miércoles, 13 de julio de 2016

TEMA HAY PARA RATO, PERO…

 Quien no comprende una mirada

tampoco comprenderá una larga explicación.

 

Proverbio árabe


No es que no tenga tema, todavía tengo cuerda para mucho rato, hasta que llegue el fin de mis días o simplemente me canse o llegue al hartazgo, o simplemente me aburra, lo que suceda primero. Sin embargo, me encontré dentro de los guardados que tengo, unas cortas lecturas, que servirán más para que descansen un poco de mí y lean a otros –anónimos ellos, al no tener su nombre en la mayoría de relatos-, bastante cortos, pero que lo dejan a uno pensando, pero, como dije, se merecen un descanso en mis escritos, ya que han tenido la paciencia de leerme de tanto en tanto.

 

LA VERDAD


“Cinco ciegos se encontraron con un elefante, animal que desconocían, y cada uno de ellos palpó la parte que tenía al frente. Uno lo tomó de la cola y concluyó que el elefante era como un lazo. Otro tocó el costado y pensó que el animal era como un muro. El tercero topó con la oreja y dijo que el elefante se parecía a un abanico. El cuarto sobó una de las patas y afirmó que era como un pilar. Finalmente el quinto lo agarró por la trompa y gritó que el animal se parecía a una serpiente. Todos dijeron la verdad, todos estaban equivocados.”

ERASE UNA VEZ


“Erase una vez en que habían cuatro personas cuyos nombres eran: TODO MUNDO; ALGUIEN; NADIE; Y CUALQUIERA. Cuando había un trabajo importante que hacer, "TODO MUNDO" estaba seguro de que "ALGUIEN" lo haría, "CUALQUIERA" pudo haberlo hecho, pero "NADIE" lo hizo. Cuando "NADIE" lo hizo, "TODO MUNDO" se enojó porque el trabajo era de todo mundo, "TODO MUNDO" pensó que "ALGUIEN" lo haría, pero "NADIE" se dio cuenta que nadie lo haría. Así es que esto terminó de tal manera que "TODO MUNDO" culpó a "ALGUIEN" cuando "NADIE" hizo lo que "CUALQUIERA" pudo haber hecho desde el principio.”

 

¡COMO VER A DIOS!


“Un aldeano se acercó a un sanyasi (místico hindú) que estaba meditando a la sombra de un árbol y le dijo: Quiero ver a Dios, dime cómo puedo experimentarlo. El sanyasi, como es típico en ellos, no dijo una palabra y continuó su meditación. El aldeano volvió con la misma petición al día siguiente y al otro y al otro, sin recibir respuesta, hasta que al fin, al ver su perseverancia, el sanyasi le dijo: Pareces un verdadero buscador de Dios. Esta tarde bajaré al río a tomar un baño. Encuéntrate conmigo allí. Cuando aquella tarde estaban los dos en el río, el sanyasi agarró al aldeano por la cabeza, lo sumergió en el agua y lo mantuvo así durante un rato largo mientras el pobre hombre luchaba desesperado por salir a la superficie. Al cabo de un par de minutos, el sanyasi lo soltó y le dijo: Por qué luchabas de esa manera cuando estabas dentro del agua? Porque quería respirar, de lo contrario habría muerto, respondió el aldeano. El sanyasi sonrío y le dijo: El día en que desees a Dios, con la misma ansia con que querías respirar, ese día lo encontrarás, sin ninguna duda…”

 

LAS DOS PERLAS


“Un maestro espiritual estaba meditando a la orilla del río, cuando llegó un discípulo y le dio dos enormes perlas, como prueba de respeto y devoción.
El santo hombre abrió los ojos y tomó una de las perlas con tan poco cuidado, que ésta rodó hasta caer al río.
Horrorizado, el discípulo se zambulló en el agua para recuperarla. Buceó sin tregua hasta la noche pero no consiguió dar con ella.
Al fin, completamente empapado y exhausto, sacó al maestro de su meditación y le dijo: Tu viste donde cayó. Indícame el lugar exacto para que yo pueda encontrarla.
El buen hombre tomó la otra perla, la lanzó al río y dijo: "Justo allí".

 

LA PAZ PERFECTA


“Había una vez un Rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas intentaron. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual brotaba un impetuoso aguacero con rayos y truenos. La montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido... Paz perfecta.
El Rey escogió la segunda. Y explicó a sus súbditos el por qué. "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Creo que éste es el verdadero significado de la paz".
Cuando encontremos la paz en nuestro interior, tendremos equilibrio en la vida.”
 Jorge L. Vázquez.


Son reflexiones, para meditar. (Ya empezó con la redundancia, me dice el intolerante docto que tengo; acaso los pensamientos no son para pensar? Le contesté, como fiel educado de jesuitas, la que no pierdes, empatas!)




Errata a MI YO, MI OTRO YO Y LOS DEMÁS: Recibí el correspondiente llamado de atención que por un error cometido merecí. Dice: "Mi yo lo leyó (creo que uno de ellos) y el corrector me pidió que le mandara el siguiente recorte de la RAE; infligir Del lat. infligĕre 'herir', 'golpear'. 1. tr. Causar daño. 2. tr. Imponer un castigo. porque "infringir" un castigo debe ser escapar de él o eludirlo." Gracias por la corrección porque eso demuestra que cada día uno puede ser menos bruto!

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