miércoles, 15 de febrero de 2017

TODOS SOMOS CORRUPTOS



Aristóteles en su Ética a Nicómaco dice que los hombres solo son buenos de una manera, malos de muchas [1].

Así decía el titular de un artículo de opinión del Espectador[2] (Corruptos somos todos, para mayor precisión y para no plagiarlo) y naturalmente la primera reacción es la de hacer un enfático rechazo a la afirmación. Luego de leído el artículo y si uno tiene cara, si no se miente, si se habla sin eufemismo, es apenas natural aceptar que seamos corruptos, en palabras sencillas y siguiendo la lógica propuesta. Habrá quienes comenzarán a ponerle calificativos, a presentar excusas, a disculparse, porque todo ello igualmente es un problema cultural que también padecemos. Nosotros no somos responsables de nada y no tenemos las agallas de reconocer responsabilidades.

Recuerdo mis primeras épocas de empleado, le daban a uno esferos y lápices, borradores y marcadores, libretas y todos ellos terminaban en la casa de uno. En mi caso, como usaba mi propio estilógrafo todo terminaba en la casa, abultando el cajón año tras año. En alguna oportunidad me atreví a decir que no lo necesitaba y la secretaria que repartía los elementos me dijo: No sea pendejo, que es parte de sus elementos de trabajo o si no lléveselos a su casa. Más adelante, con el pasar de los años, tomando conciencia de que no necesitaba llevarme nada de la oficina y si lo necesitaba lo compraba, simplemente autorizaba para que lo que me pudiera corresponder lo compartieran con alguien más necesitado. De esta manera entendí que no le quitaba ya nada a nadie y que podía dormir tranquilo, como me había enseñado mi papá.

Otra enseñanza de él, que creo que en otra oportunidad comenté, fue la de hacerme devolver y regresar la plata que me habían dado de más en alguna tienda. Esta enseñanza he logrado replicarla en algunas oportunidades.

Son enseñanzas que aprendí de mi papá y que con el pasar del tiempo entendí de él lo que era correcto, sin importar si me veían o no, porque en últimas era únicamente yo el juzgador de mis propios actos. A esta edad podría decir que ya puedo dormir tranquilo cada noche, a nadie le he quitado nada y tampoco he permitido que me quiten algo que es mío, más faltaba!

Y continúo. Somos corruptos, algunos por literalidad de la palabra, otros, la mayoría, por el convencimiento de que si alguien ya lo hizo, por qué yo no? Y otros más, porque, como dicen y sostienen los paisas, particularmente, el papayazo hay que tomarlo, uno no puede ser pendejo y debe ser vivo para que la sociedad no se lo coma (parte de la pujanza paisa).

Y se es corrupto cuando no se respeta al prójimo o a la ley. Es corrupto aquel que parquea en lugar prohibido y se excusa con el cinco minuticos que no me demoro; aquel que se salta la fila porque mi abuelita se está muriendo; aquella que compra un vestido para usar en el coctel de la noche y a la mañana siguiente luego de usarlo lo devuelve porque me quedó grande o por la manchita que tenía acá y que no me había dado cuenta; lo es igualmente aquel que hace la contravía por la pereza de esperar o por no levantarse temprano (hasta que coja a alguien y lo mate u otro en las mismas condiciones mate un hijo y ahí sí la debacle!). Y se es corrupto cuando se bota basura en la calle, -pero si solo fue un  papelito!-, y el que pretende colarse, y el que hace fila tres veces para que le den triple, el que copia la tesis de internet y así podría seguir con ejemplos.

Por todo esto se puede afirmar que de alguna manera somos corruptos, sin calificativos, sin eufemismos, porque no respetamos al prójimo y mucho menos la ley.

Culmina el articulista con las siguientes palabras, acertadas, por demás: La lucha contra la corrupción, en últimas, implica cambios estructurales que empiezan por cada uno de nosotros. Lo que sí es cierto es que cuando dar papaya no tenga otro sentido más que entregar una fruta, entonces empezaremos a ser una sociedad más madura; una en la que la corrupción sea, finalmente, una anomalía.

Pero eso sí no se nos ocurre decir, como solemos hacerlo en otros eventos, éste es el país que le vamos a dejar a nuestros hijos? Son nuestra continuación y blablablá, ahí sí no! Sí, ese es el país de corrupción que le hemos dejado a nuestros hijos y ellos a los suyos, como lo fue el que nos tocó heredar. Y no hicimos nada, seguiremos mirando para el otro lado.

A propósito de mirar para el otro lado, no sé si como exculpación, como explicación no pedida o por sacaculista, he de confesar que he preferido mirar a otro lado cuando la corrupción la he tenido cerca. No creo en la justicia ni en los entes investigadores, he visto casos en los que los denunciantes terminan investigados, he visto cómo en la misma Procuraduría los investigadores recomendaban abogados defensores, para que le fuera bien en la investigación, decían. He visto tantas cosas que en la mayoría de casos prefiero mirar para otro lado y sí, pueden condenarme por este desequilibrio mental que tengo, por un lado despotrico de los corruptos y por el otro, no hago nada. Mea culpa que me llevaré al otro lado, pero mientras tanto, me ofende la corrupción y sin eufemismo, me emputan estas cosas, pero no puedo hacer nada, salvo dar mi ejemplo, que es lo único que puedo ofrecer, vivir los años que me quedan con decencia, al menos dormiré tranquilo y moriré de la misma manera, espero!

Y en consecuencia, hoy los artículos de prensa, las protestas del feis y demás medios sociales se enfocan en la corrupción y la conclusión, como dice otro artículo Y sentencia: a la corrupción no hay que combatirla sino destruirla[3]. Para destruirla habrá que empezar eliminando políticos, foco de toda corrupción.

Somos de verdad tan corruptos?[4] Otro titular que vale la pena leer. Y el vivo y el bobo[5], que entre otras dice: “El vivo vive del bobo” dice un adagio popular y es uno de los refranes que mueven parte del alma de un país que se enorgullece de su ingenio para conseguir metas por el camino corto, sin que preocupe cruzar las líneas de lo legal, lo ético o lo decente. Un país en el que se menosprecia a quien decide ser buen ciudadano porque lo tildan de tonto o despistado por no sacar provecho personal de cualquier “papayazo”, porque si el décimo primer mandamiento es “no dar papaya”, el décimo segundo es “papaya dada, papaya partida”. Los mismos que se burlan de los “bobos”, condenan a los corruptos y piden castigo, pero pocos aceptan que con sus conductas contribuyen a enterrar en el fango el interés colectivo.

Y concluye: No se sienten corruptos; se sienten ingeniosos y vivos porque se colaron sin pagar, porque cambiaron una multa por una “propinita” (soborno) a un funcionario o se saltaron una norma traficando influencias. No se siente corrupto el Estado que le viola los derechos a miles de empleados a quienes llama “contratistas” para no pagarles lo que la ley ordena por derecho a los trabajadores. No es extraño que quienes deciden hacer las cosas correctas tengan todo tipo de problemas: “No sea bobo pague el billetico y eso le sale”; “No sea bobo llame a su amigo”; “No sea bobo todo el mundo lo hace”. Me entenderán quienes hayan intentado hacer las cosas bien y sin buscar el atajo: a veces en Colombia es más fácil el camino torcido que el camino recto. Creo que es tiempo de mirar distinto a esos “bobos” que pueden salvarnos; tiempo de que se hagan más visibles ellos que los pillos.

Lo que es cierto es que no puedo cambiar el mundo, menos este país, en que soy un invisible, pero seguiré haciendo las cosas con decencia, como me enseñó mi papá, mientras se pueda, tampoco soy mártir, esa época ya pasó.

No todos son malos. Leí en algún lado y agrego: pero tampoco todos son buenos!



Foto: JHB (D.R.A.)


[1] Ramón Alonso Peña. La nariz de Darwin y otras historias de la neurociencia.
[2] Julián López de Mesa S. http://www.elespectador.com/opinion/corruptos-somos-todos
[3] Cristina de la Torre. http://www.elespectador.com/opinion/no-combatir-corrupcion-destruirla
[4] Santiago Gamboa. http://www.elespectador.com/opinion/somos-de-verdad-tan-corruptos
[5] Yolanda Ruíz. http://www.elespectador.com/opinion/el-vivo-y-el-bobo

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