la de ellos y la de su progenie. En el mundo salvaje, eso es
así, salvaje, supervivencia, sobrevivencia del más fuerte, muchas veces; pero
algunas, sobrevive el más vivo, el más inteligente. Sabiendo que eso es así,
aún así tomamos partido.
El zorro polar, por alimentarse él y su
manada, persiguiendo a las liebres árticas, a ellas y a sus crías. Ver cómo los
zorros comienzan por identificar a su presa y los televidentes ya tratando de avisarle
a la liebre que cuidado, porque ya se toma partido por la bella liebre. A su
vez, el zorro perseguido por un oso necesitado y uno ya toma partido, el pobre
zorro, minutos antes un villano. Pero acaso de villano pasó a ser víctima? Uno
se ve obligado a tomar partido, porque manipulan nuestros sentimientos, aún en
un documental. Uno toma partido y lucha internamente porque no sea alcanzada la
víctima, no importa quién sea en ese momento el villano, la víctima debe
salvarse, debe ser avisada.
Ver al zorro y a sus crías en su cubil,
ver a la liebre y a sus crías en el suyo. Como espectador uno queda en un mundo
de manipulación. Si muestran a las crías del zorro: ayyy tan lindas! Si las de
la liebre, pero qué belleza! La cría inspira más compasión, inspira ternura, no
importa la raza, el animal, casi siempre, porque recién paridos, esos no son
mostrables, como los seres humanos, parecemos ratones al nacer, pero ayyy tan
lindoooo (y lo que es peor es lo que normalmente agregan quienes no son capaces
de asumir la realidad: se parece al papá!)
Y pienso, el zorro si no come liebre,
desaparece; el oso hambriento, si no come zorro, desaparece y así
sucesivamente. Es ley de la vida animal, la pantera, el búho, el tigre, si no
cazan no comen, si no comen, desaparecen.
Es la ley de la naturaleza y el morir como presa, para el animal, es
simplemente una realidad, lo ven objetivamente, saben cuándo muere y le lloran,
si tienen tiempo, si no están acosados. Nada más ver la despedida de la manada
de elefantes de un ser querido. Ellos lo ven con objetividad, pero aún así
demuestran su tristeza.
Una prima nos contaba que estando en una
finca bien adentro de los llanos, vio cómo iban a matar a un becerro. Sintió el
miedo que el pobre animal tenía, porque éste presentía que iba a morir y era
miedo lo que sentía el novillo, en el ambiente se sentía y el resto del ganado
lo sintió. Poco a poco, según nos narraba, el resto de animales se iba
acercando a la cerca, como si estuvieran brindando solidaridad al sentenciado.
Su vida fue arrebatada de una puñalada, como se mata al ganado y al parecer, en
el momento en que sintieron el último suspiro del becerro, al unísono, como si
se hubieran puesto de acuerdo, todas las reces mugían con lamento, como si el
mundo se hubiera acabado. Era el coro más triste que ella había escuchado, un
solo lamento mientras el becerro terminaba de desangrarse colgado del árbol
donde fue sacrificado. Un lamento que inducía a las lágrimas, según nos
relataba, tanto que en su voz de narración se oía la tristeza que padeció en
ese momento y nos la contagió imaginando la escena. Cuando ya no había nada más
qué hacer, todo el ganado silenció y se fue retirando, al parecer a llorar en
su soledad y mudez la vida del sacrificado.
Ese es el mundo real de los animales. Ese
es nuestro mundo también, pero no somos objetivos, ni siquiera ante la muerte,
siempre sometidos a la subjetividad de la situación, tal vez por eso somos
hombres, porque gracias a esa subjetividad nos negamos a ver la realidad,
llenando todo de calificativos, de excesos y con exceso de subjetividad. Así
como nacemos, hemos de morir, pero nunca nos educan para ello, por el
contrario, nos enseñan que morir es para viejitos y que de eso no se habla, no
se es imprudente ante la muerte. Ni se le mira a los ojos; hay que desviar la
mirada para otro lado; la muerte está vetada, aún sabiendo que llega, en su
momento, en el instante declarado. De Samarcanda nadie se salva, allá nos hemos
de encontrar obligatoriamente. Allí estaré, puedo asegurarlo y más temprano que
tarde, porque como ya no soy joven, la muerte es para los viejitos y es tema de
ellos.
Y
sigue con esos pensamientos? Oiré decir a mi alter ego externo. Por qué no escribe cosas bonitas como sabe
hacerlo? Ya veo decir. (Dirá oigo,
dice el cínico!). Me prepararé a responder: “Un hombre prudente obra con cautela en previsión
de todo lo que puede ocurrir”. (Oriana Fallaci. Un Hombre.)
Ya llegarán
mejores reflexiones, pero mientras llegan…
El crepúsculo de la desaparición lo baña todo
con la magia de la nostalgia.
Gore Vidal. Juliano el Apóstata.
Foto: JHB (D.R.A.)
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