miércoles, 30 de agosto de 2017

EN SILENCIO


Quería escribir en silencio, pensando en que las palabras no se vieran reflejadas, que fueran escritas como el silencio mismo. Como los pensamientos, que se piensan y no se reflejan, se reescriben, pero en silencio, sin que nadie los vea, sin que se noten.

Recordé que era yo quien escribía, aquél que no puede tener la mente en silencio, que no puede estar en silencio, al que el intento de meditación le conduce al sueño, a pesar de lo que en contrario diga yo mismo.

Mi mente acompañada de pensamiento impiden mantenerse en silencio. Por algo a la primera la llaman la loca de la casa y al segundo le han de decir el loro de la casa, agrego al menos en mi caso.

Mantener la mente en silencio, difícil cosa. Pero no hay como tenderse en la cama, con la conciencia del momento, disfrutando de lo que llamamos el silencio, silencio que resulta inexistente porque el medio ambiente está en constante movimiento.

Sin embargo, no hay cosa más arrulladora que ese silencio que así denominamos, el que se produce luego de las once de la noche, cuando sólo se oyen las llegadas de los últimos noctámbulos; el sonido en la lejanía de carros y buses, porque la distancia permite su distinción; cuando llueve, el sonido del viento y del agua chocando contra la ventana; la puerta que se abre; el vecino quitándose los zapatos y haciendo su última entrada al baño; el último vuelo que se oye alejándose. Todo eso que llamamos silencio de la noche, que no es silencio, pero que arrulla y que conduce al otro silencio, al del sueño, si se sueña, a la nada si no lo recordamos.


            Quería escribir en silencio sobre el silencio, pero en mi caso… no hay silencio, solo atropellados pensamientos que en cualquier caso me arrullan y me permiten alejarme de esta realidad.

Foto: JHB (D.R.A.)

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