lunes, 18 de julio de 2016

RECORTES DE PRENSA


Previendo que algún día se me acabara la labia, (difícil en usted, dice la ironía) he tenido la manía de ir guardando artículos que pueden nutrir mi blog en el futuro, aunque de antemano ya sé que el guardar no me conduce a nada, porque o bien olvido en dónde lo guardé, o bien por descuido mental no recuerdo para qué lo hice o si ya se perdió el momento para rememorarlo.

 

Revisando precisamente este tema, me encontré con una serie de artículos, los que copio a continuación, en la parte que me interesó (tan vivo, por eso se llama esta vez recortes de prensa, advierte el sapo que hay en mí). Casi todos ellos dicen lo que me hubiera gustado decir, pero como ya está dicho, me pregunto: vale la pena la repetición, en estos casos? (Excúsese, excúsese. Deje los eufemismos y diga las cosas tal como son… Le paré aquí al acusetas, porque ya no tengo tanto rubor para ir repartiéndolo cada vez que quedo en evidencia).

 

Futurología[1]

“Si es difícil predecir el pasado, con mayor razón lo es conocer el futuro”. El pasado tal como lo conocimos o lo aprendimos va modificándose, de forma que hace irreconocible el conocimiento previo.”

Europa rota[2]

“Europa nunca ha estado unida. Ni ahora ni en ningún periodo de su historia ha aclimatado la unidad política en sus pueblos desde la perspectiva del territorio. La suya es una historia de rupturas consigo misma; con su geografía y su población. De las guerras que han asolado a la humanidad.”

La voz del pueblo no es infalible[3]

“Está de moda, aquí y en el mundo, escuchar o pretender escuchar la voz del pueblo soberano, sin intermediarios, como resultado del agotamiento y el descreimiento ciudadano en la democracia representativa tradicional. En el papel esa democracia directa se ve  impecable, como la más elaborada expresión del sueño de Abraham Lincoln - del gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo -. Pero algo parece estar fallándole cuando esa voz popular acaba por hacerle  el juego a intereses que riñen con el interés general.” 

Los otros, los que no tienen ni quieren el poder[4]

“Por esta vez no hablemos de los que quieren o tienen el poder, sino de aquellos que no lo quieren. Hablemos de quienes no buscan riqueza ni reflectores. De los que no gritan ni destruyen. Son centenares de personas que, sin proponérselo, pueden estar sembrando las bases de una revolución silenciosa. Hablo de esos hombres y mujeres que en los últimos años se han vuelto unas figuras recurrentes que aparecen con ideas simples pero poderosas. Son de todas las edades, variados estratos, sobre todo de clase media, con un denominador común: quieren regresar a la esencia, buscar una vida tranquila, en paz con los otros y con el planeta, sin acumular. Quieren dejar de perseguir el éxito y la fortuna.”

Juan Esteban Constaín (catuloelperro@hotmail.com)
“Y lo que ha terminado por ocurrir es lo que muchos optimistas previeron también, y es que al final, más que un dilema entre los dos mundos, el digital y el de antes, lo que hay es una síntesis y un complemento. Y muchas de las maravillas de lo nuevo han servido sobre todo para valorar más las maravillas de lo viejo. Como ha pasado con los discos de vinilo, que están otra vez en furor gracias a que suenan mejor y a que se compran por internet. Ahora leo la noticia alentadora de que Amazon, la célebre tienda virtual, acaba de abrir en Seattle su propia librería de verdad. Una como las de siempre, con techo y goteras y gente adentro. Una librería con libros de papel, porque a veces nada tiene más futuro que el pasado.”

El verbo que hiede[5].
¿Cómo comienzan las riñas callejeras o domésticas que dejan uno o cinco muertos? ¿Qué chispa incendia el potencial homicida de las barras bravas del fútbol? En el inicio de estos hervideros están las palabras. Las palabras no se quedan quietas, crecen o menguan. El tráfico vehicular es muestra de la gradación de los insultos entre conductores, desde el primer grito superlativo hasta la esgrima de la palanca de acero o el batir de la pistola. Los improperios pelan los dientes de lobo, tiñen de púrpura las caras, ponen a rugir la sangre por los canales venosos. A continuación vienen los empellones, mazazos, perforaciones, desplomes. La lid empieza con el verbo. Se encrespa con los desafíos. Revienta con las sentencias sumarias: !muérete! De la lengua, baja la repugnancia al puño. El brazo ejecuta la condena signada por las interjecciones. … la siguiente proposición del poeta William Ospina: "El lenguaje puede ser un arma. Puede servir para serenar o para intranquilizar, para explicar o para confundir, para acusar o para absolver, para investigar o para distraer".

 

Percepciones[6]

“A cuenta de las primeras impresiones, de las percepciones, fui ejecutado y ejecuté, fui despreciado y desprecié, y juzgué y fui juzgado. Por cuenta de esas impresiones, mil veces me dejé llevar por aquello que decían en los periódicos y en la televisión y en la radio y la gente en la calle sobre un color de uñas, una marca de ropa, una comida, y confundí la parte, una mínima e insignificante parte, con el todo. Creí en quienes decían que la primera impresión era lo que valía, y hasta llegué a contar ocho segundos en uno que otro primer acercamiento y, convencido, le dije que sí o le dije que no a alguien por aquellos ocho segundos, como lo aconsejaban los defensores de las primera impresiones. Fui estúpido, cada vez lo comprendo con mayor claridad. Fui estúpido por creer en la veracidad de una percepción, por no entender que las percepciones estaban ligadas a un pasado, a unos discursos que nos taladraron, al bombardeo de los medios, a los mandamientos de la iglesia y los dioses, a las charlas del barrio, en fin, a todo aquello que nos formó. O nos deformó. Las percepciones, hoy lo comprendo, me llevaron durante muchos años a repetir los lineamientos de quienes las defendían. Defendí su sistema de vida cuando concluí, por una primera impresión, que una compañera de la universidad no era digna porque tenía los zapatos embarrados y olía a campo. Defendí sus mandamientos y su bien y su mal cuando me alejé de un visionario porque fumaba marihuana. Defendí su estupidez cuando huí de la amiga de una amiga porque no había pagado sus impuestos. Defendí a los multiplicadores de lo mismo con los mismos cada vez que me incliné por creer en la ciencia de la percepción. Y me equivoqué, y fui cómodo, y fui injusto y arrastré en mi injusticia a unos cuantos en nombre de las percepciones. Fui facilista con ese facilismo para todo de los colombianos. Por muchos años, viví de percibir en lugar de pensar, y rechacé lo distinto, y juzgué y condené, hasta que un día vi en alguna noticia que la percepción de los colombianos sobre cualquier tema era tal. Luego encontré encuestas sobre percepción y estudios sobre percepción, nunca sobre pensamientos o experiencias. Era más importante creer que saber, juzgar que comprender.” 

¿Será que yo no tengo pregrado?[7]
“Con los recientes escándalos respecto a personalidades con altos cargos públicos que no tenían los estudios que decían tener, me desperté en medio de la noche, empapado en sudor, y me cuestioné: ¿será que yo no tengo pregrado?”

Aquí hago un paréntesis. Tengo legalmente adquirido el diploma de bachiller y el profesional, del cual tengo tarjeta profesional (aunque ni idea en dónde está archivada, creo que solo la he usado dos veces en mi vida). Sin embargo, por muchos años y aún en retiro, han sido recurrentes los sueños en que me veo cursando unas materias pendientes de la carrera, lo cual me preocupaba en el sueño para el desempeño laboral, supongo y suponía, y dentro del mismo sueño, aparece un tranquilizador sujeto, idéntico a mí, que me tranquiliza diciéndome: es un sueño, recuerde que usted ya tiene tarjeta profesional, pero aún así la duda persiste. Los sueños recurrentes, ya tendré que hablar de ellos.

El gran engaño[8]

“La pregunta no es: ¿quiere usted la paz?, sino esta otra: ¿aprueba usted lo que se está negociando para obtenerla? Tan sencillo como eso. Sustituir una pregunta por la otra, es decir, omitir la segunda para formular solamente la primera, que es fácil de responder afirmativamente, constituye el gran engaño al que se está sometiendo a la opinión nacional. Todo el mundo lo entiende, pero no muchos lo dicen, porque les cae la descalificación de quien se atreve a cuestionar esa esencial pregunta sobre la paz. Todo ser sociable quiere la paz, pero responderlo en elecciones no refrenda nada, no aprueba nada; a menos que se trate de esconderle algo al votante detrás de esa pregunta capciosa, de aquellas que desestima el derecho en pruebas de confesión y testimonio.”

Insisto, por qué no se le puede decir pan al pan y vino al vino? El eufemismo reinante?

 “Dios te bendiga”[9]

“Dios se apiade de mí –si es que existe- pero hay una expresión que me cuesta enorme dificultad entender, aceptar y asimilar de buen grado. Es cuando me dicen “Dios te bendiga”.  Esa frase me la dicen personas cercanas a mis afectos y la recibo de buen grado, porque significa que quieren lo mejor para mí, pero también la escucho de personas que acabo de conocer y me producen desconfianza, pues suena en el ánimo de aparentar bondad. Y si se lo dicen al primero que conocen, qué pereza. Es como cuando te dicen “amigo” la primera vez que te ven: algo se traen entre manos. … Un día le escuché a mi madre decir que “Dios no le dio inteligencia a todo el mundo pero se la dio a usted, y eso tiene que agradecérselo”. Ante lo cual, no resistí la tentación de preguntarme: ¿y por qué son precisamente las personas menos inteligentes las que más le agradecen a Dios por lo que no les dio? … Sea como fuere, sigo esperando con infinito anhelo (a falta de fe) el día en que Dios resuelva salir de su anonimato y aparecerse al planeta entero, y resuelva así de una vez por todas quién es el único y verdadero, si el Yahvé de los Judíos o el Jesús de los Cristianos o el Mahoma de los musulmanes o el Brahmán de los hindúes o el Zeus de los griegos o el Júpiter de los romanos o el Quetzalcóatl de los toltecas, y con su viva presencia refute para siempre las sospechas de quienes afirman que su silencio sepulcral es la prueba reina de que nunca ha existido.”

Paréntesis. Eso me ha pasado, muchas veces siento que ese Dios te bendiga es más un insulto, una forma como me quieren ofender y entonces… me abstengo!

Deponer la codicia[10]

“La paz sí es responsabilidad de todos, pero especialmente de la clase dirigente, que con su comportamiento deshonesto y corrupto motivó varias generaciones a persistir en la lucha armada, que dejó como resultado las estadísticas que describe el editorialista. Según como se plantea, es el pueblo raso quien debe asumir todas las responsabilidades para hacer que los propósitos gubernamentales empiecen bien y lleguen a un mejor fin. ¿No estarán olvidando las estadísticas que por violencia social se presentan todos los días en puertas de clínicas y hospitales, debido a que los recursos de la salud han sido sistemáticamente saqueados sin que haya responsables y, si los hay, están en su mansión/cárcel disfrutándolos, mientras la tragedia diaria de la salud continúa? No solamente es “hacer las paces en las calles y en las casas”, también es necesario hacerla en los despachos oficiales, pensando que cualquier actuación corrupta afecta los propósitos buscados. Es ponerle fin a esa codicia asesina. Resulta que violencia no sólo es tener un arma en la mano para imponerse violentando o asesinando a quien no comulga con la misma ideología; es también desfalcar instituciones o empresas que necesitan de esos fondos para fomentar la búsqueda de una mejor calidad de vida de todos y cada uno de los colombianos; violencia es también autolegislar en favor de un grupo de privilegiados que elegimos para que con sus propuestas de campaña abrieran nuevos y prometedores horizontes, para que algún día en este hermoso país exista una igualdad social digna entre todos, pero que se convirtieron en insaciables depredadores económicos del fisco para su beneficio personal. Es violencia también que, con todas las evidencias y pruebas de esa corrupción, la justicia no encuentre méritos para castigar debidamente a los culpables.” 

Y hasta aquí dejo, ya que el veneno lo pusieron otros, aunque mis pensamientos son compartidos y les agradezco que lo hayan dicho por mí.





[1] José Fernando Isaza. http://www.elespectador.com/opinion/futurologia

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