Quien no comprende una mirada
tampoco comprenderá una larga explicación.
Proverbio
árabe
No es que no tenga
tema, todavía tengo cuerda para mucho rato, hasta que llegue el fin de mis días
o simplemente me canse o llegue al hartazgo, o simplemente me aburra, lo que
suceda primero. Sin embargo, me encontré dentro de los guardados que tengo,
unas cortas lecturas, que servirán más para que descansen un poco de mí y lean
a otros –anónimos ellos, al no tener su nombre en la mayoría de relatos-,
bastante cortos, pero que lo dejan a uno pensando, pero, como dije, se merecen
un descanso en mis escritos, ya que han tenido la paciencia de leerme de tanto
en tanto.
LA VERDAD
“Cinco ciegos
se encontraron con un elefante, animal que desconocían, y cada uno de ellos
palpó la parte que tenía al frente. Uno lo tomó de la cola y concluyó que el
elefante era como un lazo. Otro tocó el costado y pensó que el animal era como
un muro. El tercero topó con la oreja y dijo que el elefante se parecía a un
abanico. El cuarto sobó una de las patas y afirmó que era como un pilar.
Finalmente el quinto lo agarró por la trompa y gritó que el animal se parecía a
una serpiente. Todos dijeron la verdad, todos estaban equivocados.”
ERASE UNA
VEZ
“Erase una
vez en que habían cuatro personas cuyos nombres eran: TODO MUNDO; ALGUIEN;
NADIE; Y CUALQUIERA. Cuando había un trabajo importante que hacer, "TODO
MUNDO" estaba seguro de que "ALGUIEN" lo haría,
"CUALQUIERA" pudo haberlo hecho, pero "NADIE" lo hizo.
Cuando "NADIE" lo hizo, "TODO MUNDO" se enojó porque el
trabajo era de todo mundo, "TODO MUNDO" pensó que "ALGUIEN"
lo haría, pero "NADIE" se dio cuenta que nadie lo haría. Así es que
esto terminó de tal manera que "TODO MUNDO" culpó a
"ALGUIEN" cuando "NADIE" hizo lo que "CUALQUIERA"
pudo haber hecho desde el principio.”
¡COMO VER A DIOS!
“Un aldeano
se acercó a un sanyasi (místico hindú) que estaba meditando a la sombra de un
árbol y le dijo: Quiero ver a Dios, dime cómo puedo experimentarlo. El sanyasi,
como es típico en ellos, no dijo una palabra y continuó su meditación. El
aldeano volvió con la misma petición al día siguiente y al otro y al otro, sin
recibir respuesta, hasta que al fin, al ver su perseverancia, el sanyasi le
dijo: Pareces un verdadero buscador de Dios. Esta tarde bajaré al río a tomar
un baño. Encuéntrate conmigo allí. Cuando aquella tarde estaban los dos en el
río, el sanyasi agarró al aldeano por la cabeza, lo sumergió en el agua y lo
mantuvo así durante un rato largo mientras el pobre hombre luchaba desesperado
por salir a la superficie. Al cabo de un par de minutos, el sanyasi lo soltó y
le dijo: Por qué luchabas de esa manera cuando estabas dentro del agua? Porque
quería respirar, de lo contrario habría muerto, respondió el aldeano. El
sanyasi sonrío y le dijo: El día en que desees a Dios, con la misma ansia con
que querías respirar, ese día lo encontrarás, sin ninguna duda…”
LAS DOS PERLAS
“Un maestro
espiritual estaba meditando a la orilla del río, cuando llegó un discípulo y le
dio dos enormes perlas, como prueba de respeto y devoción.
El santo
hombre abrió los ojos y tomó una de las perlas con tan poco cuidado, que ésta
rodó hasta caer al río.
Horrorizado,
el discípulo se zambulló en el agua para recuperarla. Buceó sin tregua hasta la
noche pero no consiguió dar con ella.
Al fin,
completamente empapado y exhausto, sacó al maestro de su meditación y le dijo:
Tu viste donde cayó. Indícame el lugar exacto para que yo pueda encontrarla.
El buen
hombre tomó la otra perla, la lanzó al río y dijo: "Justo allí".
LA PAZ PERFECTA
“Había una
vez un Rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una
pintura la paz perfecta. Muchos artistas intentaron. El rey observó y admiró
todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y
tuvo que escoger entre ellas.
La primera
era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban
unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy
azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura pensaron que
reflejaba la paz perfecta.
La segunda
pintura también tenía montañas. Pero eran escabrosas y descubiertas. Sobre
ellas había un cielo furioso del cual brotaba un impetuoso aguacero con rayos y
truenos. La montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo
esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el Rey observó
cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una
grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del
rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en
el medio de su nido... Paz perfecta.
El Rey
escogió la segunda. Y explicó a sus súbditos el por qué. "Paz no significa
estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz
significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos
calmados dentro de nuestro corazón. Creo que éste es el verdadero significado
de la paz".
Cuando
encontremos la paz en nuestro interior, tendremos equilibrio en la vida.”
Jorge L. Vázquez.
Son reflexiones, para meditar. (Ya empezó con la redundancia, me dice el
intolerante docto que tengo; acaso los
pensamientos no son para pensar? Le contesté, como fiel educado de
jesuitas, la que no pierdes, empatas!)
Errata a MI YO, MI OTRO YO Y LOS DEMÁS: Recibí el correspondiente llamado de atención que por un error cometido merecí. Dice: "Mi yo lo leyó (creo que uno de ellos) y el corrector me pidió que le mandara el siguiente recorte de la RAE; infligir Del lat. infligĕre 'herir', 'golpear'. 1. tr. Causar daño. 2. tr. Imponer un castigo. porque "infringir" un castigo debe ser escapar de él o eludirlo." Gracias por la corrección porque eso demuestra que cada día uno puede ser menos bruto!
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