miércoles, 16 de agosto de 2017

IMPOTENCIA


En este caso acudo inicialmente al diccionario, para no evadirme, para no desviarme: impotencia (nombre femenino) 1. Falta de fuerza, poder o competencia para realizar una cosa, hacer que suceda o ponerle resistencia. "ella se atribuye a sí misma la causa de su mal, de su impotencia, de su inutilidad y de su incapacidad para realizar las tareas que siempre hizo" 2. Imposibilidad o incapacidad del hombre para conseguir la erección del pene debido a causas físicas o psíquicas.

Me centraré en la primera acepción. Iniciaré con mencionar las teorías del libre albedrío, de la libertad de elección, selección y aún de erección. De la autonomía, del derecho si se quiere, de todas esas variantes y variables que llevan a pensar al ser humano que es dueño de sí mismo y él es quien decide.

Sin embargo la realidad, esa a la que nos enfrentamos día a día en su eterno presente, parece que contradice esa autonomía de la que hacemos tanta gala.

Y surge la impotencia ante los hechos de la misma vida diaria. Menciono solo unos ejemplos:

El trabajador que salió tarde en la noche y ve pasar en la distancia el último bus.
Perder el avión.
Estar en una funeraria y no saber ni siquiera qué decir fuera de las consabidas letanías que no vienen al caso.
Ver pasar el tiempo en la distancia, sin posibilidad de usarlo, por estar supeditado, por ejemplo, a que lo atiendan, a que lo hagan seguir, a que le tomen la declaración.
Ver nacer a un hijo con algún defecto o aún, verle morir, sin tener la posibilidad de elección en contrario. O ver morir a un ser querido.

Y la impotencia mayor, una sala de urgencias y con eso digo todo, para quienes han enfrentado esta situación. Y no hablar de clínicas y hospitales, una vez ingresado, los médicos tratando de adivinar qué pasa con el paciente… pasan los días y ninguna respuesta se obtiene, los resultados nada dicen, todo lo dicen, nadie decide y uno, ignorante del tema, sometido a decisión ajena, nada dicen, todo está dicho: nadie sabe. Es ver morir a alguien y no tener ninguna certeza de cuál fue la real enfermedad que lo mató, todo queda en divagaciones. Más sabios eran los médicos de antaño, se limitaban a decir: murió de viejo.

Y mayor es mi impotencia al tratar de explicar lo que aparenta ser obvio. Como dijo Arturo Pérez-Reverte: Es fatigoso tener que explicar cosas obvias.

Y si se me permite esta analogía: El tiempo y el espacio son de esas cosas esenciales (como la vida misma) en las que casi nunca pensamos, tal vez porque son difíciles de explicar. “¿Qué es el tiempo? —se preguntaba San Agustín—. Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé”. Aquí la dificultad y la importancia se juntan.(1)

Con San Agustín cierro este blog: Si me preguntan más sobre la impotencia, dentro de mí tengo la explicación, pero si trato de continuar explicándolo en este blog, mi respuesta es que no lo sé, las palabras se vuelven impotentes(2) y terminan careciendo de sentido. Sin olvidar que la impotencia termina en la resignación.

Imagen de Google (3)



(1) Mauricio García Villegas. Tiempo. http://www.elespectador.com/opinion/tiempo-columna-701967-
(2) Curiosamente buscando en Internet literatura sobre impotencia, en el sentido de este blog, no encontré nada. Sólo basura sobre la impotencia sexual, eyaculación precoz y todos esos temas que llenan hojas, pero que termina siendo basura asociada al porno. Y como dicen las nuevas generaciones, si no está en Internet, no existe, por tanto la impotencia que quería explicar no existe, pero como también dijo Galileo, así fuera en murmullo, pero el mundo sigue girando. La ironía en el siglo XXI.
(3) https://co.pinterest.com/pin/457748749605356004/

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