viernes, 22 de julio de 2016

DECADENCIA


Estuve viendo la transmisión del Tour de Francia. No es que me apasione el tema del ciclismo, como creo que lo dije en otra oportunidad, pero lo veo para conocer mundo, desde mi cómoda cama. Es así como, gracias a la vuelta a España, el giro de Italia (pronunciado con y de yiro, para que se sienta la sangre italiana!, siento que me dicen), vengo conociendo las partes de los países del mundo que un turista no conoce por estar enfocado en los grandes monumentos que turísticamente son dirigidos al parecer por la genética dominante.

Como dije, sin conocer del tema ciclístico, que es lo que menos me interesaba, desde las primera etapas veía cómo los ciclistas se iban charlando en el recorrido, como si fueran de turismo, cosa que me llamó la atención, dado que en las vueltas a Colombia, de mi época naturalmente, porque hoy ya pasa desapercibida, desde la primera etapa salían a ganar, sin esperar estrategias, ni el carbono o las lentejuelas que ahora dominan los “caballitos de acero”.

Inicialmente hago un paréntesis. (Abro paréntesis, falta que diga! Ejem, contesto con indiferente menosprecio). Por aquello del “caballito de acero” veo cómo los locutores deportivos van ayudando a degenerar el idioma y en la etapa de hoy, el locutor colombiano, tal vez ya contagiado por la palabrería del argentino Sábato, hablaba con insistencia y con una propiedad propia de un académico, de la “entrante semana”, se le oía como cuando uno oye hablar a un fantoche que quiere descrestar. Pero bueno. La idea es que los honorables locutores, creyéndose cultos de una parte y maestros del arte, por la otra, han venido generando un idioma paralelo que, a nosotros los legos (será a usté, que es al único que no está fanatizado con los deportes, oigo que me recriminan). Está bien, a mí, ese idioma que están generando no es de mi agrado, no sé a los demás, porque creo que soy, estadísticamente, el cero cero cero cero uno por millón, que considera que sentarse a ver un partido es una pérdida de tiempo, aunque he de confesar que contradictoriamente sí me gusta ver una ronda de golf o de gimnasia, por ejemplo. Cierro paréntesis para ser congruente.

Continúo con el Tour. Decía que en varias etapas parecía más que una carrera una reunión de amigos departiendo por el camino en subida a la Calera o al Alto del Vino, sin intención de sudar pero si de tomar cerveza nada más llegados a la cima. Esa apreciación se hizo patente cuando los mismos locutores dejaban ver que esa modorra hacía que la transmisión se atrasara hasta media hora. Adicionalmente en el mismo Tour se han venido presentando una seria de irregularidades administrativas, imprudencias de grupos de apoyo, todo lo que me ha llevado a pensar en que la seriedad del Tour se está viniendo abajo. Y los mismos locutores, que son los que saben del tema, se han quejado de algunas decisiones administrativas e improvisaciones, demostrando malestar.

Y a que viene toda esta disquisición. A Europa. No es que me preocupe lo que le pase a Europa, sinceramente, me tiene sin cuidado; sin embargo lo veo como el fenómeno, que no sé si los que saben lo han visto o no, pero creo que, así como ha iniciado en Estados Unidos, que ha venido en declive, como áreas de liderazgo y de empuje. Bélgica, la más respetada de Europa en un tiempo, hoy es un hazmerreír y no lo digo yo, el liderazgo de Bruselas ha caído de tal manera que ya sus opiniones son oídas como por necesidad, pero no por su seriedad. Lo demostraron los hechos de los últimos atentados, la falta de seguridad que tenían, las incoherencias e improvisaciones de las decisiones que a raíz de ello adoptaron y dejo constancia que no son opiniones mías, aunque sí las compartimos. Las oí en noticieros europeos y en la prensa. Las percibí, aún antes de que otros con más autoridad lo dijeran! (Uyyyy no, el sabihondo! Me replica el humillativo que tengo también dentro de mí. A lo que le refuto, con ese mismo tonito, deje y verá que en unos años, cuando relean estas palabras… ni profeta que fuera!).

Las experiencias de los atentados, cuando involucra la necesidad de intervención de varios países europeos ha hecho que salgan las quisquillosidades de cada cual, con aquello de que yo lo vi primero, yo tengo mejor tecnología, mataron más de mis nacionales, etc. Reculando en decisiones que anuncian con bombos y platillos y al otro día en contradicción, sin que ya se sonrojen al decirlo. Es allí donde se ve que la Europa unida no funciona, por los nacionalismos, por los celos y por el deseo de predominar, no de unificar. Es un motivo de más para seguir insistiendo en que la Comunidad Europea no está funcionando y difícilmente va a funcionar. Soy pesimista con ese experimento (Ya empezó a comprenderme, me dice mi pesimista!). Curiosamente en el Espectador apareció un artículo cuyo título llega como caído del cielo: Un mes desastroso para el mundo! (http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/un-mes-desastroso-elmundo-galeria-643667).

Pero tampoco es el punto propiamente el que quería mencionar. Mi pregunta es: será que este mundo se está volviendo loco? Y la más suspicaz: Será que nos estamos enfrentando a la caída de imperios? Tal como ocurrió con el romano, Europa y Estados Unidos al unísono? La sintomatología, para mí, un lego en predicciones, en estudios y en conocimiento, parece indicar que efectivamente el mundo occidental está en declive. Nos estamos volviendo más agresivos, más intolerantes, serán síntomas? Y me pregunto: Alguien importante, conocedor del tema y no invisible se habrá dado cuenta?

Y continúan las preguntas que no tendrán respuestas y que pueden resultar incómodas: en cuánto tiempo se produce una caída de ese tipo? Serán pensamientos de un pesimista? (Téngalo por seguro, oigo decir). O de alguien que a la distancia lo siente? Y parece que el contagio es de medio mundo: Europa y Estados Unidos, Medio Oriente, Corea del Norte, centro de África, por mencionar algunas. Pero curiosamente Putin, por no decir Rusia, calladito, tal vez lo habrá notado y está esperando haciéndose el pendejo, para coger la tajada que le corresponde en la hecatombe. China, con su mirada de desconfianza, igualmente pasiva, haciéndose la pendeja, como saben hacerse los pendejos profesionales.

Y vuelve y juega, soy un invisible para decisiones y cuando hablo de Estados Unidos, China, Rusia aparentemente estoy hablando de países, con millones de millones de pobladores que deciden, pero que son igualmente invisibles a mí, cuando realmente las decisiones del curso de la historia está en manos de unos pocos, poquísimos que me aventuro a decir que no llegan a cincuenta cristianos. En manos de ellos estamos millones, esa es la ironía. Y lo mejor, los elegimos o ellos se eligieron solos? (Buena pregunta!)

Al comentar el tema en voz alta, mi alter ego dice: No será que se están haciendo reales las predicciones de los indios hopis? (No los recordaba y menos que tenían profecías, pero no quiero entrar en ellas ni en las de Nostradamus, ni otros, porque nunca he entendido los mensajes celestiales ni de dioses o humanos, porque todos ellos hablan en idiomas insondeables y enredados. Siempre he pensado por qué Dios no puede hablar claro? Toda profecía es enredada, por eso es mejor dejárselas a los abogados, expertos en interpretaciones! Puede que en el futuro se hable en este blog al respecto. Sólo puedo decir a mi alter ego: “… Pero Pluma Blanca no podrá presenciar todo esto. Ya estoy viejo y me queda poco tiempo. Tu quizás lo verás. A su tiempo, a su tiempo…”[1]) 

A propósito y como para ampararme otra vez en palabras ajenas, la columna de Esteban Carlos Mejía[2], hablando de Rubem Fonseca (ni idea quién era, hasta que supe que es escritor brasileño y hasta ahí con mi ignorancia[3]), precisa en mi defensa: “A él se debe esta joya, que suscribo al pie de la letra: “El escritor debe ser esencialmente un subversivo, y su lenguaje no puede ser ni el lenguaje mistificador del político (y del educador), ni el represivo del gobernante. Nuestro lenguaje debe ser el del no-conformismo, el de la no-falsedad, el de la no-opresión. No queremos poner orden en el caos, como suponen algunos teóricos, ni siquiera hacer el caos comprensible. Dudamos de todo siempre, incluso de la lógica. El escritor tiene que ser escéptico. Tiene que estar contra la moral y las buenas costumbres. Propercio puede haber tenido el pudor de contar ciertas cosas que sus ojos vieron, pero sabía que la poesía busca su mejor materia en las ‘malas costumbres’ (véase Paul Veyne). La poesía, el arte en fin, trasciende los criterios de utilidad y nocividad, incluso los de comprensibilidad. Todo lenguaje muy inteligente es mentiroso”. Y a renglón seguido, añade: “Estoy diciendo esto hoy, pero no aseguro que dentro de un mes crea aún en esta o en cualquier otra afirmación, pues tengo la buena cualidad de la incoherencia”. Oh, dioses y demonios, esto es música para mis oídos: “la buena cualidad de la incoherencia”.

Y me gustó la siguiente frase que me sirve para escudarme finalmente en mis escritos y poder concluir por hoy:Fonseca dice que un escritor debe tener el coraje para mostrar lo que la mayoría de la gente teme decir.”

Amén, por hoy.



[1] http://www.taringa.net/post/info/12027393/Indios-Hopi-Las-9-predicciones-del-fin-del-mundo.html
[3]Tello Garrido nos narra un comentario que le hizo Fonseca durante una visita a México sobre los motivos que lo llevan a mantenerse al margen de los reflectores literarios: Al parecer Rubem Fonseca prefiere pensar que un escritor puede decir todo lo que a él le parezca importante, independientemente de lo que los lectores puedan opinar al respecto, pero siempre a través de sus obras y no como personaje público que dicta sentencias en cuanto tiene un micrófono enfrente. Él mismo me comentó después que John Updike le había dicho alguna vez que la fama es como una máscara que los hombres suelen ponerse, y que resulta peligrosa porque devora el rostro original, le impone gestos, niega la identidad de quien se la ha echado encima.” (Wikipedia) 

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