Mientras te espero, tarareo una canción de
moda, maldigo las modas, miro un reloj de pared y compruebo que aún no he
empezado a esperarte.(1)
Paso la hoja. Se ve en blanco. El
pensamiento se detiene. No tiene ganas de rellenarla y tampoco tiene tiempo
para hacerlo, se excusa mentirosamente.
No por falta de pensamientos, es por exceso
de ellos, que no se detienen –sin ir a ningún lado-, que tienen prisa –por
llegar a la nada-. Siempre tienen prisa, es como si el tiempo no les alcanzara
–sin conocer el tiempo-, como si quisieran enloquecerse o enloquecer a alguien.
Por eso paso la hoja, para verla en blanco,
con la intención de dejarla así, impunemente blanca, con la sensación del
vacío, de ese vacío que no quiere llenarse, para no tener angustias, de tiempo
ni de espacio.
Esa hoja que aparenta tener suficiente
espacio, para condensar el tiempo, para concretar la idea.
Cómo quisiera escribir en ella con tinta
transparente, para que esconda, en tiempo y espacio, pensamientos no resueltos.
Hacerlos transparentes e indelebles, donde ni yo mismo pueda releerlos,
entenderlos; para que terminen invisibles, como una hoja en blanco, para que
sea otro el que reescriba la historia de un pensamiento, tal vez diferente, tal
vez igual al que escribí, al que sobreescribí sobre esa hoja en blanco que
quería mantenerse inmaculada, para que no supieran que mentía, que ya no era
blanca, a pesar de su blancor, porque yo, ese mentiroso, ya había escrito en
ella.
Impunemente había dejado huella y el
secreto estaba en mí y en la hoja en blanco, que era la prueba.
Imagen Google (2)
(1) Fernando Araújo Velez. Mientras te espero. El Espectador.
(2) http://proyectofirefly.blogspot.com.co/2012/06/consejos-para-el-uso-de-lapices-y.html
(2) http://proyectofirefly.blogspot.com.co/2012/06/consejos-para-el-uso-de-lapices-y.html
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